sábado, 29 de octubre de 2011

Tristeza.


Momentos de tristeza pueden llegar por diferentes motivos. 
Dolores corporales que hacen que en primera instancia uno se sienta mal y después, producto de ese malestar, decaiga en un estado anímico de tristeza.
Dolores espirituales que seguramente con mayor o menor rapidez se traducirán en una tristeza, cuando no, absoluta.
Muertes cercanas o no tanto pero que por diversos motivos nos llegan y tocan profundamente modificando nuestro estado anímico y dejándonos abatidos y, por cierto, muy tristes.
Desalientos cotidianos, de esos que están ahí apareciendo cada dos por tres según las expectativas que se han puesto en pos de algo que por algún motivo no resulta como lo esperábamos.
Maltratos recibidos o provocados por nosotros hacia otros, ya que tanto el recibir como emitir lo que en definitiva serían momentos desagradables, nos deja posteriormente algo así como vacíos, desalmados, desolados y extraños a nosotros mismos. (Eso es al menos lo que le pasa a la gente que puede darse cuenta y replantearse las acciones –negativas- propias para de ahí en más poder abordar las de los demás).
Desencuentros por diferentes motivos, no sólo desencuentros reales (de no encontrarse, no verse) sino aquellos que van más allá y significan desencuentros a otros niveles no tan evidentes a simple vista y que son de los que mayores tristezas nos causan.
Sinsabores de todo tipo y estilo, como malos momentos que nos dejan un feo gusto al vivirlos, recordarlos y/o afrontarlos y que siempre van cargados de un sentimiento de tristeza que muchas veces es difícil de sobrellevar y remontar.
En fin, todas caras de un mismo sentimiento, traducido muchas veces como sensación, que si no se enfrenta y aborda convenientemente (según el caso y el grado) puede pasar a formar parte de cada momento en la vida de quien está muy triste.
Está bueno permitirse la tristeza, aflojarse y dejarse sentir triste. Un poco, cada tanto, puede enseñarnos y ubicarnos diferente frente a diversas situaciones y horas de nuestra existencia. Un poco, sólo un poco y de vez en cuando, está bien. Pero hacer de la tristeza y todo lo que esta conlleva para quien "la sufre" algo diario no es aconsejable, positivo ni oportuno en ningún caso.
Enfrentarla, no eludirla, abordarla y seguir adelante superándola, es lo que tenemos que ponernos como primera meta ni bien la tristeza aparezca en nuestra vida y de signos de querer quedarse en ella.


No hay comentarios: