viernes, 30 de noviembre de 2012

Veganismo es mi razón.

Desde que mi vida se ha inclinado por completo al veganismo mi conciencia se ha expandido y ha reformulado su posición con respecto a la vida y al porque de estar yo aquí, prestando atención a cosas en las que quizás no todos reparen.
Muchos miles, o millones de personas, sí reparan en esos detalles en los cuales yo lo hago, pero quizás somos tan pequeños (en número) ante la gran multitud que no lo hace, que por eso parece que fuéramos unos pocos que osamos pensar, sentir, vivir, amar y compadecernos diferente, transformando esa compasión en un acto real y activo, para evitar todo sufrimiento, injusticia y atropello con respecto a la vida de los seres que son vistos como inferiores y carentes de sentimientos y emociones por esa misma multitud que no comparte nuestra filosofía de vida, la de la pura igualdad para todos los seres vivos con sistema nervioso central.
Bueno, yo sí reparo, amo, defiendo y me entrego -con mi postura y hacer diarios- a ayudarlos, protegerlos y ser su voz ante ese gran resto de gente que nada entiende de nuestro amor por la vida para con todos los seres vivos que al tener ese sistema nervioso central del cual hablaba se hacen poseedores de sentimientos de miedo, dolor, tristeza, amor, alegría, apego a los suyos, y todo lo que cualquiera de nosotros, los seres humanos, podemos llegar a sentir y experimentar.
Por todo esto, con sobradas razones, el veganismo es la razón. Mi razón.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Mirar a través de.

Es muy común en esta época, en la que la tecnología asociada a las comunicaciones y a los dispositivos en general se ha apoderado y lo sigue haciendo en forma casi total de la vida de las personas como usuarios, que uno dé paso a otra forma de ser -y hacer- en lo que respecta a las cosas que antes se llevaban a cabo de una manera y ahora, con la aparición e incorporación de estas nuevas tecnologías, se dan  y hacen de otra.
Me pasa, y me he dado cuenta que muchas veces pierdo la visión real de algo que considero bello, interesante o digno de fotografiar -y aquí entra el punto en cuestión- ya que por querer retratar eso que encuentro hermoso o diferente, por ejemplo una escena que podría apreciar y disfrutar en el tiempo real, me pierdo de esta posibilidad (la del ahora, la del tiempo real) por querer dejarla plasmada para siempre en una instantánea de mi cámara digital, aplicación fotográfica del teléfono móvil o smartphone,  o alguna otra vía de captación de imágenes que me provea esta tecnología.
Por tal motivo, al menos yo, quiero volver a ver sin filtros -fotográficos- esas imágenes que al desaprovechar en su momento real seguramente pierden su verdadero efecto y no producen lo mismo que cuando se las repasa y observa junto a otras fotografías, en un tiempo y momento distintos a los genuinos en los cuales tuvieron lugar.
Basta de ver fotos en otro tiempo y resignando para ello el momento presente. Yo quiero recomenzar, conscientemente, a ver las cosas en su debido tiempo, cuando aparecen y suceden.
Propongo que hagamos todos lo mismo y que las fotos tengan lugar, sí, pero no a cada instante y ante maravillosos momentos y espectáculos visuales que merecen disfrutarse en vivo y en directo y no fotográficamente.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Extraordinario.

Muchas cosas buenas me ha dado la vida y seguramente que si las quisiera enumerar olvidaría algunas motivo por el cual lo dejo en la generalización de la idea, así como muchas no tan buenas o lindas. Como a cualquier persona que vive una vida, más o menos similar dependiendo de los sucesos extraordinarios que se den lugar en ella y que tienen lugar cada tanto en la vida de las personas.
Tal es así que a veces se puede creer que nada de este tipo le sucede a alguna gente y la verdad, para ser sinceros, todos somos capaces de vivir una vida con momentos diferentes, fuera de lo común y, por eso mismo, extraordinarios.
Yo, para ser más personal en esta entrada, dentro de las cosas extraordinarias que me ha deparado la vida enmarco la llegada de Boro, mi perro, a ella y todo lo que de ahí en más deriva de este encuentro y comienzo de vida compartida.
Vivo a diario por la tanto momentos extraordinarios que, como su nombre lo indican, carecen de lo común y ordinario de lo acontecido todos los días.
Si bien los vivo a diario, nunca podrían encuadrarse en el común de mis vivencias, jamás, ya que no puedo igualar el hecho de comer, bañarme, vestirme, y tantas cosas que sí hacen a lo ordinario y cotidiano con la experiencia enriquecedora y continuamente renovada de compartir la vida con Boro, mi perro; algo que definitivamente es un hecho extraordinario, como vuelvo a repetir para hacer hincapié en ello.
Así que teniendo en cuenta que algo como lo que acabo de comentar es excepcional, singular y sobresaliente como se darán cuenta -a las claras-, todas las personas pueden hallar en su vida eso asombroso, que dista mucho de ser lo corriente, y vivir una vida signada por la maravilla y el privilegio de sentirse únicos. Dicho de otra forma, de ser felices.

martes, 27 de noviembre de 2012

Frente al mar.

