jueves, 5 de diciembre de 2013

Este soy.

Yo generalmente a las cosas las enfrento solo ya que se pueden decir muchas palabras pero lo que importa es la acción concreta en el momento que se necesita y no las bla bla bla. Por otro lado uno espera muchas veces el apoyo, o ese estar, de partes específicas y no de las que de corazón y amablemente muchas veces se prestan para bancarlo a uno; partes que uno agradece también de corazón pero que no llegan a significar lo que las partes que uno desearía significan. Y no es una cuestión de desprecio sino simplemente una de sentimientos que, valga la redundancia, sienten y te condenan a sentir eso.
Por eso yo amo y valoro tanto a mi perro, ese labrador simpático y adorable llamado Boro que ven en la foto a mi lado aunque ya muchos conocen que vive junto a mí todas las cosas que vivo, que por cierto, como le sucede a cualquier persona, son muchas.
Y yo me banco en soledad, o mejor dicho nos bancamos en soledad compartida, mi Boro y yo, todo lo que nos pasa, estando solos, obviamente; pero también estando en compañía, cuando algunas veces seguimos estando solos.
Y no es que yo sea alguien especial o algo así. Soy un tipo que se amolda a los demás (mientras sea soportable la situación y más allá de esos límites también) y soy el que prefiere callar para dar por terminado un pleito, o el que se conforma con lo simple de la vida para vivir pleno y feliz; lo que no quita que también disfrute de las cosas que todos pueden llegar a disfrutar, como por ejemplo viajar o alguna cosa que excede lo frugal de una existencia abocada a la sencillez.
Más o menos eso soy y por eso podrán ver muy seguido comentarios y publicaciones en mi red social Facebook o Google+ que aluden a cosas que vistas con ojos muy selectivos o exquisitos pueden parecer boludeces o directamente idioteces pero que para mi alimentan esa parte de la vida personal que quienes la ven como les decía seguramente no cuidan, ni cultivan. O al menos no tanto.
Vivir es para mi un trámite que debe ser sencillo y placentero ya que las cosas que deban suceder se presentarán en tiempo y forma sin lugar a dudas, a menos que trabajemos para que todo pueda darse dentro de un contexto distinto que aluda a un camino diferente (nuestra vida) por lo cuidado y mantenido que lo tengamos. Dicho de otra forma, lo preparado que estemos para poder dar respuesta a momentos que salgan de esa apacible cotidianidad.
Y por eso, si bien enfrento y enfrentamos solos (con Boro) ese tipo de cosas para las que el dinero y todo aquello que se plasma en lo material no vienen a significar nada con respecto a esa caricia al corazón que se necesita, creo que esto nos deja una enseñanza y forma de ser y movernos en la vida que nos hace ser como somos; tan unidos, pegados e inseparables. Y esencialmente hablando de mí, me hace ser la persona que pueden ver a través de este blog o del otro que tengo llamado MI BORO Y YO, o de la red social en la que me encuentren, compartiendo siempre desde la autenticidad y la honestidad lo que considero importante para afrontar la vida.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Agresión.

Siempre he pensado que entre dos partes que se da el maltrato del estilo que sea quien sale peor es la parte que lo promueve, aquella que lo lleva a cabo. Claro que hablo de maltratos que no llegan a lo físico y por los cuales no hay que salir corriendo a un centro de salud para ser atendido; aunque pensándolo bien todos los maltratos, incluidos los verbales que son los que van directamente al corazón, al entendimiento, y al alma, también muchas veces hacen que la parte agredida deba "salir corriendo" del recinto donde se le proporcionan.
El caso es que la agresión es una de las armas que la gente más indefensa ante el mundo tiene a su mano, siempre lista, para fortalecerse en determinadas situaciones; sin darse cuenta que en lugar de fortaleza sólo se genera miserias y opresiones personales que luego son muy difíciles de sacarse de encima.
El dolor que puede producir recibir cualquier tipo de agresión, fundamentalmente cuando ésta aparece de la nada y sin un motivo que podría considerarse disparador para la misma, no es tan contundente como el que se debe experimentar en quien es la parte agresora ya que la agredida, por experiencia recurrente de afrontar tales males, llega un momento en el que se blinda y puede sortear dichas apariciones espontáneas de manera casi inalterable; pero quien las genera es sin dudas la más desfavorecida de las dos partes ya que si no sobreviene la culpa (a veces se sigue aparentemente inmune ante los improperios promulgados) de todos modos aparecerá algo que tienda, consciente o inconscientemente, a revertir y/o sanear ese momento vivido y generado entre ambas personas.
Yo hablo porque sé de que hablo, lo que no indica que deba estar extendiendo mi relato para ir más allá de dónde quiero ir o compartir más allá de lo que deseo; pero hay un hecho que tiene que ver con que nadie, creo, debe ser tan afortunado/a como para pasar por esta vida sin recibir en algún momento un maltrato, en el lugar o en el contexto que sea; el menos pensado y el menos imaginado.
Salirse de ellos es la clave. Siempre. No tomarlos en cuenta y salir. Irse. Por eso decía al comienzo eso de que en los agravios verbales también muchas veces la parte agredida debe "salir corriendo".
Salirse entonces de ese foco de agresión; si se puede definitivamente, y si no, momentánea o temporalmente, pero irse, no quedarse en el lugar; porque si bien la parte que peor lo pasará es la agresora, la otra, la agredida, debe al menos en ese justo momento velar por ella misma.

martes, 19 de noviembre de 2013

El impulso suicida.

Desde el impulso se puede hacer muchas cosas, incluso quitarse la vida. Ese momento en el que todo pierde sentido, valor y oportunidad de encarar algo y de enfrentarse, es un pozo en el que todos podemos caer y en el que algunos tienen más predisposición que otros, sin dudas, y por eso las cosas suceden.
Es éste un escrito desde el impulso también ya que al enterarme de una noticia que no tocaré en absoluto más que permitiendo expresarse a mi impulso me he sentido fastidiado y ofendido con el universo, y por un instante me permití enojarme con el mundo, con la vida, o quien sea que deba asumir mi enojo como una descarga contra él o contra ella, ya que si el mundo y la vida son tan variados y hay tanto por descubrir y aprovechar, y en definitiva por vivir, ¿por qué entonces están quienes caen bajo las redes de dejarse atrapar por el impulso suicida?
Es desahuciante y complicado asimilar y entender para quienes participamos de una noticia de esta magnitud, aunque sea a distancias físicas y emocionales enormes del lugar y la persona que protagoniza tal desafortunado intento que más allá de ser fallido o no es una mierda de desencadenante al cual se ha llegado por tales o cuales motivos que no nos toca a los que lo vemos de afuera juzgar ni tratar de encontrarles la solución, que uno no puede mantenerse inmutable o inmune ante el cimbronazo que produce tomar conocimiento de la misma.
Todo se vuelve tan oscuro, apagado y aplastante ante estas manifestaciones humanas que intentan acabar con la vida de una persona, que aparecen -inmediatamente de enterarse de lo sucedido- muchas sensaciones y manifestaciones -ahora en carne propia- como dolor, bronca, indignación, desazón, angustia y todo lo que de una forma u otra oprime el pecho.
Hay que rever cada vida, ya hablando de todos en general y de nadie en particular, para tratar de estar fuerte, siempre, y saberse acompañado por nuestra fortaleza; porque tratando es que se consiguen las cosas a las cuales se intenta llegar y porque asumiéndose débil, indefenso y pequeñito en este mundo duro, hostil y enorme es que contaremos al menos con un arma más ante estas caídas en los abismos de la vida que intentan arrojarnos y llevarnos, sin más, hacia la muerte.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Hoy y Siempre.

En este DíA MUNDIAL DEL VEGANISMO quiero contar un poco acerca de mi intención de sumar gente a esta forma de vida que es una verdadera causa por la justicia, el respeto y el amor, justamente hacia la vida en cualquiera de sus formas y presentaciones, cuando se trata de seres que podemos sentir y experimentar todo tipo de sensaciones, lindas y feas, en nuestro cuerpo y en nuestra corazón, porque no. 
Ser vegano no es otra cosa que abrazar la compasión, bien entendida, que estima y reconoce que todos los seres vivos "sintientes" tenemos derechos que deben ser valorados y respetados y no aquella que se asume como una dádiva o lástima que se canaliza por este modo de vida (vegano), ya que nada más lejos en nosotros, y hablo por mi, el hecho de sentir pena por los animales. Nunca sentiré pena por ellos, como quien siente algo que no es otra cosa que superioridad por sobre aquello que contempla y lo conmueve. 
Nosotros, los veganos, sentimos amor por los animales, y respeto. De ahí que viene nuestra necesidad de no optar por lo fácil y establecido culturalmente de facilitarnos algunos aspectos de la vida como el de la vestimenta, la alimentación, la diversión y entretenimiento, y tantos otros, a costas de la exposición, maltrato, y muerte de los animales. 
Por eso también promovemos, desde lugar que sea y a través del puente o canal que está a nuestro alcance, la idea de que sumarse a esta modalidad de vida es en primer lugar satisfactoria y positiva para cada persona que lo haga por el simple motivo de que la salud será la primera beneficiada; la salud física y la espiritual, por supuesto. Y de más está decir que es un respaldo y un escudo para ellos, los animales, porque entregándonos a la realización de una vida vegana estamos cooperando con su conservación y la mejora de su calidad de vida; permitiéndoles básicamente, nada menos que vivir. 
Por eso amigos, no demos la espalda a todo lo que venga a sumar en nuestra vida y en la de los demás. Seamos solidarios y amorosos con todos. No distingamos entre unos y otros, olvidando que el sufrimiento y el dolor pueden aparecer en cualquiera de nosotros. 
Démosle una oportunidad a la vida y al altruismo, en su más acabada y bella forma, abrazando la vida vegana para redimir a gran parte del mundo del dolor, la miseria, la injusticia y la maldad.

martes, 22 de octubre de 2013

Ser dueño de una sombra.

