martes, 28 de octubre de 2014

A veces sucede.

Muchas veces la vida nos pone frente a una encrucijada y es ahí donde nos damos cuenta que vivir es mucho más que transcurrir los días, ya sea en el estudio, en el trabajo o en la vida misma de todos los días.
Entendemos, o comenzamos a entender, que cuando todo está "en su lugar" y el único sobresalto que tenemos es al escuchar el reloj despertador para levantarnos por las mañanas en realidad estamos dentro de una onda absolutamente expansiva que va cegando y entorpeciendo nuestros sentidos para sosegarlos dejando que se acostumbren a aquello que viven y experimentan continuamente.
Por eso cuando aparece un hito que modifica o intenta modificar esa vida común de todos los días sentimos confusión, mezcla de entusiasmo y desánimo, de opresión y tristeza, de alegría y abatimiento; todo esto expresado en inquietud, curiosidad y miedo.
Y si llegan las cosas, bajo la forma que sea, es porque debían llegar. Es así. No hay otra cuestión con respecto a este tema ya que es sabido que si algo aparece en determinado momento de la vida, y no antes o después, a la larga podremos darnos cuenta de que era porque debía materializarse en tiempo y forma como y cuando lo hizo.
Son las cosas de la vida, de todas las vidas, ya que no creo que exista alguna que pueda estar indemne a alguna modificación de estas que tiran abajo todas las estructuras antiguas despojando a su protagonista de toda idea o noción preconcebida.
Por lo tanto cuando se sienta, o mejor dicho se vea, esa dificultad que podría ser sinónimo de cosquillas en el cuerpo, que podría ser sinónimo de reactivación, que podría ser sinónimo de angustia, que podría ser sinónimo de incertidumbre, que podría ser sinónimo de movimiento, que podría ser sinónimo de felicidad, que podría ser sinónimo de cambio, no seamos bobos pensando que a uno no le puede llegar el tiempo de ser otro, de encontrarse finalmente a sí mismo y de intentar por fin andar por los caminos que verdaderamente desea.

viernes, 24 de octubre de 2014

Acerca del amor y de lo esencial de compartirlo.

Son los perritos que se acercan a mí, cariñosos y con ganas de recibir afecto (casi todos, salvo algunos rehacios a interactuar), aquellos que me ganan el corazón inmediatamente y no me dejan opción al sentir que quiero llevarlos conmigo, para que puedan ser felices y amados y cuidados como yo cuido a mi perro y lo haría con cualquier otro perrito sin importar su origen y su estado.
Entre animales y seres humanos yo no distingo en preferencias estipuladas o exclusivas de unos sobre otros; para nada. Y no lo hago como algo altruista o de parecido talante sino porque yo también aprecio ese afecto puro, absoluto e ininterrumpido que brota de ambos, sí, pero especialmente lo hace de ellos, los animales, y específicamente de los perros como de ningún otro ser vivo.

Por eso, ante mí puede abrirse el más amplio abanico de seres humanos que ante mi elección conciente y espontánea la dirección de mis preferencias irá seguramente en pos de quienes no lo integran, sencillamente por ser animales, por ser perritos.
Y dentro del universo animal, al menos en esta época de mi vida, escojo a los perros, claro; esos ángeles de cuatro patas que buscan expresar tanto amor contenido dentro de esos cuerpitos negros, blancos, marrones, amarillos o con machas y que al igual que quieren compartir su afecto con la raza humana también esperan recibirlo de parte de ésta, desesperadamente.
Una vez leí por ahí algo que movilizó mi fibra más íntima y me dejó pensando. Por tal motivo termino estas líneas con ese hallazgo que espero los haga pensar al igual que lo hizo conmigo acerca del amor y de lo esencial de compartirlo con seres de este nivel de bondad:



          Un ser humano se pregunta: "¿Qué se sentirá ganar la lotería?"

          Y un perro le responde: "Lo mismo que siente un animal de la calle cuando es adoptado."


jueves, 23 de octubre de 2014

Uno ha sido, es y será el dueño.

Muchas veces he supuesto que todo en la vida es por algo, y que en su defecto todo se da porque así lo predisponemos nosotros mismos para que suceda.
Pensar, todos pensamos en mayor o menor medida en las cosas que nos van sucediendo y creo que es pertinente darse cuenta que todo se desencadena, se da, por movimientos anteriores que nada tienen que ver con una originación espontánea sino que por el contrario, en su universo de causalidad, se originan porque hemos ido siendo artífices absolutos de su creación.
Somos creadores de nuestra existencia desde el mismo instante en que aparecemos en este mundo, desde ese momento previo en el que por mera desición, nuestra también y no de nuestra madre, decidimos cuando salir del vientre materno para comenzar a andar de este otro lado del mundo, menos cálido, abrigado y acogedor que el que abandonamos en ese preciso y traumático segundo en el que cruzamos las compuertas de ese límite que nos arroja a la vida misma, esa que será de ahí en más la que tengamos cada uno.
Yo considero que eso de que las cosas nos van sucediendo por el destino o porque en el camino de la vida en donde ya todo está escrito es imposible correrse del argumento que traemos al comenzar a transitarlo es una falacia puesto que si queremos elegir tal o cual cosa, solo será menester de cada uno hacerlo.
Por ahí sí puede aceptarse la idea de que ese menester al que aludo será más o menos conciente, así como más o menos trabajoso, de hacer; pero en definitiva siempre vamos a terminar siendo nosotros los que nos dirigiremos hacia tal o cual puerto para zarpar o anclar.
Nada tendrá que ver en nuestra vida y en las decisiones realmente definitorias que se plasmen en ella el vecino, el hermano, el marido, el amante o el hijo. Uno ha sido, es y será el dueño de la propia existencia, quiera o no aceptarlo.


miércoles, 22 de octubre de 2014

Mi mar de letras.

Muchas veces pasa que estoy un prolongado tiempo sin escribir en mi blog y sencillamente sucede esto porque no brota en mí nada que me acerque a este lugar para compartirlo con ustedes.
Ya se sabe que uno se vuelca en estos sitios de compartir para transmitir, contar, dar a conocer, o al menos hacer públicas parte de las cosas que pasan por su cabeza, por su vida.
No quiere decir esto que nada vaya pasando mientras no se transformen en entradas de blog, sino que, como anticipaba, debe ser que no toman el impulso que las traslada hasta aquí.
Y poniéndome a pensar en todo esto y dándome cuenta que este mar de palabras, muchas veces acompañadas de imágenes o viceversa aunque creo que el tema de la escritura es fundamental por sobre el de las fotos/dibujos/paisajes, estaba mostrándose un poco bajo y con poco oleaje y caudal fue que sentí (en esta oportunidad, ahora sí) ganas de remover las aguas de mi pequeño océano llamado DE TODO COMO EN BOTICA al menos con una idea que me acercara y ayudara a sumergirme otra vez en éste, por estos días, mi mar sin muchas letras.

lunes, 29 de septiembre de 2014

On the road.

Hay etapas de la vida en las que uno no atraviesa más que campo llano sin ninguna presentación de terreno ondulado y en las cuales los días se vuelven tan cotidianos y repetibles que en cierto punto llegan a no darnos la chance de poder asumir que así se van sucediendo.
Pero suele ocurrir también, en este devenir de días que no es otra cosa que la vida misma, que en algunas oportunidades se modifica drásticamente a partir de un hecho concreto que hace que el resto de los días que sigan a ese hito en el camino ya no pueda volver a ser incluido dentro de la cotidianidad en la cual se contenían hasta ese momento.
Y estas modificaciones, ¡benditas sean!, no son otra cosa que esos cimbronazos que se andaban necesitando para reaccionar ante tanta quietud y cotidianidad, ya que pongámoslo así: si sucederían en la vida de alguien que no atraviesa por esa somnolencia de vivir en una rueda que muchas veces no lo lleva hacia ninguna parte solo sucederían y seguirían su paso sin dejar ninguna otra percepción sobre ellos más que una cosa más que se ha vivido. Pero al darse en vidas que sí se encontraban hasta ese momento embuidas en el costumbrismo diario de esa cotidianidad abrumadora es que provocan estos grandes desórdenes que no llevan a otro lugar que al replanteo, a la acción y al cambio.
Porque los cambios son los únicos que pueden llegar a modificar una existencia que se ha acostumbrado a existir sin más pretexto que ese, y porque los cambios necesariamente requieren de la acción que los pondrá en movimiento con mayor o menor urgencia es que el movimiento será la mejor y más contundente modificación que se opere a partir del replanteo inicial.
Es así que esos sobresaltos, entendidos como momentos y circunstancias fuera de lo común, son primeros pasos esenciales para enfrentarse a la cuestión trascendental de dar un giro en el camino y poder trascender ese costumbrismo al que se ha llegado. Dicho de otra manera son los primeros pasos para dar ese giro necesario en el camino de la vida y cambiar la dirección y, quizás también, la velocidad de cada camino en particular.

domingo, 3 de agosto de 2014

Desencanto real.

Debo confesar que a veces me llevo tremendos desencantos con algunas personas, y en esa desilusión que en sí no es tal ya que podría decirse que tampoco es que tenía alguna expectativa permanente puesta en "esas" algunas personas (sino simplemente que como transcurría la vida basada en experiencias pasadas yo las encuadraba dentro de algún determinado sector de mi valoración personal y afectiva, y que al desencadenarse tal "desilusión", para contuinuar con el término al que he hecho referencia, terminan demostrándome que son diferentes a como las creía, o al menos se mueven con otros valores y consideraciones, y ubicándose ellas solas en otro lugar siendo diferente al que yo les otorgaba en mi vida), es que sufro como sufre cualquiera que se enfrenta a una realidad que no satisface y que además, en cierta medida, agravia.
Y como tengo los opuestos de cualquier ser humano, que por ser humano es sintiente y visceral y sufre todo lo que no sea bello y luminoso en su vida, es que al principio atravieso el dolor, primero, y la desidia con respecto a esa situación y/o persona, después. Una vez pasado el tiempo donde todo se ha revelado y está fresco, sé que las cosas se esfuman como todo lo que no revierte temas fundamentales en la vida, y también se va, junto a ese esfumado, la importancia o real consideración y miramientos que pudiesen haber existido alguna vez sobre tales individuos.
Es así la vida, un devenir de existir alegre y triste, sorprendente y desalentador. No me quejo. Lo sé. Sólo lo comento y lo comparto en mi blog como cerrando un tema que encierra, valga la redundancia, mucho más que un mero tema, y valga la redundancia otra vez.

jueves, 17 de julio de 2014

Confesiones de invierno.


Yo sé que he llegado a un punto de mi vida, a nivel de la formación y modelado de mi Ser, en el que ésto que soy es todo lo que puedo ofrecer a los demás; porque podrán surgir modificaciones en mi persona producto de agentes externos que me modifiquen en mayor o menor medida pero internamente, en eso que sé que me he constituido como persona y en lo que es independiente de cualquier transformación, yo ya he llegado al lugar en el cual me siento satisfecho, orgulloso y plenamente tranquilo y relajado con quien soy.

lunes, 16 de junio de 2014

La maldad.

Tenemos que reflexionar una y otra vez sobre nuestra maldad, sobre si existe en nosotros alguna manifestación que tenga que ver con ella y si somos capaces de hacerle frente, entendiendo por esta acción el hecho de darse cuenta de nuestra "cosa fea" y tratar de enfocarla claramente para poder combatirla y erradicarla de nuestra vida.
¿Somos malos? ¿La maldad aparece disfrazada bajo otro rostro que si bien se puede mostrar totalmente opuesto a todo lo que tenga que ver con ella es en esencia parte de ella misma? ¿Está la maldad arraigada en nuestro corazón y todo lo que sale de nosotros lleva su sello? ¿Convivimos con la maldad y, pensando que hemos logrado controlarla y quitado de encima, estamos seguros de que no se cuela por el lugar menos pensado cuando interactuamos con nuestro entorno? ¿Somos parte de una fachada que se muestra débil y gentil con algunos pero que expresa todo su potencial maligno con otros? ¿Entendemos que la maldad puede apoderarse de cada uno de nosotros si no disponemos de una guardia y una fortaleza constantes para que ésta no nos gane por descuido? ¿Nos hemos dado cuenta de que no es necesario llegar a cometer grandes hechos horribles para ser malo y que con el menor atisbo de querer dañar al otro de la forma que sea, hasta la más imperceptible para los demás quizás, podemos estar haciendo mal también y en forma decisiva?
La maldad es una desagradable forma de moverse, asumir las cosas, estar parado frente a los demás y "decidir ser" en consecuencia. Todo lo que parte de ella no puede ser tenido en cuenta, como tampoco amparado, bajo ninguna circunstancia o punto de vista. Es en el pleno desarrollo y ejercicio de este desafortunado movimiento que todo se vuelve caótico, desangelado y helado.
No finjamos no verla cuando explota virulencia y putrefacción intentando que sus partículas nos abracen o al menos nos toquen y/o rocen. Estemos alerta, preparados y recubiertos de nuestra luz, nuestra estrella, o nuestra energía personal, cósmica o del tipo que cada uno sienta que pueda ser la que lo ampara; y blindados frente a cualquier manifestación que la maldad pueda adoptar sepamos que nada ni nadie nos toca si nosotros no se lo permitimos primero. Estemos seguros de esto porque es una verdad tan total que es la que mayor resistencia opone a quienes se mueven en su camino despidiendo, cada tanto, maldad; así sin más.
Existe entonces, está rodeándonos y en nuestro interior en muchos casos y oportunidades, y solo haciendo un constante e intenso trabajo personal podremos repeler la que viene de afuera y expeler la que encontremos en nosotros mismos.
No es traumático, ni complicado o desesperante, darse cuenta que quizás en alguna ocasión surja desde nuestro interior un ápice de maldad. A no desesperar, tranquilos. Lo crítico será avalar e incentivar ese atisbo encontrado dándole rienda suelta a nuestro posible oscuro ímpetu y no el hecho de quitar de nuestro Ser esa mancha descubierta, como será lo que seguramente estaremos haciendo la mayoría de nosotros, todos quienes queremos ser cada día mejores y vivir más plenamente.
Por eso cuando de la maldad se trate, sea la propia o la ajena, no nos sintamos temerosos ni oprimidos ya que será la propia fuerza y el propio amor el que nos protegerá y alejará de esa desagradable experiencia.

miércoles, 11 de junio de 2014

Los días de lluvia no son tristeza, no son bajón.

La gran mayoría de las personas asocian a la lluvia con días tristes, desgastantes, donde el desánimo y la falta de energía aparecen instantáneamente al caer las primeras gotas. Parecería entonces que solo al aire libre se podría llegar a alcanzar la tan mentada satisfacción personal, entonces.
Pero definitivamente la asociación que más tiene lugar en días de lluvia, y ni hablar si a esto le agregamos durante la estación de otoño o de invierno, es la de la tristeza. -"¡Qué día choto!" es tan común escucharlo de la boca de muchas personas cuando el clima se presenta frío y lluvioso que ya hasta culturalmente parecería que nos vamos autoconvenciendo de que realmente es así si desde niños es lo que nos referencian este tipo de días.
Y no es así; y no hay que ser un erudito en la materia (ahora digo yo: ¿qué materia? ¿clima? ¿emociones? ¿forma de ser? ¿percepción?) para darse cuenta de que el reflejo que le otorguemos a tal condición climática extendida dentro de una determinada época del año solo será parte de lo que llevamos dentro de nuestro Ser cada uno de nosotros y nada más que eso.
Ya intenté dilucidar el tema en "No es el clima o lugar lo que define nuestra forma de ser." pero, como se puede apreciar desde el título mismo, al revés que esta ocasión; aunque de todos modos que el clima haga a la forma de ser de alguien o que la forma de ser se concrete por el clima, poco tiene de cierto con la realidad.
Una cosa muy distinta es que los días grises, para darle un nombre que acerque la idea al punto donde quiero llegar ahora, nos pongan melancólicos cuando sin proponérnoslo suframos en estos días la ausencia de un ser querido que ya no podemos tener a nuestro lado. Aquí la situación cambia y es entendible que quizás al ver caer la lluvia desde un cielo plomizo uno tienda a aflojar esa fortaleza que (aunque no lo entienda bien porqué) puede mantener más en alta durante los días de pleno sol. Pero el hecho es que cuando tenemos todo para ser felices, es decir a los seres que amamos junto a nosotros, una vida que salvo algún que otro traspié o sobresalto como el de cualquier vida humana no nos da mayores dolores de cabeza, y cuando en general estamos siendo plenos en nuestro presente entonces ¿por qué aflojar nuestras fuerzas y tirarnos al sufrimiento o a la mala sangre a conciencia que solo nos pondrá, a cada segundo que lo transitemos, más sufrientes y apagados?
Por eso, días de lluvia, días de sol, estaciones cálidas y calurosas (primavera y verano, respectivamente), o estaciones fresca y heladas (otoño e invierno, en igual concordancia) deben significar lo mismo para quien es un Ser que sólo privilegia y contempla, para vivir y ser, a su interior y nada más que eso; siendo desde su interior desde donde se desprenderán los verdaderos y auténticos días y sus respectivas tonalidades.

domingo, 8 de junio de 2014

Dolor en el alma.

¿Vieron cuando se siente ese dolor fuerte en el pecho, ese que metafóricamente uno dice que le duele "el alma"? Bueno, ese dolor forma parte de los dolores que son los que, además de muchas otras cosas de las cuales no podría hablar de todas porque estaría desconociendo el tema, nos marcan, nos definen y, sumados unos con otros, son el resultante de lo que, a la postre, terminamos siendo cada uno de nosotros.
Y duele el alma muchas veces. Sí, vaya que duele. No es posible pensar que existe alguien que no haya padecido tal dolor, porque seguramente quien lee estas líneas y quien las escribe padece de sus síntomas en más de una oportunidad, quieran o no reconocerlo.
Hay una vieja premisa que de tan antigua se desconoce su autor que reza que "vivir es sufrir"; y puede ser que así sea pero solo en parte ya que la vida es, y si no lo es debería serlo, el único momento de felicidad que tenemos para estar viviendo absolutamente impregnados de este tiempo y de este, nuestro, momento y disfrutarlo a pesar de los embates que nos toque librar cada día.
El dolor aparece sin ser buscado pero debe desaparecer a conciencia, producto de una razonada plenitud que se consiga sabiendo que quien se aferra al malestar solo podrá generar más malestar resultando así muy difícil cortar la racha que lo sumerge en las profundidades de ese dolor.
Y cuando es difícil alejarlo de nosotros, por más intentos que hagamos, sepamos que si estamos parados en el lugar de quien se permite vivirlo (sufrirlo) momentáneamente, para darle posterior salida una vez asimilado, el proceso que solo se dará mientras lo vivamos será mucho más concienciado y cuando ese dolor se haya ido lo habrá hecho definitivamente.
Por último también podemos, si todo el contexto nos lo permite, hacer "oídos sordos" o "la vista gorda" a ese dolor distrayendo nuestra mente y nuestro espíritu en cosas opuestas a modo de "caricias al alma" ya que después de todo si el dolor que uno siente lo expresa como "dolor en el alma" qué mejor que darle mimos y caricias a ésta para que sane pronto.
Por eso, a vivir y a seguir viviendo que todo es tan presente que nada puede perdurar más allá del instante en el que nosotros decidamos darle entidad, importancia o simplemente dejar de hacerlo.

miércoles, 4 de junio de 2014

No se trata de llegar a ningún lado.

Muchos se preguntan hacia donde vamos o cual será la meta próxima a seguir en este camino continuo que es nuestra vida cuando todo pareciera que "este tránsito" en "este plano" nos debe llevar hacia algún lugar. Y considero al respecto, al igual que muchas otras personas que como yo ven el matiz de la vida desde otro ángulo, que el primer error está en creer este tiempo, nuestro tiempo, un tránsito hacia algún lugar.
Palabras mucho más autorizadas que las mías han abordado este tema desde siempre y desde un lugar absolutamente actual con respecto al tiempo que se vive y del cual uno no se puede salir ni extrapolarse. Nosotros, cada uno de los seres vivos que estamos en este momento en el lugar que nos toca, somos presente y nada más que eso. No estamos hechos de sustancias que nos permitan vivir otra vez, a nuestro gusto y piacere, los momentos y situaciones ya vividos en el pasado ni contamos con una máquina fabulosa que nos puede trasladar hasta donde querramos en el tiempo, y si eso estaríamos pretendiendo para nuestra vida demostraríamos habernos quedado estancados en un momento mental de lo ocurrido que sólo ha sido real y verdadero en el tiempo que se dió, ese presente que eternamente vive en nosotros y que es tan basto que da lugar a que podamos experimentar millones de cosas en él; por eso, tal es así que eso mismo que desearíamos volver a vivir (siguiendo con el ejemplo usado) ya nos sería imposible porque en esta eternidad del "HOY", que nunca acaba y que ocupa todo nuestro tiempo y espacio real, seguramente estaremos viviendo algo nuevo, distinto y único en el auténtico tiempo actual en cuestion.
Por eso si estar viviendo de forma continua nuestra vida significa ser parte de un sólo momento que es aquel que se está viviendo y del cual se está siendo protagonista no debemos seguir elucubrando en otro tiempo que nunca llegará por el simple hecho de que estaremos siempre viviendo en el presente y nunca podremos hacerlo en el futuro, como así tampoco somos parte ni debemos focalizarnos en ese pasado que no existe, que no está, y que fue presente para seguir siéndolo a medida que avanzó nuestra vida y continuó viviendo lo mismo o tomando otros caminos pero estando siempre en este único tiempo que existe y que tenemos que provilegiar, sentir y vivir.
Somo puro instante que va moviéndose de aquí para allá y que solo nos permite avanzar y fortalecernos en este momento. Somos una energía que solo sirve ahora, que nada más necesita saberse en este momento y de ahí en más solo ser, homogenizándose con lo que éste nos ofrece.
La fuerza de cada vida de nada sirve pensada para dentro de un año o tan siquiera de una hora después de la real, la de este fugaz y eterno a la vez "AHORA" de cada uno.
Es muy pleno saberse hoy y nada más que eso. No sirve mirar otros casos, más sí ayuda a entender a lo que se apunta desde la perspectiva de privilegiar nuestro presente inmediato. Muchas personas viven esclavizadas de su propia vida, que no les permite disfrutar siquiera tan solo unas horas al día de algo que realmente desearían y que les haría bien, por el afán de saberse dentro de un estilo de apostar a la vida y al futuro que les permita "alguna vez" poder finalmente descansar y disfrutar de "una vida sacrificios y arduas postergaciones para el después". Bueno, viéndolo desde esta perspectiva o filosofía de vida que nos sitúa e impregna en este ahora que es nuestra vida y nada más, esta triste forma de abordar la vida dejándola de lado para disfrutarla vaya a saber cuando es una contradicción en todo lo que supuestamente se propone quien relega placer y vivencia real por nada, es decir por algo (llámese tiempo, meta, horizonte lejano, sublimación, anhelo, etc.) que nunca llegará ya que siempre debemos recordar que estamos viviendo en el ahora y no hay manera de salirse de este espacio temporal tanto sea para adelante como para atrás en la línea del tiempo que solo tiene un punto verdadero y exclusivo: el Presente, nuestro "YA".
¿Vamos a seguir demorando todo por nada, entonces? ¡Seamos felices y dejemos que nuestra vida, como sinónimo de nuestro presente, nos vaya dando las pautas para continuar! Cada uno sabrá, de acuerdo a su lugar, como abordar esta modalidad plena de vivir cada segundo de nuestra existencia. Cada uno podrá ser el artífice de todo lo que le suceda, sabiéndose absolutamente imprescindible para su propio Ser y definitivamente necesario para cada instante de su camino.
Vivamos agradeciendo tener esa bocanada de aire o ese rayo de luz que ventila o ilumina nuestra ciudad y nuestra vida. Seamos simples porque el presente es eso: este momento y este ahora y, ¿qué cosa más simple y clara que este segundo que tenemos en nuestro interior constantemente para disponer de él y seguir aprovechándolo siempre?
Seamos Felices. Seamos Presente. No perdamos el tiempo. Aprovechémoslo.

jueves, 29 de mayo de 2014

El veganismo y la lucha contra el especismo son motores para mi vida.

Antes de volcarme de lleno a vivir una vida vegana y antiespecista, desde todos sus ángulos y desde donde se la mire, ya en pequeñas acciones y elecciones demostraba una intención de no sumarme a la masa que cultural y folclóricamente adopta posturas que nuestros progenitores y nuestros antepasados han ido llevando adelante desde tiempos inmemoriales.
Por tal es que yo, por ejemplo, siempre tuve un poco menos que repulsión al huevo de gallina, de codorniz y de cualquier ave "ponedora" no pudiendo comer jamás en la vida fideos amasados al huevo (me producía literalmente ganas de vomitar darme cuenta que la pasta era de ese estilo) y consumiendo siempre y hasta el día de hoy fideos de pasta seca de sémola o integrales, pero nunca al huevo.
Tampoco me era atractivo vestirme con ropa de cuero, ni siquiera en mi adolescencia cuando era un "boom" total hacerlo y era la "onda" absoluta tener alguna campera, bolso, o accesorio de este material de un ser vivo (ya muerto en ese caso).
Muy esporádicamente miraba películas en donde los animales recibieran algún maltrato (a pesar de saber que en la mayoría de los casos lo que se ve en las escenas es ficticio con respecto a lo que se hace con ellos en la realidad del set de filmación) y era de mi agrado, cuando jugaba, jugar a que era un animal. Por ejemplo: jugando en el patio de mi casa con un amigo del barrio, creo que con mi hermana, y no sé bien si con algún otro chico más también, recreábamos la serie Daktari y yo siempre era Clarens, el león bizco de la tira.
Algo que sí amaba, muy contrariamente a todos los signos antiespecistas que daba de pequeño, era ir al zoo. En verdad lo amaba, pero me quedaba horas frente a las diferentes jaulas de los animales allí encerrados tratando de que me vieran, de que me miraran a los ojos; y la verdad que cuando lo lograba, especialmente con el viejito orangután del Zoo Porteño, me costaba horrores irme, continuar el recorrido, porque, amén de que me gustara estar haciendo ese paseo, en ese preciso instante del intercambio de miradas me sentía triste y con enormes ganas de abrazarlo ya que nuestro contacto visual, cuando se daba, se prolongaba mucho tiempo a través del grueso vidrio que separa a estos seres cautivos de la gente que va a observarlos.
Por lo tanto siempre tuve una marcada afinidad a amar y a sufrir, desde el lugar que yo ocupaba, la tristeza que los animales pudieran sentir, ya que tomo esto último del orangután anciano como un mimetismo que yo buscaba alcanzar al querer cruzar miradas con él; una mirada, la suya, tan triste (quizás en ese momento no lo notaba en su total magnitud) como la que solo ofrecen los seres presos, sufrientes y egoístamente privados de su libertad y plenitud por el ser humano egoísta.
Y si de pequeños nos van fomentando la aceptación y "normalización" de todas estas costumbres no es menor que yo me haya "salido" de ese molde especista, y estos indicios que comento junto a otros muchos que no agrego para no hacer tediosa la lista y la lectura son motivo personal de mi orgullo y de mi felicidad por abrazar esta filosofía de vida que no hace otra cosa que hacerme un hombre de bien y liberarme de esas cadenas que me ponían (sin saber) los mayores, en concordancia a la costumbre de aceptar y transmitir esas mismas cadenas que ellos también traían generacionalmente puestas, y haciendo mi liberación "el motivo" más contundente de este deseo e intento propio de que todos los seres vivos que sufrimos (pero que también gozamos) podamos liberarnos y ser felices. Libres y Felices.
Por eso
EL VEGANISMO Y LA LUCHA CONTRA EL ESPECISMO SON MOTORES PARA MI VIDA.

jueves, 15 de mayo de 2014

¿Vieron esos días?