Estar frente al mar es una imagen tan evocadora de libertad, paz y liberación; que resulta absolutamente necesaria en mí llevarla a cabo cada tanto -como se pueda- para ser pleno, sereno y reflexivo, además de inundar mi ser de amor.
Amor, sí. Eso es lo que en definitiva produce en mí estar en ese lugar y en ese momento particular del presente que transito y en el cual permanezco; disfrutando y celebrando la vida y lo hermoso de ser partícipe de ella, en este caso, frente al mar. Porque todo lo vivido, una vez que se capta y elabora, pasa por un tamiz -que todos tenemos- en donde se va fijando en nuestra conciencia, libre y permanente, todo lo bueno que ha provocado en uno, y finalmente, ¿en qué otra cosa puede transformarse luego, algo bueno y liberador que ha proporcionado el gran impulso generador de felicidad, sino es en Amor?
Agradezco a la claridad que proporcionan los años, las diversas lecturas (libros), y los momentos inmensos y profundos como el de estar frente a algo, valga la redundancia, tan inmenso y profundo como el mar, que van en medro de una actitud que contribuye a facilitar el hecho grandioso e inigualable de ser feliz.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Corro a contarles. ¡YA!

Estoy leyendo un libro, un gran libro. Uno de esos que al comenzarlos a leer te hacen (o no) dar cuenta que no estabas -sin saberlo hasta ese momento- tan alejado del modelo que proponen incorporar en la vida de quien los lee, previa decisión y aceptación de cada uno, por supuesto.
Como decía, a medida que me voy introduciendo en su relato, voy descubriendo que muchas de las cosas que propone el autor en este libro, afortunadamente ya las venía haciendo, sin caer en la cuenta quizás, y en gran medida regían mi vida desde mucho antes de tomar conocimiento concreto de ellas a través de la lectura del mismo.
El tema que aborda y profundiza es el de ser feliz. Nada más. ¡Y nada menos! Esto, como idea central, esencial y principal que es generadora a su vez de otros temas no menos importantes que surgen a partir de este primer gran suceso cotidiano que debe tener lugar en nuestro ser, a cada momento, constantemente, siempre.
Ser feliz, sin requerir de nada del afuera para lograrlo y dependiendo sólo de nosotros mismos, a través de nuestra consciencia libre (llegaremos a ella con la ayuda que se encuentra en los diferentes capítulos del libro) y de nuestro ser luminoso, gozoso y colmado de Amor; viviendo en el tiempo presente sin estar atados al pasado ni al futuro.
Sin estar atados al pasado ni al futuro, y vuelvo sobre esta idea para fundamentarla ya que la no atadura a estos dos momentos (podríamos llamarlos así) tiene su razón de ser porque uno ya ha sucedido y como tal no existe, y el otro aún no ha llegado a nosotros y, por lo tanto, no tiene sentido prestarle atención a algo que tampoco existe y no sabemos si existirá en algún momento.
Básicamente, a través de la lectura de este libro, voy descifrando que la idea de vivir en el presente no me era tan extraña o ajena a como está planteada aquí, y que si bien no la tenía conceptualizada hasta ahora que la descubro en sus páginas, siempre he apostado por algo muy similar a lo que he encontrado en este escrito.
Resumiendo. Por lo leído hasta aquí, lo único importante y valedero es vivir siempre en el ahora, el tiempo presente. Tiempo eterno e inagotable que transitamos continuamente y que, por otro lado, es el único que existe, el único tiempo real.

viernes, 9 de noviembre de 2012

La generalidad por sobre la particularidad.

Las entradas de este blog, creado y desarrolladas, respectivamente, por mi, su creador; son escritas teniendo en cuenta la generalidad de los casos que se abordan.
Es decir, siempre hablo haciendo mención a lo que le pasa o le puede llegar a pasar a cualquiera que lea estas entradas sin tener porque ser yo el protagonista de las mismas, salvo que especifique lo contrario y exprese que tal o cual entrada hace referencia a un caso particular; el mío, por ejemplo.
Por lo tanto, siempre expresarán pareceres, vivencias y experiencias que se pueden dar en cualquier lugar, en cualquier tiempo y forma, y a cualquier persona.
Valía la aclaración.

Las madres. Todas. Bueno, o casi todas.

