miércoles, 30 de marzo de 2016

El recuerdo "manejable".

Muchas veces he llegado a pensar que la gente tiene la capacidad de olvidar algunas cosas por sobre otras.
En el caso de la gente muy buena ─demasiado buena─ tienen la virtud de olvidar todo lo malo para dejar prevalecer sólo lo positivo y, aunque realmente no olviden eso que dicen olvidar, van felices y tranquilos, y livianos, por la vida de acuerdo a la postura adoptada con respecto a sus selectivos recuerdos.
En el caso de gente específicamente jodida olvidan siempre todo lo malo que tenga que ver con ellos para recordar y sacar a relucir sólo lo bueno y lo que los hace quedar ─sentir─ bien.
Cada caso es personal y cada uno responderá de la forma que pueda ─como le salga─ con respecto a este tema de los recuerdos y su manejo a discreción personal para usar esta capacidad, de olvidar o de mantener vivo, en beneficio personal ya sea despreocupándose y pasándola mejor por haber olvidado o incentivando determinada sensación interna por mantener presente determinadas cosas.
Como lo personal generalmente no suele interesar en temas tan amplios y generales como éste yo solo diré que me encuadro dentro de alguna de estas posturas anteriormente descritas. ─Seguramente en alguna yo me encuentre, aunque no sepa muy bien todavía en cual de ellas, pudiendo hacer uso (o no) de los recuerdos a gusto y piacere.─
Somos el conjunto de todas las cosas que vivimos, experimentamos, atesoramos u olvidamos, por este motivo todo forma parte de todo y todo es parte de la vida, de la nuestra, y de la de todo el resto de las personas. C'est fini.

martes, 29 de marzo de 2016

Dato curioso.

¿Se han dado cuenta que cuando, en medio de una conversación, queremos indicar que algo es negativo en nuestro interlocutor comenzamos diciendo "a mí me parece que…" para luego continuar la oración; y si por el contrario ese algo es positivo decimos directamente "vos sos/estás…" y largamos lo que vamos a decir, así sin más?
No es algo que se me ocurra a mí, ni mucho menos, sino que está comprobado que así se da cuando tienen lugar una u otra situación ─decir algo negativo o positivo del otro en una conversación─ y escuché hablar de este tema en programa de radio durante el fin de semana y me pareció que no dejaba de ser interesante la idea.
Yo, por mi parte, opino que debe ser que, ante la objeción negativa que podemos llegar a hacerle a alguien, preferimos comenzar suavizando la sentencia con ese "a mí me parece que..." (o similares) que podría dar a entender que estamos aceptando, quizás de antemano y a modo de autoprotección, estar errados en nuestro parecer.
Y con respecto al tema de que cuando vayamos a decir algo positivo del otro no demos demasiadas vueltas o no andemos con rodeos me parece que tiene que ver con que cuando sabemos que vamos a expresar algo ─en definitiva─ bueno, y que por otro lado a todo el mundo le gusta escuchar sobre sí mismo, no precisamos de ningún artificio de protección previo y por lo tanto exponemos directamente la idea comenzando con ese "vos sos/estás..." (o similares).
Bueno, básicamente de esto trata la entrada que ofrezco en este momento, sólo de esto. Como les decía, al escucharlo durante el fin de semana en un programa radial, me llamo la atención darme cuenta de que nunca me había puesto pensar en esto, como quizás tampoco jamás ustedes lo hayan hecho, y por tal motivo, y porque ─repito─ no deja de parecerme un dato curioso, quise compartirlo con ustedes. Hasta otro momento.

lunes, 28 de marzo de 2016

Los boludos de Instagram.

Hay gente muy boluda que te sigue en Instagram para después dejar de seguirte una vez que consiguieron que uno la siga.
Realmente me parecen tan de cuarta en su proceder este tipo de usuarios ─que por cierto hay a montones─ que desde hace un tiempo he optado por dejar de seguirlos yo también, no sin antes enviarles un mensaje que diga, más o menos, algo así:

"¿Qué es esa estupidez de seguir a alguien para luego dejar de seguirlo?"

Y sí, con este tipo de gente tengo pocas pulgas últimamente y me doy el permitido de ponerle los puntos sobre las íes.
¡A ver si se pensaban que encima se la iban a llevar de arriba, así sin más!

sábado, 26 de marzo de 2016

Definitivamente, un llorón emocional.

Yo soy del tipo de personas que llora cuando se emociona; tal es así que cuando la emoción llega a mi pecho y está en su máxima expresión ─empapando todo mi ser─ no encuentra mejor forma de culminar su proceso que transformándose en lágrimas y expresando un absoluto sentimiento, genuino en todo su momento de desarrollo.
Así es que yo lloro cuando escucho alguna música específica que me conmueve, cuando miro alguna película que también moviliza mi interior, cuando leo y me encuentro en algún momento de un libro que apela a involucrar a su lector de sobremanera, cuando vivo determinados sucesos ─simples o extraordinarios─ y en tantos otros momentos en los cuales la emoción, además de ser la protagonista principal y exclusiva, como efecto supremo, me hace llorar.
Y no me avergüenza para nada reconocerme un llorón emocional, es más, me satisface en mi fibra íntima porque siempre consideré más auténticas ─menos falsas e hipócritas─ a aquellas personas que se permiten expresarse a como dé lugar antes que tapar, esconder, o reprimir alguna sensación o sentimiento que sientan o que les haya sido provocado por alguien o algo en determinado contexto.
¡Y guarda! que no ando llorando por cualquier cosa, entiéndase bien; sólo cuando por mi manera de ser aquello que vivo y experimento provoca en mí algo más que la simple apreciación, ahí es cuando se completa el círculo y finalmente me emociono, dicho con todas las letras.
Por eso, bienvenida sea la emoción, siempre, porque me ablanda el corazón, me fortalece el espíritu y sin lugar a dudas siento que me ayuda a ser un poco más sensible, entendiendo por esta noción ser alguien más auténtico.

viernes, 25 de marzo de 2016

Emergencia.

La mañana del jueves feriado, a eso de las 8 A.M., bajo a mi perro para que haga sus deposiciones porque la noche anterior no habíamos salido después de comer y en determinado momento, en la esquina de Juncal y Agüero de la ciudad de Buenos Aires en Argentina, donde vivimos, un joven de 33 años (lo supe después cuando dio sus datos al oficial de policía) me hace señas desde el cordón de la vereda de esa esquina en la que se encontraba sentado.
Debo reconocer que primero pensé que me saludaba, producto de una borrachera de la noche anterior a este primer día de feriado de fin de semana largo, pero enseguida me di cuenta de que lo que estaba haciendo era llamarme, y lo que es más importante, pidiéndome auxilio.
Sin demoras crucé, ya que yo iba por la vereda de enfrente, y este joven, que se encontraba con claros síntomas de descompensación de su salud, me explicó ─cómo pudo─ que iba camino al hospital que se encuentra a unas cinco cuadras de esa esquina porque sentía que se le estaba paralizando todo el rostro (sus músculos) pero que no podía seguir caminando por lo mal que se sentía.
También había sufrido algún tipo de temblor ─convulsión─ por lo que tenía gran parte de su lengua del lado derecho lastimada, mordida.
Y así estaba, y continuaba de esta forma temblando ─en su mandíbula inferior─ y casi ni pudiendo hablar para pedir ayuda. Por tal motivo enseguida, y al no haber bajado con mi teléfono móvil, divisé a una vecina que estaba con su perro también y que afortunadamente sí llevaba encima su teléfono. Ella, muy amablemente, accedió a prestarme su equipo y pude entonces llamar al 911, que es el número al que hay que acudir en estos casos de emergencia en mi país.
Tomaron mi pedido de una ambulancia y, a los pocos segundos, apareció un patrullero de la policía, que es quien se encarga de corroborar que las llamadas solicitadas para tal dirección no sean una falsa alarma o una llamada a modo de broma, y le pidió que se identificara o le diera un documento, a lo cual, y teniendo en cuenta los terribles impedimentos para hablar que tenía el hombre por encontrarse tan mal, esta persona accedió entregándole su cédula de identidad.
El policía que muy amablemente se acercó a nosotros ─al muchacho que necesitaba la ayuda, a la vecina que me facilitó el teléfono y que luego se quedó ahí con su perro y con mi perro asistiendo al joven, y a mí; además de a un cuarto vecino que como todo señor de avanzada edad se quedó allí, primero para mirar la situación y luego para involucrarse también permaneciendo─ estuvo muy presto en todo momento solicitando y reiterando el pedido al 911 en más de una oportunidad, todo esto una vez que corroboró que mi llamada no había sido en vano y procedió a rectificar mi pedido.
A esta altura yo pensé que las cosas iban a ser más rápidas y fluidas, pero no fue así y tuvimos que esperar más de 45 minutos a que llegue la ambulancia para que una vez allí, el médico y el enfermero de rigor, comenzaran a hacerle un interrogatorio ─innecesario bajo todo punto de vista para las condiciones en las que se encontraba este hombre─ para por fin, finalmente, acceder a subirlo a la ambulancia y trasladarlo hacia el hospital. Fin de la historia.

Volví a casa con mi perro entonces, pero me quedé pensando en lo que había sucedido y en que todas las cosas se dan por algo ya que en determinado momento de nuestra primera salida de ese día había pensado en tomar otro camino pero finalmente hice el que suelo hacer por costumbre, y al no tener otra cosa que hacer en esa jornada matutina caminamos los dos muy despacio y tranquilamente apreciando la linda mañana que teníamos frente a nosotros, motivo por el cual pasamos exactamente en el momento justo para poder estar ahí y colaborar en lo que pudimos con este joven.
Me quedo con eso, sí, porque me gusta encontrarle el porqué a las cosas, y si ése porqué puede ser positivo, mejor todavía. Éste chico, llamado Fernando, finalmente puedo ser trasladado hacia el hospital al que de movida se trasladaba por motu propio y no puedo llegar.
Espero que todo haya ido bien y que la ayuda que brindamos haya servido para que él se recupere y se sienta mejor. Yo me quedo feliz a pesar de que lo narrado no invita a sentirse así porque ante mi prejuzgar pensando en una borrachera antes que nada, y pudiendo haber continuado mi camino sin prestar atención a esta persona, no me quedé con esa apreciación fea y desconsiderada que salió de mí ─de la cual me arrepiento─ y me acerqué a él y todo continuó como ya les he contado.
Continúo con mi vida, obviamente, pero he continuado pensando en él y deseando que se mejore y se encuentre bien. Se notaba claramente que poseía un problema neurológico anterior a esta descompensación que experimentaba en ese momento y además se lo veía tan desamparado y tan sólo que sólo eso puedo desearle de todo corazón y con mi más sincera intención, salud.

miércoles, 23 de marzo de 2016

Obrar en consecuencia.

Cuando es tanta la mala onda recibida el cuerpo pasa factura, indefectiblemente. Y si uno ya está acostumbrado, y por tal motivo no deviene la aflicción o la amargura espiritual ─al menos esa que lo destruye a uno exteriormente y es muy visible para los demás─ seguramente que cuando la embestida es brutal y psicológica, a un extremo elevado, sobrevendrán otro tipo de manifestaciones, mínimo un fuerte dolor de cabeza.
Porque mucho se ha dicho de que quien agrede en definitiva lo que necesita es ayuda más que el agredido, y que quien maltrata en alguna de las formas en las cuales el maltrato se puede hacer presente lo que está haciendo es dando un grito de pedido de auxilio y socorro, y tantas otras cosas de ese estilo; pero en definitiva quien asume la parte de ser maltratado, aunque quizás no esté dando ese grito, seguramente va a sentir luego alguna secuela ante tanto "griterío ajeno".
Y es loable no abandonar el barco en la primer tempestad, quizás sin saber que ese maltrato que se está haciendo visible por primera vez en ese momento es un pedido de auxilio, y quizás dando una oportunidad a toda la navegación movidos por el natural criterio humano de tratar de apostar a lo mejor en todo, siempre. Pero también lo es saber distinguir cuando ya nada se podrá hacer en ese viaje y entonces, por lo tanto, buscar la mejor forma de poder salirse de esa ruta que sólo va a remitir a un daño constante, con interrupciones momentáneas y esporádicas, cuando no continuo.
Y la forma de manejar todo esto no tiene una regla universal ni un manual para aprenderla y ponerla en práctica; la forma será dada por cada quien esté atravesando ésas embestidas de mala onda y maltrato, y la manera en la que surja y se manifieste siempre será válida y no reprochable, teniendo en cuenta que muchas veces el campo de acción se ve absolutamente limitado, y por tal motivo cuando logra ser vulnerado, por más mínimo que sea el paso llevado adelante, éste deberá ser aplaudido y valorado.
Que es la vida, entre muchas cosas, un camino de sufrimientos, es algo real pero de nosotros depende darle un corte concreto a esa noción para transformarla en algo realmente luminoso y valedero, o al menos más tranmquilo y pacífico. Porque, aunque un sufrimiento comparado con otros quizás sea mínimo, todos los sufrimientos son reprochables y detestables y cuando se ha sufrido tanto siempre será el momento oportuno para dejar de hacerlo.
Por eso a privilegiar el propio sufrimiento, a no desmerecerlo, y a moverse en consecuencia de éste para poder apartarlo de nuestra vida. Se ha dicho mucho acerca de este tema y es hora de empezar a hacer algo más allá de escribir o leer sobre el mismo. La vida es mucho más que un relato y por tal motivo debemos obrar en consecuencia.

martes, 22 de marzo de 2016

A dormir...