¿Vieron esos días en donde todo parece que se va dando en forma escalonada como no queremos; y sentimos, quizás predispuestos por previas y pequeñas desventuras sucedidas en el día, que todo sale mal o al menos no como pretendíamos? Bueno, ese es un día que hoy ha tenido (está teniendo) lugar en mi vida y que me ha dejado, como mínimo, dolor de cabeza en consecuencia real de todo lo vivido este jueves 15 de mayo de 2014.
Y una cosa lleva a la otra y todo se tiñe de un tono que no es el del color que uno quiere darle a sus días, a su vida.
Y estos momentos pasan, seguro, pero cuando se están viviendo dan mucha bronca e impotencia, además de facilitarnos el camino a todo tipo de autoreclamos personales, balances y "existencialismos" posibles. Total, en una jornada pantanosa qué más da si la empantanamos del todo con todo tipo de aditivos.
En mi caso no me pasa muy seguido esto. Podría decir, haciendo una estadística, que una o a lo sumo dos veces al año; y si bien es un bajón que esto me suceda trato de sacar algo en limpio, cuando ya pasó, y ver todo con más claridad, o al menos no con la poca que tenía en este día en cuestión.
Este es el día en el que agradezco (y sumo a mi perro en este agradecimiento ya que creo que Él podría pensarlo y verlo igual que yo) no tener a nadie que me espera en casa cuando llego junto con Boro de alguna de las salidas que hacemos, o que simplemente conviva conmigo y con mi can, y en donde la soledad acompañada que vivimos Él y yo viene a sellar la forma de vida que, quizás por costumbre forzada y/o elección consciente, mejor me sienta y va conmigo (y con mi perro, claro).
Es así, gente que por aquí pase y lea esta entrada de blog creada a modo de catarsis y de confeso parecer, los días nublados, no solo climatológicamente hablando sino en lo íntimo y personal, se dan y uno solo debe limitarse a evaluarlos y sortearlos ayudándolos a que pasen lo menos notorios posible.
Mientras escribo esto (que seguramente estaré publicando en unas horas ya que lo estoy haciendo a modo de borrador desde mi teléfono móvil) todavía me queda tiempo por delante de este jueves, pero no importa porque el volcar mi sentir en este blog ya ha comenzado a serenar mi espíritu y a hacerme sentir mejor.

jueves, 24 de abril de 2014

El dilema de decidir.

Es un momento en el que se debe discernir entre hacer algo o no hacerlo, sin que ese algo sea muy concreto o contundente pero aunque de todos modos su puesta en marcha derive en una respuesta que en este caso la otra parte entenderá y asumirá como última (al menos por ese momento) de lo que verdaderamente se trata muchas veces, lo que nos pone en una disyuntiva fatal de hacer algo por los demás o por nosotros mismos. Es decir, una encrucijada. Y en ese metier se encuentra toda persona que asuma llevar adelante su vida y para ello no declinar sus propias intenciones ante segundas y/o terceras personas. Es decir, siempre todos atravesamos en mayor o menor medida este tipo de experiencias que si bien parten de un intercambio de postulaciones entre dos o más personas terminan siendo absolutamente personales dado el carácter que ellas revisten al ser uno y nadie más que uno quien decida y dictamine sobre los pasos a seguir en la propia vida, a pesar o en favor de los demás.
Y la culpa podría devenir en este contexto de mantener o modificar lo decidido porque el ser humano tiene eso que es muy particular solamente en su especie de que cuando se privilegia a sí mismo, en muchas oportunidades, siente que está actuando u obrando mal. Todo esto, claro, producto de años y años de una educación no necesariamente adquirida adrede sino más bien respirada en cada cosa (religión, educación, "reglas" de la amistad, etc.) que se vive en esta sociedad que imparte que así debe ser.
Por eso es que hay que aprender a valorarse y a darse el lugar, y no solo hacerlo desde palabra sino también en la acción; y como seguramente al momento de poner en práctica tal postulado es muy factible que no resulte fácil hacerlo (producto de esa misma "educación" adquirida que no nos deja privilegiarnos sin sentir un dejo de culpas) es que hay que vencer ese freno y seguir adelante, simplemente privilegiándonos.
Hay que tener en cuenta, por otro lado, que privilegiarse no significa hacer siempre lo que uno se planteó como meta a pesar de lo que cueste, ya que a veces es muy oportuno considerar todo lo que entra en juego al momento de decidir(se). Y es cierto que también influirá todo aquello que venga a cerrar de alguna manera esa decisión que se tome, con inseparable peso del carácter del contexto y de la otra parte que está interviniendo en el dilema, por llamarle de algún modo.
Seres humanos somos, y seres sufrientes que padecemos, también; nada más y nada menos que eso somos. Eso hacemos en la vida que vivimos. No debería ser así, desde los padecimientos y sentires que se generan, pero ya se sabe que así aprendemos a vivir, bajo esa triste idea de que "a golpes se hacen los hombres" (genéricamente hablando e incluyendo en esos "hombres" tanto a varones como a mujeres, seres pertenecientes a la humanidad).
La clave, siempre abierta a ser modificada y revisada, es sentirse inmerso en este tiempo actual, este hoy, y actuar en consecuencia. De ese pasado lejano o cercano, inexistente por su ficticia consistencia en este momento actual, tendremos sin saberlo a modo de armas ingredientes para decidir en este tiempo, el único real y por ende el que debe ser valorado y tenido en cuenta. Del futuro, tan inconsistente e incierto como un paraje que se encuentra al menos a unos 20 km de distancia del lugar en el que nos encontramos en una ruta que vamos recorriendo por primera y única vez (comparada con nuestra vida) nada podemos prever ni suponer ya que además nuestro presente es tan extenso, que no termina nunca, que no podemos darnos el lujo de gastar energías y perder tiempo elucubrando sobre él, un tiempo irreal que aún no ha llegado.
Es así que no se decide sino desde una absoluta, construida y consciente experiencia de vivir en el tiempo real, el ahora, el único auténtico que, de inclinarse por la decisión acertada, termina convirtiéndola en la más oportuna para quien la comparte como para quienes participan, en mayor o menor medida, de ella.

lunes, 7 de abril de 2014

Desaciertos.

La chabacanería, el desatino, la mala ubicación frente a diferentes expresiones y manifestaciones de la vida, existieron, existen y siempre existirán.
A veces se plasman como una constante en alguien y solo salen de su ser todas emisiones de este tipo. Otras, aparecen de alguien más que parecía ser de las últimas personas en la lista en ofrecer tales demostraciones. Pero alguna otra vez, ese tipo de revelación, proviene de gente inimaginable, esa que se podría haber estado seguro que no aparecería con tales elocuencias, jamás.
Es así, todo lo que escribo, relato, detallo y muestro es porque ha tocado mi Ser, directa o indirectamente, y la chabacanería, confundida con desacierto, esta vez, me ha rozado. Y que feo se siente, che.

jueves, 20 de marzo de 2014

Miedosos vs. Valientes.


