viernes, 16 de octubre de 2015

El valor de cada momento.


Creo que la vida, en su faceta de lo que podríamos llamar destino, nos sorprende continuamente y nos ubica en el lugar que (haciendo una retrospección) quizás jamás hubiéramos imaginado que íbamos a ocupar.
Porque seguramente hoy estamos en un lugar en el que, consciente o inconscientemente, hemos estado trabajando y moldeando (ese destino) para llegar a ocuparlo pero por otro lado, si nos ponemos a pensar, jamás hubiésemos imaginado encontrarnos en tal lugar hace una o dos década atrás.
Y todo esto es lo que me inspira hoy a escribir esta entrada de blog, ya que me veo y veo a quienes me rodearon hace mucho tiempo atrás, y de alguna manera siento que, con mayores o menores modificaciones, todos nos encontramos en un lugar diferente al de aquel momento.
También sucede que no siempre nos movemos y cambiamos rotundamente, por ejemplo, pero es muy cierto que quienes parecen estar igual que hace un par de años atrás seguramente han tenido otra etapa de su vida en la que han hecho un gran cambio y vuelco o por el contrario la tendrán en otro momento. Al menos eso es lo esperable para cualquier persona ya que los cambios y los sacudones en la vida son los que nos ayudan a crecer y en definitiva a estar bien, mejor.
Pero es cierto que mirar hacia atrás en forma personal o intentando hacerlo con la vida de otras personas, todas conocidas y relacionadas íntimamente o muy cercanas a uno, no deja de provocarnos cierta tristeza ya que los cambios, sea cuales fueran todos y cada uno de ellos, van a significar la modificación de una estructura y un contexto que seguramente ahora miramos por no dejar de añorarlos o extrañarlos en el "como se dieron" en ese entonces.
En definitiva, todo es parte de la vida, de los cambios que comienzan a verse desde el momento en que llegamos a este mundo sin haberlo pedido pero no pudiendo hacer otra cosa más que aferrarnos a él y empezar a dar los primeros pasos. Todo muy lindo y a veces también muy feo, pero como decía, todo parte de la vida.
Siento y escribo porque me hace bien hacerlo. Tanto sentir y permitirme experimentar todo esto que relato como escribirlo. Son pequeñas catarsis que de no hacerlas no pasaría nada, pero quedarían guardadas, no reveladas, o sencillamente ocultas cuando no hay ningún motivo para que así sea.
Seguiré sintiendo entonces y, cuando me encuentre en condiciones y con ganas, escribiendo aquello que sienta y que seguramente le pasa a más de una persona al igual que a mí.
Y cada momento de la vida es el mejor, cada etapa es la que debe brillar y resplandecer, y así lo he entendido y aprendido desde hace tiempo viviendo mi presente como el único momento realmente valedero para poner en valor (valga la redundancia) pero no dejando atrás tampoco los buenos tiempos que se han vivido o que seguramente estarán por venir.