Cuando el sueño apremia
no hay nada más lindo y más oportuno
que dormir.

Siendo exactamente las 23:27 horas
de este martes 22 de marzo de 2016,
les digo buenas noches
a todos y a todas ustedes
y me voy
a la cama.

lunes, 21 de marzo de 2016

Y será lo que deba ser.

¡Qué desgaste continuo representa no poder entablar ningún tipo de diálogo, bajo ningún punto de vista, con una persona! Cuando sólo se puede hablar para asentir, elogiar, o en última instancia ─adivinando─ decir lo que la otra parte quiere escuchar es imposible poder establecer el verdadero diálogo donde ambas partes se expresan libremente, intercambiando opiniones y pareceres, para llegar a un punto de equilibrio entre ambas ponencias.
Y resulta agotador tener que estar siempre a la orden del día con respecto al tema de no permitirse nunca alguna expresión o pensamiento porque sí, para evitar los diferentes desencadenamientos a posteriori al no ser éstos, en algunos casos, del agrado de la otra parte.
¡Es que no siempre se puede estar de acuerdo en todo ─ni tan siquiera eso─ y es sano discurrir en la forma de pensar y ver las cosas!
El ver una misma cosa desde diferentes lugares y puntos de vista es algo completamente normal, y claro que las ópticas que se le den a un mismo panorama siempre van a ser dispares según de donde provengan; pero esto no tiene porque representar un problema mayor que determine que todo se pudra de un segundo al otro.
El expresarse independientemente, no importa bajo qué influencias pero espontáneamente al fin, nunca debe ser reprochado ni censurado, mucho menos cuando la otra parte sí lo hace, no tolerando, en forma claramente contradictoria, lo mismo para el resto, o al menos para una única parte; y ya se sabe que con que la prohibición sea sólo para una parte es reprochable y no debe ser aceptada bajo ningún punto de vista.
Reza un dicho: "tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe" pero esto no siempre es así; de serlo, esa parte inamovible frente a la tolerancia del otro pensamiento tendría que ir ablandándose y permitiendo la expresión, pero no siempre sucede así; es por lo tanto en este momento del relato sólo una frase risueña que comprueba que no siempre tiene lugar en la realidad.
Las palabras muchas veces pueden transmitir fidedignamente una situación y contexto, otras quizás no, pero lo cierto es que en la mayoría de los casos el hecho de reflejar una experiencia y permitir a su emisor expresarse a través de ellas viene a salvar y a sanear un poco tanta amargura y aflicción.
Y será lo que deba ser, con respecto al desarrollo futuro del trato y de las instancias de diálogo venideras, pero en definitiva es bueno saberse ubicado en el lugar que, al margen de los motivos o incentivos que se posean para pensar diferente y cada tanto permitirse expresarlo, nos sitúa del lado más flexible y permisivo y no del autoritario, violento y, resumiendo toda la historia, inmaduro.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Ser invisible.