Una cosa es ser una persona sometida, pusilánime y manejable desde todo sentido y otra cosa es ser una que se planta en sus zapatos y hace y decide, a como de lugar, sin importar las consecuencias.
Se puede estar muy bien ubicado en la escala social y tener una seguridad económica, laboral y familiar, en apariencia de privilegio, y sin embargo ser alguien que en definitiva no decide más allá de sus narices y de aquello que no le interesa a su círculo que decida. Se puede estar pregonando la independencia absoluta, frente a otros casos que en teoría dependen de los demás, pero ser completamente dependiente de todos y de todo aquello que venga de otra parte que no sea la propia. Se puede ser tan insignificante en el ámbito en el cual alguien se cree que se mueve como pez en el agua y sin embargo ante otros, a sabiendas de que no es así, dar a entender que se es de relevancia absoluta en dichos entornos. Y así se puede ser y estar pasando gran parte de la vida sin darse cuenta, o lo que es peor asumiéndolo pero no haciendo nada por miles y miles de razones y motivos que en realidad se definirían con una sola palabra: miedo.
Miedo a desagradar, a confrontar, a discutir y tener que mantenerse firme en los argumentos dados para avanzar hacia la salida que deje atrás ese sometimiento. Miedo a crecer. Sí, a crecer, porque aunque se sea grande y se tenga todas las responsabilidades que la gente grande intenta acaparar en su vida para sentirse justamente así, grande y adulta, muchas veces no se ha crecido y madurado aunque por otro lado hayan llegado todos esos menesteres que hacen a la vida de los adultos.
Por otra parte, en contraposición a esta forma de asumirse, están aquellas personas que quizás no se encuentren en la mejor ubicación económica, laboral, social y familiar, muchas veces porque por asumirse en su propia identidad y salir adelante con sus propias ganas de hacer y de ver las cosas desde un determinado momento han perdido eso que los "miedosos" mantiene aún a costa de perder en definitiva su libertad, pero que realmente han crecido en el verdadero sentida de la palabra. Y estas personas que a simple vista adolecen de todo lo que hace adulta a la gente "común", es decir todo lo que muchas veces los sometidos poseen y alardean de mantener en sus vidas, resultan ser sin lugar a dudas más adultas, independientes y libres que cualquier otra que se les enfrente y compare aduciendo argumentos tales como el dinero, el trabajo o las relaciones, del tipo que sean; sociales, familiares, empresariales, y etc., etc., y etc.
Estas últimas personas, las que llamaré "valientes" en oposición a los miedosos ya citados, son aquellas que no han perdido el miedo sino que por el contrario le han hecho frente en determinados momentos a pesar de lo que decantara luego de las empresas emprendidas y por eso se pueden mover, ellas sí, como pez en el agua en donde quiera que se encuentren sabiendo que llevan en cada paso dado, bien calzadas en sus zapatos, la autoridad de haber despegado, crecido y evolucionado. Después, que las cosas hayan salido más bien o más mal eso es otro cantar y son múltiples los factores que intervienen en el análisis de las venturas y desventuras de cada vida, pero lo importante es poder ir hacia "un allá" y no quedarse atado física o emocionalmente a ningún "otro allá" que lo único que hará es no dejar avanzar a la persona, física y emocionalmente, convirtiendo su vida por encontrarse atrapada en este infortunio existencial en una vida de sometimiento y manejo por parte de terceros que debieron haber quedado atrás, a la hora de tomar decisiones, enfrentar cambios personales y decidir, hace mucho tiempo.

martes, 25 de febrero de 2014

La homosexualidad, de entrecasa.

Es claramente evidente que todo lo que escriba a partir de ahora lo haré con la clara conciencia de saberme con la suficiente autoridad moral y la experiencia real de ser una persona que (en este caso sí vale la aclaración pertinente que en otra circunstancia no tendría porque darla) abraza la elección homosexual en su vida.
Antes de volcarme de lleno al tema puntual que abordaré quiero aclarar que no voy a hablar o a hacer alusión a lo sexual y que sólo me competirá hablar de lo que enuncia el título de esta publicación, es decir de las cosas que se dan en la intimidad más común de cada vínculo, en este caso homosexual, pero no en la intimidad sexual sino en aquella de la convivencia diaria en el aspecto específico que atañe a las acciones comúnmente llamadas de entrecasa, esas que se hace en todas las casas para que éstas no se vengan abajo, metafórica y literalmente hablando.
Ahora sí. Voy a ser simple, directo: en las parejas homosexuales masculinas siempre hay una de las partes que adopta el predominante papel más similar al de la mujer de las parejas heterosexuales, ése que a pesar de que ambos trabajen, o sea uno solo de ellos el que lo haga, o ninguno de los dos, siempre será menester de un mismo integrante de la pareja hacer. Esas cosas relacionadas a las "amas de casa" específicamente.
Es así que siempre uno de los dos será quien más predispuesto esté para cocinar, para hacer alguna que otra limpieza (acorde a su tiempo y posibilidades) o para guiar a quien la realice por él, para enfocar la organización y el orden de la casa en general, y para ser quien decide ante la incertidumbre o indecisión que se genera sobre algunos temas en cualquier momento del día.
En las cosas donde llegado un punto es necesario actuar velozmente y donde como comúnmente se diría hay que "sacar las papas del fuego", siempre hablando de cosas que aluden a momentos y menesteres caseros como por ejemplo dar por terminada la disyuntiva de que se cena, bueno, ahí será una parte (generalmente siempre la misma) la que haga el milagro de cocinar algo que apacigüe y finalice la tensión previa a saber que se comía.
Será también (siempre) esa misma parte que toma las riendas en el ejemplo anterior quien asuma los preparativos más significativos, en cuanto a ordenar y acomodar todo lo que se traslade, cuando de viajar se trate, ya que debido a ese pragmatismo que se adquiere a través de la organización diaria de la casa es que luego todo resulta más práctico y cómodo para ambas partes si se asume que la ya mencionada adopte el lugar de protagonismo en el quehacer previo al viaje; y será también esta parte quien, por una decisión tácitamente instaurada y consensuada por ambas partes, nuevamente se encargue de todo lo que hace a organizar los diferentes aspectos que se dan en el lugar donde se esté, ya sea cuando hablamos de estar de vacaciones o de visita en algún lugar fuera del que se reside habitualmente.
Y como éstas decenas de otras cosas que pueden parecer una nimiedad pero que en realidad son muy importantes para tener una convivencia y, claro está, una casa en el mejor estado posible.
Un último ejemplo que puede pintar mejor esta ubicación de uno de los dos integrantes con respecto a la pareja es que va a ser éste, al que he ido aludiendo en todo el relato, quien esté más pendiente de todo lo que tenga que ver con las cosas que hacen a que la casa esté en óptimas condiciones, tanto para él como para su pareja, no significando esto que el otro integrante sea un despreocupado (a veces sí, claro) o no colabore para mantener la armonía hogareña desde lo estrictamente casero o de entrecasa hablando; para nada, ya que seguramente este otro integrante es quien desde su lugar contribuye en forma tan importante como la citada a todo esto, sabiendo que es conveniente que solo uno de los dos asuma el papel de "amo de casa" (por llamarlo de alguna manera más gráfica o representativa) y de organizador del hogar, haciendo más fácil y simple las cosas para todo el mundo que allí habita.

lunes, 17 de febrero de 2014

La Industria Lechera.

