domingo, 22 de febrero de 2015

Lo malo solo lo será y estará si uno lo permite.

Si yo tuviera que ponerme a pensar en todo aquello malo que me ha sucedido en la vida y que considero feo, horrible y hasta injusto, al igual que cualquier persona enseguida tendría en mi mente muchos recuerdos que vendrían a ser ejemplos de esos momentos o acontecimientos, a no ser que se sea una de esas almas tocadas por algún mágico destino en donde nada malo me hubiera pasado jamás; algo que, por cierto, ya se sabe que jamás se ha dado con ningún ser humano. Pero siendo coherente, al menos con mi forma de ver y vivir cada segundo de mi existencia, la verdad es que debo decir que viendo los sufrimientos de seres que padecen realmente todo tipo de dolores, agravios e injusticias es que paso y tomo el camino de  fortalecer mi vida y atenerme a las consecuencias que de ella se desencadenen, sabiendo que serán solo experiencias que se vivan, con mayor o menor intensidad.
Y todos vivimos tiempos difíciles en nuestra vida, eso es indudable, y cuando adoptamos una postura de hacer de eso una constante, y hablo de hacerlo desde la recurrencia del sentirse protagonista de tales males y no desde el lugar de padecerlos realmente ya que hay una enorme diferencia entre una cosa y la otra pudiendo en la primera abstraerse uno de lo malo adoptando una postura más positiva ante la afrenta y en la segunda donde "no hay tu tía" ya que si se padeden los agravios se padecen y a veces no hay forma de frenarlos, es que estamos equivocando nuestro camino delegando nuestras fuerzas y nuestro escudo ante lo que venga a atacarnos.
Por eso, si nos movemos en campos de energías negativas, externas a nosotros, y queremos despojarnos en primera instancia de todo eso malo que estamos viviendo, lo que deberemos hacer es dejar fluir nuestro interior, nuestro Ser, hacia campos de energía limpia, luminosa y positiva que en primera instancia solo encontraremos dentro de nosotros mismos.
Es así que no seremos conscientes, por así decirlo, de males que nos quieran rozar y lastimar en cualesquiera de sus formas, porque quien se sabe alejado energéticamente de quien lastima y hiere, aunque esté físicamente muy cerca, es alguien que no será un blanco vulnerable de ser agraviado.
Porque pensemos en todas las personas que realmente sufren y no tienen a quien pedir ayuda ni auxilio inmediato por motivos evidentes y entonces nos daremos cuenta que siendo nosotros los dueños de nuestra vida y nuestras decisiones es que debemos ser también los protagonistas de nuestra defensa, indudablemente. Luego, entonces, si es necesario, recurrir al pedido de ayuda que necesitemos para que, continuando con el protagonismo de nuestra vida, podamos hacer lo que querramos con ella.
Entonces, que cuando debamos recurrir al pensamiento desgastante y oprimente de identificar nuestros males, dolores y sinrazones solo podamos ver que de haber estado han sido manejados y redireccionados bien lejos de nosotros por nuestra propia desición va a ser algo que vendrá a sellar tales pensamientos en forma positiva transformando este abordaje de pensamiento en una paleta de colores de la tonalidad de cualquier vida que vive y que, como tal, experimenta a cada paso diferentes sensaciones y nada más que eso. Lo malo, solo lo será y estará si uno lo permite. ¡No lo perdamos de vista!