No se necesita de ningún poder especial, en determinados contextos, para lograr la facultad de poder ser invisible. De hecho, muchas veces y en forma paulatina ─aunque otras también de manera abrupta y concisa─ nos volvemos transparentes e inexistentes, como quien puede desaparecer a su gusto, pero en este caso no por gusto propio sino por el gusto y la decisión de los otros.
Ser invisible en algunos lugares no molesta, no provoca nada realmente, pero serlo en otros, en los que mínimamente se desearía ser visto ─tenido en cuenta─ provoca una sensación de hastío, impotencia y bronca.
Y sucede que, con el tiempo, uno se acostumbra a no existir para determinadas partes, y con el paso de los años y luego de tanto tiempo de no ser apreciado se entra en la etapa en la que no se desea bajo ningún punto de vista, y ahora sí por propia decisión, ser falsa o hipócritamente considerado.
Tengamos en cuenta que la gente, básicamente egoísta y desinteresada por todo lo que no sea su acotado clan, es propensa a caer en estos deslices sociales de ignorar ─pasar años haciéndolo─ evidencias fehacientes que tiene frente a sus narices, cagándose en ellas. Pero que todo esto, anteriormente narrado, se vea acrecentado, motivado, generado o promovido por un motor que, en aras del siglo XXI que transitamos es deplorable que aparezca, como es el de una identidad sexual "del invisible" que quizás no termine de cuadrar del todo en algunas mentes, hace que toda esta invisibilidad e imbecilidad se torne de un carácter tristísimo y patético.
Y sí, es así, mucha gente todavía, aunque lo desmienta o intente desatenderse del caso ─ella o quienes fútil y banalmente salen en su defensa con argumentos tan endebles como sus propios enunciados─ sigue movida por esa conciencia pacata, pedorra.
Y a mí no me lo contaron, para nada, y lejos de fabularlo o crear un relato para compartir en esta entrada de blog puedo decir que es algo que he vivido hace años, optando finalmente por acostumbrarme, y por tal motivo puedo narrarlo de manera minuciosa y detallada, si se quiere.
Y como decía, uno se acostumbra a todo, pero no por eso deja de sentirlo, cada tanto al menos, cuando se dan situaciones en las que bajo una normalidad de trato/relación las cosas se darían de una manera y, teniendo en cuenta todo lo hablado anteriormente, ante esta realidad las cosas no se dan de ninguna manera, por la sencilla razón de esa invisibilidad o trato inexistente; algo que en cierta forma viene a recrudecer todo lo que uno intenta olvidar, sobrellevar y encarar desde otra óptica, la óptica del prescindir de un trato que no nace de la plena convicción de la otra parte y asumirse invisible olvidándose de esto para no cargarlo como algo angustiante o indignante. Pero no, se ve que la fibra herida o menospreciada no deja de doler, o de molestar un poco finalmente, a pesar de los esfuerzos para ignorar tanto desprecio.
En fin... siempre hubo todo tipo de gente en este mundo y, en suerte ─o en ausencia de ésta─ a algunos, a veces, les toca tener que chocarse con ella, volviéndose invisibles indefectiblemente, por esas vueltas o rulos que tiene la vida.

martes, 15 de marzo de 2016

El veraneo.

Las vacaciones de verano fueron, son y serán siempre el momento de esparcimiento favorito de todas las personas. Es durante este tiempo donde la gente logra alejarse de todo lo que implica su vida diaria y llevar un ritmo absolutamente diferente al cotidiano. Todo esto, claro, siempre que uno pueda alejarse de su lugar de residencia habitual y pasar una suma considerable de días en un lugar completamente ajeno a todo lo que tenga que ver con sus movimientos laborales y de cualquier otro tipo de obligaciones diarias.
El periodo estival siempre invita a relajarse y a hacer cosas que uno no suele hacer durante el año, ya sea por falta de tiempo, por acotada iniciativa, o simplemente porque nunca se nos cruzaría por la cabeza algo así.
Pero durante el tiempo de las vacaciones todo es posible, y hasta las ganas aparecen e invitan a sumarse a ideas que en otro tiempo jamás serían consideradas para llevarse a cabo.
También, además de la relajación propia de estos tiempos de descanso, aparece la actividad excesiva en todo tipo de actividades que tampoco se realizan durante el año; por todo esto es un tiempo tan variado y sorprendente en el que generalmente nunca se tiene una agenda fijada ni mucho menos todo estipulado ─a modo de tener que estar cumpliendo diferentes horarios de una forma casi obligatoria─ que podríamos decir que es el tiempo ideal con respecto a todo el resto de los demás tiempos. (Todo esto, claro, cuando se va de vacaciones de verano a la playa, en tren de disfrutar, y no cuando se realiza un típico viaje ─quizás a otro país lejano─ en donde sí hay que cumplir con horarios y actividades estipuladas que han sido contratadas para realizar diferentes tipos de excursiones, por ejemplo.)
Y todo puede pasar durante las vacaciones, pero lo más importante es que se disfrute, se descanse, se despeje la mente, se liberen las tensiones, se carguen las pilas para continuar con el resto del año y se llene el alma, el corazón y la mente de buenos momentos, también para usarlos como motor en tiempos que nada tengan que ver con este tan precioso.
Felices, entonces, de todos los que pueden vacacionar en diferentes lugares y pasar una suma de días del verano que siempre resultan tan inolvidables y atractivos vistos desde el recuerdo.
Yo soy uno de esos "felices" que cada enero, a comienzo del nuevo año, pasa sus días junto al mar disfrutando y agradeciendo constantemente la dicha de poder hacerlo, teniendo bien presente el privilegio que representa vivir ese tiempo de playa y sol y nunca acostumbrarse a ello como si fuese algo que debería darse siempre en todos porque de hecho no es así y siempre está bueno ser agradecidos por las cosas que tenemos y disfrutamos como quizás otros no tengan la dicha de poder hacerlo.

domingo, 13 de marzo de 2016

A esperarlas o generarlas.