Reflexionando un poco acerca de la necedad humana y del snobismo y el egoísmo en el que caen presas muchas personas me apeno un poco más que de costumbre, que cuando voy por la vida sabiendo de esta sinrazón pero dejándola de lado, momentáneamente, en el trajín del común de los días.
El punto es que al volver sobre esta noción recrudece en mí esa herida que no hay manera de sanar completamente y que, a pesar de ir colaborando con una gotita de agua en ese mar de ayudar en la causa de proteger desde todos los flancos a los animales, está y crece cada día al tomar conocimiento de nuevas (nuevas para mi) injusticias que se comenten en diferentes lugares y que son avaladas por los seres humanos.
La industria de la leche es de las que más me estremece el corazón por un lado e incentiva mi fuerza para hacer cosas por los animales por el otro. Me estremece, sí, más no frena ni amedrenta mi determinación ya que, ante cada maltrato y atropello contra la vida inocente y buena de cada ser que es torturado hasta que no puede más y entonces -bajo condiciones paupérrimas- es trasladado a su espantoso final, reasumo el compromiso de no abandonar nunca la causa de amor, compasión y respeto que les devuelva la dignidad que la misma humanidad (gran parte de ella) les quita cada día desde hace más de 2.000 años.
Y hago hincapié en la industria lechera porque muchas veces es la que se piensa como la menos perjudicial de todas las que lucran con la vida, el esfuerzo y el sometimiento de los animales; pero que es sin dudas de las más (sino la más) crueles de todas estas empresas llevadas adelante para satisfacer necesidades creadas para el lucro, que podrían quitarse de las costumbres humanas sin significar absolutamente ningún desmedro en la calidad de vida de las personas.
La leche y sus derivados significan dolor, miedo, desgarro ante la separación de madres e hijos, tortura, sufrimiento y finalmente asesinato, matizado bajo la denominación de muerte de cientos de miles de "cabezas de ganado"; así denominadas partiendo de la despreocupación que muestra el hombre por "eso" que le sirve como materia prima para obtener lo que quiere, y desmereciendo, discriminando y haciendo referencia de esta forma y con esta triste denominación a una despersonalización (sé que no son personas las vacas pero sirve para la idea que expreso en este momento de mi relato) que fundamenta el posterior maltrato y humillación llevado a cabo en estos campos de concentración de trabajo forzoso y esclavo sobre las vacas.
Nuestro cuerpo no necesita más de la leche una vez que abandona la etapa de la lactancia materna, y hablamos de que no necesitamos de la leche materna, es decir de la de nuestra madre, ese ser vivo de nuestra misma especie. Entonces si no necesitamos más de la leche de nuestra progenitora, una vez que crecemos y nuestro cuerpo y organismo evolucionan, ¿por qué habríamos de continuar tomándola ¡¡Y DE OTRA ESPECIE DE SER VIVO COMO ES LA VACA!! por el resto de nuestra vida?
Se ha comprobado que el tomar leche regularmente no es positivo para el organismo y que todo lo que la publicidad engañosa, que tiende a fomentar la compra y el consumo de este tipo de productos, nos dice no es tal. Es decir, que afirmar que son beneficiosos para la flora intestinal, los huesos, y todos los enunciados enumerados de los que se hace gala que proveen los lácteos con su consumo no es otra cosa que estrategias de venta y nada más. Por otra parte teniendo en cuenta que cada vez más productos químicos y agregados (que se alejan de lo natural y lo puro) inundan estos productos que aparecen sin parar, uno tras otro superándose, supuestamente, en calidad y beneficios ¿nunca se preguntaron como es que la leche que hace 30 años se consumía en sachet y que no tenía otra alteración más que ser "entera o descremada" o los yogures que sólo se podían encontrar "de frutilla o de vainilla" no podrían nunca haber cambiado y trocado su forma y composición para pasar a tener actualmente más de 10 o 15 presentaciones diferentes en sus fórmulas y beneficios sin dejar de perder su carácter de naturales? Link para ver más sobre este tema de la leche y la salud humana.
No nos engañemos y que no nos tomen el pelo, por favor, no es necesario ser un erudito para darse cuenta de que esas leches y esos yogures nada bueno pueden significar para el cuerpo humano después de tantas mutaciones y transformaciones llevadas a cabo sobre su composición.
Por todo esto me entristece saber que esa industria que genera tantos productos, porque tiene un amplio mercado que los está esperando, los consume y los celebra en cada nueva aparición, hace que se vuelva sumamente difícil y complicado luchar contra esos molinos de viento que representan las costumbres arraigadas en las sociedades del mundo, costumbres que por tal arraigo requieren de mucho tiempo para ser despejadas, concienciadas y, eventualmente, modificadas.
Pero ya se sabe que todo lleva su tiempo y, por eso, con que sea un cambio o una toma de conciencia que se den y se lleven a cabo cada tanto ya habrá valido la pena tanto insistir, estar difundiendo y seguir abocados a la tarea de hacerles el mundo más justo a todos, seres humanos y animales, ambos con un sistema nervioso central que nos hace capaces de sentir tristeza, alegría, emoción, dolor, sufrimiento y pánico ante una situación que indique que seremos maltratados y reducidos, contra nuestra voluntad, a la miseria del sufrimiento; algo para lo cual no se requieren de mayores capacidades que las recién nombradas para darse cuenta y comprender que todo lo que venga después será horrible.
Tengamos presente entonces que es la industria láctea de las peores y de las más despiadadas en su proceder con los animales y contemplemos esta verdad al momento de elegir y optar por un tipo y estilo de producto.
Un momento de gusto o sabor personal no justifican tanto dolor y sufrimiento en vidas puras e inocentes. Piénsenlo.

lunes, 10 de febrero de 2014

¡Las palabras son hermosas!

Partiendo de la base de que todo sería nada sin ellas, es más, ahondando en el extremo de ser realmente justos en la apreciación y diciendo que tampoco sería nada, ya que no podríamos denominar algo que no conociésemos; sin las palabras, la vida (si pudiera concebirse ésta sin ellas, en su existencia moderna) sería un páramo desolador, tosco e impotente.
Ellas vienen a completarnos, en el más profundo sentido de esta noción, ya que nos permiten expresarnos -en primer y fundamental lugar- y ser quienes somos en nuestro darnos a conocer ante los demás con nuestra forma de ser, expresada a través del hablar y del escribir propios; como sucede en este caso con cada entrada de mi blog por ejemplo, que no es otra cosa que una representación a través de las palabras de lo que se aborda en él y también a través de quien lo promueve y lo lleva adelante (yo), por supuesto que de igual modo a través de las palabras también, claro.
Por eso, si son tan importantes y necesarias en la vida humana ¿por qué no hacer un correcto uso de ellas?, ¿por qué?; es más, ¿por qué no usarlas al menos?, ¿no?
Es apreciable, en primera instancia, que la gente desconoce seguramente más de la mitad de las palabras que pertenecen a su propio idioma y que de igual manera se conforma y auto abastece con las que ha ido aprendiendo, y nada más; ya que en general las personas no recurren al mecanismo innato de quienes aman profundizar su lenguaje y expresión adoptando toda palabra nueva que escuchen o lean por ahí, para enriquecer su vocabulario y su forma de expresión, sino que vagan errantes en el mundo de las palabras con esas que traen consigo y que no les interesa complementar con otras nuevas, que desconozcan.
Es tan basto el campo de la expresión oral y escrita que si nos detenemos a pensar un momento en las diferentes maneras que existen de decir un mismo significado no puede no darnos ganas de usar todas las alternativas que tengamos para ello.
Que el vocabulario, amplio, rico y distinguido por la variedad y elocuencia de sus palabras es algo reservado para unos cuantos que tienen determinado acceso cultural para replantearse estas nociones es algo cierto pero solo en una primera instancia, ya que basta con querer sentirse cada día un poco más completo desde el lugar de la comunicación personal y social para pretender acrecentar nuestra elocuencia en la forma de hablar y escribir, y obrar entonces en consecuencia de ello.
Yo adoro escribir y hablar correctamente. No digo usando ampulosas palabras porque sí, sin más; sino cuando éstas vienen a mi, inconscientemente, al tiempo de transmitir lo que quiera comunicar, responder, exponer o decir.
Al momento de incorporar nuevos vocablos quizás sea necesario usarlos más de la cuenta para fijarlos y que pasen a engrosar nuestro archivo mental, ése que se hace presente y nos permite expresarnos automáticamente cada vez que hablamos o escribimos. Luego, como es sabido, será parte del bagaje de nuestro léxico y estará disponible las 24 horas para ser utilizado por nosotros, pasando a formar parte de nuestro lenguaje formal y coloquial, ése que nos distinga al momento de usarlo y transmitirlo.
Es una sensación sin igual la de sentir que no hay barreras para la comunicación y que podemos transmitir, poniendo en palabras, eso que queremos contar y dar a conocer. Todo en la comunicación es hermoso y súper alentador cuando descubrimos que podemos hacer uso de ella sin plantearnos el hecho de no comprender aquello que nos digan, pudiendo además gozar de un amplio abanico de posibilidades al momento de lanzar nosotros las ideas, los comentarios y las expresiones de todo lo que nos pase o sintamos.
Es así de maravilloso el mundo de las palabras, absolutamente frondoso y fructífero; que al usarlo y profundizar en él se agiganta y nos precia de la mayor gratificación, esa que se siente al escucharse hablar o leerse y darse cuenta de que buenas composiciones salen de nuestra continua formación; comprobando que solo la intención y la autodeterminación de conocer, averiguar y descubrir eso que hasta hace algún tiempo era desconocido para nosotros alcanza para comenzar a movernos en el campo del auténtico placer gramatical que genera ganas de leer y de escuchar; y también porque no, de leerse y de escucharse.

