jueves, 24 de abril de 2014

El dilema de decidir.

Es un momento en el que se debe discernir entre hacer algo o no hacerlo, sin que ese algo sea muy concreto o contundente pero aunque de todos modos su puesta en marcha derive en una respuesta que en este caso la otra parte entenderá y asumirá como última (al menos por ese momento) de lo que verdaderamente se trata muchas veces, lo que nos pone en una disyuntiva fatal de hacer algo por los demás o por nosotros mismos. Es decir, una encrucijada. Y en ese metier se encuentra toda persona que asuma llevar adelante su vida y para ello no declinar sus propias intenciones ante segundas y/o terceras personas. Es decir, siempre todos atravesamos en mayor o menor medida este tipo de experiencias que si bien parten de un intercambio de postulaciones entre dos o más personas terminan siendo absolutamente personales dado el carácter que ellas revisten al ser uno y nadie más que uno quien decida y dictamine sobre los pasos a seguir en la propia vida, a pesar o en favor de los demás.
Y la culpa podría devenir en este contexto de mantener o modificar lo decidido porque el ser humano tiene eso que es muy particular solamente en su especie de que cuando se privilegia a sí mismo, en muchas oportunidades, siente que está actuando u obrando mal. Todo esto, claro, producto de años y años de una educación no necesariamente adquirida adrede sino más bien respirada en cada cosa (religión, educación, "reglas" de la amistad, etc.) que se vive en esta sociedad que imparte que así debe ser.
Por eso es que hay que aprender a valorarse y a darse el lugar, y no solo hacerlo desde palabra sino también en la acción; y como seguramente al momento de poner en práctica tal postulado es muy factible que no resulte fácil hacerlo (producto de esa misma "educación" adquirida que no nos deja privilegiarnos sin sentir un dejo de culpas) es que hay que vencer ese freno y seguir adelante, simplemente privilegiándonos.
Hay que tener en cuenta, por otro lado, que privilegiarse no significa hacer siempre lo que uno se planteó como meta a pesar de lo que cueste, ya que a veces es muy oportuno considerar todo lo que entra en juego al momento de decidir(se). Y es cierto que también influirá todo aquello que venga a cerrar de alguna manera esa decisión que se tome, con inseparable peso del carácter del contexto y de la otra parte que está interviniendo en el dilema, por llamarle de algún modo.
Seres humanos somos, y seres sufrientes que padecemos, también; nada más y nada menos que eso somos. Eso hacemos en la vida que vivimos. No debería ser así, desde los padecimientos y sentires que se generan, pero ya se sabe que así aprendemos a vivir, bajo esa triste idea de que "a golpes se hacen los hombres" (genéricamente hablando e incluyendo en esos "hombres" tanto a varones como a mujeres, seres pertenecientes a la humanidad).
La clave, siempre abierta a ser modificada y revisada, es sentirse inmerso en este tiempo actual, este hoy, y actuar en consecuencia. De ese pasado lejano o cercano, inexistente por su ficticia consistencia en este momento actual, tendremos sin saberlo a modo de armas ingredientes para decidir en este tiempo, el único real y por ende el que debe ser valorado y tenido en cuenta. Del futuro, tan inconsistente e incierto como un paraje que se encuentra al menos a unos 20 km de distancia del lugar en el que nos encontramos en una ruta que vamos recorriendo por primera y única vez (comparada con nuestra vida) nada podemos prever ni suponer ya que además nuestro presente es tan extenso, que no termina nunca, que no podemos darnos el lujo de gastar energías y perder tiempo elucubrando sobre él, un tiempo irreal que aún no ha llegado.
Es así que no se decide sino desde una absoluta, construida y consciente experiencia de vivir en el tiempo real, el ahora, el único auténtico que, de inclinarse por la decisión acertada, termina convirtiéndola en la más oportuna para quien la comparte como para quienes participan, en mayor o menor medida, de ella.

lunes, 7 de abril de 2014

Desaciertos.

La chabacanería, el desatino, la mala ubicación frente a diferentes expresiones y manifestaciones de la vida, existieron, existen y siempre existirán.
A veces se plasman como una constante en alguien y solo salen de su ser todas emisiones de este tipo. Otras, aparecen de alguien más que parecía ser de las últimas personas en la lista en ofrecer tales demostraciones. Pero alguna otra vez, ese tipo de revelación, proviene de gente inimaginable, esa que se podría haber estado seguro que no aparecería con tales elocuencias, jamás.
Es así, todo lo que escribo, relato, detallo y muestro es porque ha tocado mi Ser, directa o indirectamente, y la chabacanería, confundida con desacierto, esta vez, me ha rozado. Y que feo se siente, che.