¡Qué sería de la vida de la gente si no tuviera pequeñas o grandes motivaciones por delante! Las motivaciones, sean del estilo que sean, vienen a despertarnos nuevamente luego del letargo de la carencia, a reactivar esa electricidad que nos hace sentir más vivos que cuando andamos por la vida sin ningún otro propósito que vivir.
Es hermoso encontrarse esperando algo, deseando que llegue una determinada fecha en el calendario, esperando un momento exacto en el año o poniendo quizás todas las expectativas en un acontecimiento preciso porque eso también nos hace estar más enérgicos y curiosos, además de sentirnos con muchas pilas para transcurrir el tiempo presente hasta ese punto concreto anhelado por el motivo o la circunstancia que sea.
No estoy descubriendo la pólvora, lo sé, pero estoy poniendo en valor ─nuevamente─ algo que, quizás en la rutina diaria y en la velocidad del día a día en la que vivimos, perdemos de vista y nos resulta difícil focalizar ante tanto "ruido".
Por eso, breguemos por motivaciones, o como deseemos llamarles, que nos van a hacer sentir más vivos que cuando nuestra vida no las encuentra.
Vivamos atentos para darles la bienvenida y si no aparecen seamos nosotros quienes podamos generarlas para que, una vez instaladas en nuestro horizonte, nos motiven a esperarlas y modificarnos absolutamente para cuando lleguen. De eso también se trata todo esto, nuestra vida.

viernes, 11 de marzo de 2016

Nada de pensar que todo va a empeorar.

Muchas veces cuando uno se encuentra con un par de contrariedades en su vida, contrariedades que se van sucediendo una tras otra como no ocurre en otros momentos, todo parece dar a entender que esta situación seguirá constantemente también sin detenerse, y es por eso que inconscientemente nos vamos ubicando nosotros mismos en ese lugar de eterno padecimiento.
Asumimos que todo nos va saliendo mal y es entonces que llegan a nosotros cientos de razonamientos de lo que pudiere estar pasando. Generalmente, en estos casos, todos esos razonamientos se ven influenciados por la desazón de sentirnos con una mala racha y por tal motivo no son verdaderas conclusiones de lo que realmente está sucediendo en nuestra vida.
Debemos, aunque resulte bastante complicado, tratar de bajar al máximo posible nuestras expectativas con respecto a lo que vemos que nos está sucediendo y a lo que pensamos que podría seguir dándose sobre nosotros. Nada debe llevarnos al lugar del pensamiento de que ya nada se puede hacer más que ponerse mal, fastidiarse con uno mismo y con los demás, y reaccionar de manera negativa para de esta forma, retomando la idea de ubicarnos nosotros mismos en determinado funesto lugar, seguir fomentando ese desarrollo de lo que nos acontezca.
Que siempre las personas pasamos por diferentes momentos en nuestra vida eso no es novedad, por lo tanto para que lastimarse uno mismo adrede con hipótesis falaces de lo que ocurre si, después de todo, lo que sucede por algo sucede, y porque no tratar de ver todo aquello que "no nos está sucediendo" ─que podría ser peor que lo sucedido─ para de esta forma seguir adelante sin esperar una nueva catástrofe al nivel que sea, aspirando a vivir más relajadamente y de una manera más descontracturada de ahí en más.
Deseaba remarcar esta idea porque quizás le haga bien a alguien que esté atravesando por un momento así en su vida y no pueda divisar un horizonte luminoso y positivo más allá de su presente y porque con cada reflexión que brota de mi interior yo también puedo rever serenamente la esencia de lo que puede estar pasando en mi vida sin caer en esto mismo de lo que hablaba, eso de pensar que todo es una racha que no se sabe cuándo terminará.
Yo escribo para mí y para quienes deseen compartir ─haciendo suyas mis palabras─ lo que aparezca algún que otro día en este blog, mi lugar de expresión. Gracias entonces porque, al margen de que sus lectores sean uno o muchos, ya me siento gratificado al momento de permitirme volcar mi expresión para que, quizás a partir de ella, podamos todos, o al menos algunos, seguir avanzando, creciendo y compartiendo desde lo simple y lo cotidiano aquello que también hace y forma parte de nuestra vida.

domingo, 6 de marzo de 2016

¡Son ellos!