Esta Sra. no es mi mamá, aclaro,
pero representa muy bien gráficamente el tema que abordo
en esta entrada de blog.
Hay de todo en la viña, es cierto. ¿Y porque iban a ser las madres una excepción en esta afirmación que tanta verdad encierra?
Las madres, todo un tema que remite siempre a lo relacionado con la dulzura y la bonomía de aquella madre que con los primeros rayos de sol de la mañana comenzaba a labrar con sus propias manos la tierra y la vida, como lo expresa Peteco Carabajal en su canción Las manos de mi madre; justamente.
El tema es que no siempre es así, y generalmente las madres, que antes de serlo han sido personas individuales, guardan toda su vida esa individualidad que en definitiva las hace personas únicas e irrepetibles con todas las características que poseen las personas; ya sean hijos, tíos, abuelos o... ciudadanos. ¿Me explico?
En ese punto de la personalidad individual de ellas, las madres (que encierro dentro de este campo para hacer claro mi pensamiento acerca de la mía en primer lugar y, aventurándome un poco, de las demás a grandes rasgos después), es que no todo les es aceptable, perdonable (aquí se puede discutir según la relevancia de lo ocurrido) o tolerable ya que a veces se comportan ellas también mal o egoístamente aún con sus hijos aduciendo luego variadas justificaciones si se las pone en evidencia o se las increpa no dejando pasar por alto lo que han dicho o hecho.
Es así, son madres, sí, está bien; pero son personas al igual que vos, y que yo y creí que era momento de dejar constancia de esto en mi blog y, a mi humilde manera y con mis entradas, hacer justicia. Así lo sentí.

No cualquiera.


Yo tengo la enorme facilidad, el gran don y la preciada característica de ser feliz, al igual que tantos otros seguramente, con la más pequeña de las cosas que pueda llega a pasarme o me toque vivir; independientemente de lo que sea y signifique cada una de ellas.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Afortunadamente.

Se han ido los días fríos. Ya son parte de un recuerdo.
Y claro, estamos en noviembre y, aunque quizás vengan algunos días más frescos que otros, ya estamos en el tiempo donde las bajas temperaturas son un recuerdo.
Afortunadamente.

8N - ¡¡NO VAMOS!!!


miércoles, 7 de noviembre de 2012

El mar.

Amo el mar desde el primer día en que lo vi. Y la primera vez no fue de tan chico. Ya era más grande.
Amo el mar desde antes de conocerlo. Sí. Es así.
Siempre me gustó, me atrajo y pude saber que sería mi destino favorito cualquiera que lo tuviese como principal atractivo de su paisaje.
Soy plenamente libre, íntegro y feliz estando cerca de él. Y ni que decir si puedo zambullirme en su interior.
Todo en él me atrae. Todo en él me asombra. Desde su inmensidad hasta la particularidad de imaginar que más allá de lo que pueda imaginarme (valga la redundancia), en sus aguas profundas hay todo un mundo de seres vivos, tan fascinante como secreto, que siempre alucino con descubrir y explorar algún día.
Es así, todo, todo, todo me puede cuando hablo, pienso o imagino al mar.
Si lo tengo enfrente mi admiración no se acaba nunca y mi adoración crece a cada instante que permanezca en ese lugar, ante Él.
Algo más. Yo tengo un perro labrador retriever llamado Boro que también, al igual que yo, ama el mar; aunque Él lo conoció y se enamoró de él desde pequeño.
Somos dos, por lo tanto, quienes esperamos estar en su territorio siempre que podamos.

¿Será que como todo lo que llega en la vida después de mucho tiempo de desearlo jamás produce agotamiento, cansancio o aburrimiento y siempre se valora y disfruta?

martes, 6 de noviembre de 2012

Privilegiar a elección.

¡Cómo somos las personas que a veces pensamos o dejamos que privilegie por sobre nosotros mismos y nuestros pensamientos aquello que sentimos y nos pasa y que justamente no es lo más brilloso y luminoso que tenemos y que deberíamos relevar para sentirnos bien!
Es así, así somos, y esas cosas que son las que nos tienen pensando o nos preocupan o molestan a veces son las que privilegian su protagonismo por sobre las lindas, buenas y valiosas que se ven relegadas en su disfrute por estas otras que ostentan este título, muchas veces.
Por suerte está bueno darse cuenta y poder hacer un giro para dar ese protagonismo a lo que verdaderamente lo merece por ser eso que mejor nos hace en el tiempo presente, o estando a su espera y sabiendo que será motivo de alegría, placer, felicidad y buenos momentos o simplemente al recordarlo y disfrutarlo.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Salen cosas lindas, y hasta buenas, a veces.