jueves, 6 de febrero de 2014

A veces quisiera.

A veces quisiera gritar y denunciar injusticias a los cuatro vientos y a viva voz pero luego de un tiempo de pensarlo, afortunadamente, viene a mí la certeza de que de nada me serviría tal osadía, más allá de hacerme sentir un poco más liviano y satisfecho por fugaces momentos; y entonces recapacito y sigo adelante con lo estipulado porque entiendo que, al menos por ahora, no es la hora de hacerlo.
Y hablo de injusticias a todo nivel. De esas evidentes que a pesar de serlo parecería que la mayoría de las personas no las ven. ¿Otras? Injusticias de las que atropellan la dignidad o socavan el buen ánimo de la gente. ¿Más? Injusticias contra los seres de amor y pureza, es decir contra los animales, que por aceptación cultural establecida han sido relegados a lugares siniestros con respecto a la vida del ser humano, y de ahí en más todo lo imaginable que esto puede llegar a significar. ¿Sigo? Injusticias a título personal, de aquellas que a veces siento estar padeciendo por tal o cual motivo, acción, o falta de ella, y que aunque sean personales no son menores o menos denunciables que las anteriores.
En fin, así podría seguir enumerando aquellas que vienen a mi mente en tales momentos pero ya se entendió que hablo de todas las imaginables, de todas esas injusticias que siempre están o que aparecen para arruinar un instante, una etapa, y a veces, muchas veces, una vida, y  miles de vidas.
Por eso, cuando siento ese ímpetu de desahogo, que puja por salir de mi interior, sé que no es del todo desubicado ni desafortunado experimentarlo; en primer lugar porque las injusticias, del tipo que sean, conmocionan el corazón y angustian y oprimen el pecho y el alma (entendiendo el alma como ese lugar de cada Ser que, figurativamente, es nuestro motor de luz, pureza y energía para mantenernos dignos) y luego porque el hecho de sentir tal necesidad hace que me de cuenta que estoy vivo y que veo y sufro por todo eso que muchos ignoran, pero que felizmente también muchos otros observan, sienten y sufren al igual que yo.
No gritaré entonces, pero seguiré sintiendo cada una de esas injusticias, no permitiendo al menos que pasen desapercibidas por mí y haciendo todo lo necesario para que, en lo que a mí respecta, no se sigan generando. Total, siempre habrá tiempo de gritar y soy de la idea de que antes que hacer eso es mejor buscar el modo de evitar que se den (dichas injusticias), evitando así todo lo demás.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Opinar de visitante.

A ver... ¿Cómo lo pongo en palabras para que se entienda y llegue a cada persona que lea estas líneas?
El tema que atrapa mi concentración y la vuelca en estas letras es el que se experimenta, esencialmente desde la parte espectadora, cuando alguien (sea quien sea que no pertenezca al núcleo de una casa y a quienes la habitan) traspasa ese límite que consiste en saberse invitado/a o visitante de tal hogar y, en teoría sin darse cuenta, interfiere en toma de decisiones, opiniones que no le competen en lo más mínimo, o todo eso que al ser llevado a cabo, por ese alguien, da para decir ¡¡¡¡¡qué metido/a!!!!!
Hecha la introducción, paso a expresar y caracterizar los momentos que se desencadenan a posteriori de la llegada de alguien así.
El hecho es que si sos invitado/a a compartir algún tiempo en cierto lugar y circunstancia siempre tenés que saberte un/a invitado/a, no hay otra; y si por casualidad se te olvida tal calidad a ocupar al menos tené la ubicación personal de darte cuenta, cuando se te hace notar, que ya podés estar llegando a importunar con tus incursiones en momentos que no da para que participes.
Y los/as hay de todo tipo y de toda procedencia.
Están los/as que cayeron de sorpresa y en determinado momento te das cuenta que están llevando la manija de todo lo que se decide (algo que no estaría mal si no fuera por el simple motivo de que no guían o conducen eso que intentan digitar sino que ocupan ese lugar debido a esa intromisión que hace descalabro en lo que se estaba tratando de acordar y que para evitar mayores descalabros se cede ante dicha opinión, convertida en una absoluta actitud metiche).
También están quienes acostumbran pasar por un lugar para meterse en todo lo que allí suceda, es decir que uno ya sabe que así será y en cierta forma ya está acostumbrado a pasar por esos breves o extensos lapsos de tiempo en compañía de tales opinadores/as que como condición sine quanon nunca se han dado cuenta de su postura de opinólogos/as invasivos/as.
Y que decir de aquellos/as que por cercanía afectiva y/o hasta parental son quienes más aflige recibir, no por el hecho de recibirlos como visita planeada o espontánea (sin aviso) sino porque en su opinología y participación en toma de decisiones o en temas que no deberían incursionar pueden llegar a ser los/as más vehementes metidos/as de todos/as los/as que así lo hagan.
Es así, amigos. Y lo verdaderamente importante no es tanto ser de esta manera (todos pudimos, podemos o podremos tener una o varias actitudes similares a éstas) sino darse cuenta y frenarse a tiempo ya que lo que se origina in situ ante este tipo de formas de proceder nunca es algo bueno o positivo y siempre, pero entiéndase bien, "siempre-siempre", detrás de este tipo de visitas (cuando el o la metiche se marchan) siempre queda una estela de mala predisposición en alguna de las partes que queda y que ha intervenido como espectadoras de tales espectáculos, meramente caseros y malogrados.