Los animales tienen la grandeza de carecer de ese defecto tan cruel que poseemos los seres humanos y que nos hace irremediablemente solitarios en determinado punto de nuestra vida, el egoísmo.
Es en su pureza donde ellos vienen a completar la vida del hombre o de la mujer que pretenda vincularse de alguna manera a alguno de ellos, ya sea con uno de una u otra de las tantas especies que conforman este maravilloso mundo animal.
Contrariamente a lo que se da por supuesto de que la evolución vino para nuestro lado, para el de los seres humanos, y que ellos, los animales, han quedado en el estado salvaje del principio de los tiempos, no es tan así ya que si analizamos la evolución que éstos han tenido y como han avanzado para poder adaptarse, relacionarse, convivir, y sobrevivir en un mundo dominado y manejado para gusto y piacere del hombre, fácilmente podemos darnos cuenta que la evolución también se ha operado en ellos.
Así mismo podemos observar como ellos han podido entender y mantener reglas básicas de convivencia y de respeto hacia el otro que nunca se han modificado y seguirán estando entre ellos por siempre, a diferencia de como ha ocurrido entre nosotros ─con el tema del respeto y la convivencia─ en donde todo ha perdido su real significado y cada vez nos encontramos más solos y apartados de todos, en el mundo, aunque en apariencia exterior, y visiblemente para los demás, estemos rodeados de gente.
Por eso yo soy de los que creen que el respeto y la admiración que debemos mantener, y en primera instancia sentir, por el mundo animal deberían ser superiores que los expresados por la religión, la política, la cultura, y la tecnología, entre otros por ejemplo.
Son los animales un faro luminoso y radiante en la oscuridad que atraviesa el ser humano y las sociedades modernas y todavía la mayoría de las personas no se ha dado cuenta de ello. Todavía buscamos no sé qué en no sé dónde y los ejemplos, los peores, aparecen por todos los flancos y nosotros nos dejamos absorber por ellos en lugar de poder decidir si seguirlos o no.
Afortunadamente los animales seguirán estando allí (a no ser que la mano del hombre haga algo pertinente para que así no suceda) y por tal motivo en algún momento, cada día, alguna nueva persona prestará atención a lo que ellos representan (lo que podrían representar para su vida) valorándolos de diferente forma, y entonces será el momento de celebrar que por fin, alguien más, alguien nuevo, ha comenzado a respetar, considerar, y dar el lugar que corresponde a estos seres a los que debemos estar agradecidos por no modificarse en su esencia y seguir siendo hitos de pureza y de bondad entre la miseria humana.

viernes, 4 de marzo de 2016

Compartiendo.

Este es un blog para expresarse. En este caso yo, su creador y propietario, me expreso a través de las experiencias que se atraviesan en el camino de mi vida.
Básicamente a eso se refiere este sitio web y aunque en algunas oportunidades, a través de algunas entradas, puede resultar algo aburrido o falto de interés para algunos lectores virtuales, sé que en otras, y al tratar temas que pueden darse en cualquier lugar y en cualquier persona, su lectura puede resultar también interesante.
Yo he aprendido, luego de muchas lecturas y experiencias vividas, que no hay nada mejor que verse reflejado en una reflexión, idea, relato para caer en la cuenta de donde uno se encuentra con respecto a su vida y a todo lo que tiene que ver con ella.
Y como muchas veces, de estos textos que uno se encuentra y lo hacen pensar un poco las cosas, salen consejos (y porque no soluciones) es interesante no descartar nada antes de tiempo ni prejuzgar algo sin saber de qué se trata, y sacar provecho de todo lo que incorporemos a nuestra vida, sea por el canal o por el puente que sea.
Espero que ya sepas de que hablo cuando me refiero a mi blog, pero si esta es tu primera lectura en De todo como en Botica, agradezco que hayas pasado por aquí y te invito a que leas algunos títulos y los primeros párrafos de cada presentación para ver si te atrapa alguna de ellas. De hacerlo así comprobarás que cuando he dicho que esto se trata de un lugar para expresarse estaba resumiendo bastante bien la idea; y si por el contrario ya no te interesa continuar navegando por mi sitio te agradezco nuevamente que hayas aguantado la lectura de esta entrada hasta el final y te deseo que encuentres mucho y muy buen material, por ahí, por donde sea, porque de eso se trata también una parte de esta vida: de nutrirnos de experiencias ajenas y compartir las nuestras, las propias.

jueves, 3 de marzo de 2016

Toda una mujer.