Ya lo he comentado en alguna otra entrada de este blog, pero vale la pena volver sobre lo mismo ya que, amén de que ha sido hace mucho tiempo, es el motivo que origina las que yo considero las entradas más descontracturadas y auténticas que salen de mi.
Estas aparecen cuando estoy haciendo la salida larga de mi perro Boro, salida en la que terminamos en alguna plaza de la ciudad como punto de lugar que sirve para emprender el regreso a casa luego de más de media hora de descanso yo, y juegos y exploraciones variadas Él.
Bueno, es ahí, en estas salidas donde yo escribo las entradas de las que hablo y de las que creo que por hacerlas relajado, en un parque al aire libre, y en el contexto del paseo que le doy a mi perro que tanto amo, salen las publicaciones que más disfruto escribir y releer.
Básicamente este es el fin de la entrada que están leyendo, entrada que además está siendo escrita en una plaza, tirado sobre el césped y disfrutando del hermoso jueves 1º de noviembre de 2012, entre las 17:30 y las 18:00 horas.

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Si bien fue publicada en horario y día diferentes a los que fueron los de la creación de la misma, todo lo que acaban de leer es genuino y por eso, aunque fuera publicada a destiempo del momento narrado, así ha sido creada esta entrada, de la manera y en el tiempo y forma que elogio y considero el más oportuno para la creación.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Nuestro lugar en el mundo.

Son las ciudades un crisol de razas e ideologías que ya desde hace tiempo, en épocas de la inmigración que comenzó a principios y mediados de siglo pasado para no detenerse jamás, marcan a cada metrópoli como un lugar único, definido y a la vez muy heterogéneo de personas que viven, deambulan y hasta sobreviven en ella.
Cada una con su propia idiosincrasia y característica. Cada una con su estilo, mezcla de muchos estilos según sus barrios y la gente que los fue armando, que la representa ante las demás ciudades en el mundo.
Todas ellas, las ciudades, esperando ser visitadas ya que como suele pasar, a grandes rasgos no hay una que pueda llegar a resultar de antemano más atractiva que otra para descubrir, hablando de las ciudades que representan a las provincias (estados según el país) y porque no hasta los diferentes países de todo el mundo.
Mi ciudad, Buenos Aires, me encanta. La adoro. Disfruto mucho el hecho de vivir en ella. Descubro continuamente cosas nuevas y fascinantes en cada vuelta a la esquina que hago y nunca termino de conocerla y de sorprenderme por lo que voy encontrando en ella cada día.
Cada uno la amará y podrá hablar de su ciudad, seguramente; pero hay un punto en el que todos indefectiblemente vamos a coincidir y redundar y es en el de que no se puede no querer a la ciudad de uno, esa ciudad en la que se ha nacido, en la que se vive o, mejor aún, en la que se ha elegido para que sea nuestro lugar en el mundo.

jueves, 1 de noviembre de 2012

¡¡Qué HDP!!

¡¡Qué H D P!!
(Hipnotizadora De Perejiles)
Digo, porque sólo un grupo de perejiles prestaría atención a las palabras de esta mujer.



En la espera.

Muchas veces nos encontramos en una espera que no sabemos bien cuando terminará por el simple hecho de estar viviendo dentro de la misma como una modalidad de vida, por ejemplo.
Y ¿a qué me refiero básicamente con esto?
A que la mayoría de las veces somos parte de un colectivo que se mueve en pos de determinadas cosas, aún a sabiendas de que las mismas nunca se alcanzarán completamente ya que al llegar a determinado punto de su logro, el mismo logro se convierte en la base de salida para la siguiente meta a alcanzar.
Es así como sucede en muchos aspectos de la vida ya que de todos modos si lo pensamos bien, fútil sería llegar a alcanzar todas las aspiraciones que se tengan ya que de llegar a ese lugar ¿qué sería lo que sigue?, ¿hacia donde continuaríamos nuestro camino a partir de ese momento?
También es cierto que muchos podrán decir que lo que correspondería hacer, de llegara a alcanzar todos nuestros objetivos, sería descansar, disfrutar y solo observar, asociado este momento de nuestra vida como el de la vejez donde teóricamente todos debemos aspirar a llegar con el camino hecho y, de alguna manera, cerrado.
Pero, ¿realmente creen que eso es a lo que se debe aspirar al llegar a determinado momento?; teniendo en cuenta además que es tan relativo ese momento (vejez) en cada persona que según su forma, estilo y consecuencia de vida estaría llegando a él antes o después que otras.
Por eso, siempre estamos y estaremos -mientras vivamos- en la espera, que por cierto no siempre es dulce como la forma de referirse a ella que se da a las mujeres que están embarazadas, dentro de las cuales esa misma espera muchas veces también dista de ser dulce como se la denomina.
Entonces a esperar. A seguir esperando y a no desanimar que "ya vendrán tiempos mejores". Y si los que están viviendo les parecen que lo son (los mejores tiempos) igual, a no desanimar que la vida es un compás de espera.