Leer a Clarice Lispector es tan atractivo, desde el primer momento en que se aborda su obra, porque en esa simplicidad de retratos que van apareciendo a medida que se la lee uno, en mi caso, sin ser necesariamente del género femenino, puede llegar a tener cabal comprensión de los estados comunes y ordinarios ─para nada extraordinarios─ que atraviesan las protagonistas de sus historias.
Y ya sea que se lea un cuento, una novela, o cualquier otro formato de presentación de las palabras que transmita emociones, y haga pasar al lector por diferentes estados de ánimo, con Lispector todo redunda en una conjunción de estilos ya que aunque se esté navegando por las aguas de un cuento siempre nos rozará y empapará lo poético de la narración, su poesía, su forma ensayística pura, y toda esa cotidianidad que bien podría salir de un artículo periodístico, por ejemplo.
Y su universo, estelar de mujeres comunes, reales e intemporales, siempre abatido y agobiante, además de chato y básico, no deja de resultar increíblemente auténtico en todo aquello que comienza a transmitir desde el primer renglón de cada texto.
Es claro también que ella, Clarice, es un fiel reflejo de la vanguardia de su época (Tchetchelnik, Ucrania, 1929─Río de Janeiro, Brasil, 1977) pudiéndose compararla con grandes escritores y escritoras que la precedieron o compartieron una misma época de creación literaria ya quede hecho es considerada una de las grandes, sin dudas, y ha dejado un legado inimitable de creatividad, sensualidad, identificación y genio en sus letras.
Es de esas escritoras que hay que leer en primer lugar por ser de esas mujeres que se atrevieron, desde su pluma, a cambiar el relato de lo que se quería contar y la forma de plasmarlo en el papel, y luego por el valor que representa su lectura y la modificación que se opera en quien se sumerge en su inspiradora obra.
Clarice Lispector, mucho más que un nombre. Toda una mujer.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Nunca está de más hablar de Ella.

Todos nacemos para ser felices, de eso no cabe ninguna duda. Pero el tema es que a medida que vamos creciendo y desarrollándonos mental y espiritualmente, como personas, muchas veces el camino para alcanzar la felicidad se complica sustancialmente.
Y no es que sea algo que nosotros vayamos generando a conciencia, es decir de una forma programada, todo esto de entorpecer el real deslice hacia la felicidad. Muchas veces, la mayoría de las veces, uno aspira realmente desde el fondo de sus entrañas alcanzar esa meta tan deseada y sin embargo, aunque no sea un propósito que se logre de una vez y para siempre sino algo constante y de cada momento, parece imposible e irrealizable.
Y siempre, el ser humano, encuentra caminos paralelos para desviarse de ese sendero, y siempre también, afortunadamente, podrá retomarlo y encontrar nuevos caminos, también paralelos, para re-encausar el viaje a ese destino soñado.
Y quizás sea que es imposible tener una vida 100% feliz, ¿quién sabe?, y quizás también sea cierto que esos momentos de infelicidad, opuestos a todo lo imaginable de la meta deseada, vienen a representar una puesta en valor de lo que desde siempre estamos deseando alcanzar, eternamente.
Por eso no debemos desanimarnos y, muy por el contrario, debemos seguir caminando (si es necesario corriendo) hacia ese lugar que nos espera en más de una oportunidad a lo largo de toda nuestra vida, ya que siempre detrás de cada esfuerzo y constancia que nosotros pongamos de nuestra parte el camino, el Universo, nos estará premiando y abrazando con esa dicha tan esperada.
Lo demás sólo será que nos permitamos disfrutarlo, porque tampoco vale la pena estar indefinidamente detrás de algo que nunca podamos apreciar o aprovechar, cuando está frente a nosotros, por el simple hecho de postergarlo para generar una nueva escalada hacia otra nueva meta de felicidad por el solo hecho de estar siempre tras su búsqueda. ¡Para nada!, se busca y cuando se alcanza se debe disfrutar. El tiempo sólo dirá, y determinará, cuando hay que encontrarse tras una nueva meta que, por supuesto, volverá a estar llevándonos hacia el mismo lugar, ese de la tan ansiada satisfacción de la felicidad.