Camino mucho junto a mi perro en diferentes momentos del día, en cada una de sus salidas, y por lo tanto por el simple hecho de frecuentar generalmente los mismos sitios (parques, plazas, calles, etc.) ya voy viendo en muchas oportunidades a las mismas personas que se mueven por tales lugares.
Sin dudas la plaza es el lugar que más visitamos. Las varias plazas que están cerca de nuestra casa y que en cada bajada (que lo permite el no apremio por el tiempo o el clima) recorremos, y aquellas más lejanas a nuestro domicilio o barrio que en caminatas más extensas también solemos incluir en el paseo, y que nos ofrecen diariamente una fotografía única y muchas veces repetida.
Es por lo tanto que, de andar una y otra vez por estos lugares, se comienza a ver cosas que con el transcurso del tiempo resultan parte del paisaje visual y podría decirse que hasta esperables de encontrar en cada salida.
Una de ellas, y ya no hablo de "cosas", como las enuncié en el párrafo anterior a modo de denominar en general todo aquello que vemos repetidamente en nuestras caminatas, es a un señor que vive en la Plaza Las Heras junto a su perro y a su changuito de supermercado lleno de todas sus pertenencias, que ya es para nosotros (para mi perro, por el compañero de este señor que le ladra cada vez que por allí pasamos, y para mi, por la costumbre de verlo y saludarlo cada día) parte de lo que vemos y esperamos ver inconscientemente seguro, en nuestro paseo, cuando por esta zona del recorrido andamos.
Y él, que ya saludo y conozco de tanto verlo y hasta haber hablado alguna que otra vez (teniendo cuidado de que su perro no se acerque al mío porque sería tremendo que así sucediera para todos, especialmente para mi pobre Boro) tiene su lugar específico dentro del predio de la plaza, ese que no es otro más que el que él ha elegido desde hace años, seguramente producto de considerarlo el mejor y más oportuno a ocupar debido a múltiples factores que el tiempo le ha dado en fundamentos y que por tal motivo es "su" lugar, ese que goza de la sombra más frondosa de la plaza y que es suya, sí, suya; y él la disfruta, la usa, la vive y, como tantos cientos de hombres más (y mujeres, claro) que estén en su condición y situación, pasa a ser algo más de su propiedad.
Después de todo, ¿quién se va a atrever a cuestionar el hecho de que pueda también, o al menos, ser dueño de una sombra?

lunes, 14 de octubre de 2013

Me dijo que era algo de "otro plano".

Cada tanto me encuentro con personas que salen de lo común del resto por lo que terminan contándome o por como se expresan luego de unos minutos de hablar, producto de que ambos vamos con nuestros perros, que se huelen, y entonces ahí deriva la posterior charla.
Hace un par de noches atrás, en la bajada final de Boro, mi perro, fue Flavia, de más de 50 años, que terminó contándome que fabulaba (yo lo sugiero aunque ella, en la duda de la veracidad de lo que contaba, lo contempló también) que algunas veces le ha pasado que sus animales, específicamente a sus gatos (le ha sucedido con varios a lo largo de su vida, dice), les sucede una transformación inexplicable y aparece otro, como clon (ella utilizó esa palabra) del auténtico que tiene; hasta el punto de que la última vez fue que su gato macho (el actual que vive junto a ella y su perra, la que paseaba cuando nos encontramos) fue misteriosamente "cambiado" por otro idéntico que resultó ser hembra y que ella luego de verlo raro en su comportamiento lo revisó y la descubrió del sexo opuesto al que en verdad correspondía.
Suena bastante a delirio, pero que se yo, no quiero juzgar a nadie por nada que no sea perjudicial para con los demás y en este caso ella lo comentaba no sintiéndose traumatizada por lo que le había sucedido y se otorgaba y me otorgaba la posibilidad de que todo fuera parte de un sugestión suya (me extrañó que planteara este punto pero lo hizo, algo que descartaba una locura galopante ya que ella misma dudaba en cierta manera de lo que narraba).
Y por supuesto que ya que estábamos en tren de hablar le pregunté si entonces se había quedado con la gata en lugar de su gato así, sin más, y me dijo entonces que luego, al día siguiente, la gata volvió a ser el gato (macho), aunque sin mucha explicación de como fue el nuevo cambio o transformación, algo que me hizo verla medio desconcertada en su relato, siendo éste el único momento en el que tambaleó en la seguridad de todo lo que me narraba.
Finalmente terminó diciéndome que toda esta experiencia radicaba, según lo que ella comprendía, en una vivencia y manifestación de alguna forma de mensaje desde "otro plano" (así lo contaba ella) que se materializaba en su animal.
En fin, me he limitado a contarles esto que presencié y que hizo de esa bajada algo diferente a las de todos los días ya que hay algo que no podemos negar y es que esta Flavia en cuestión tenía un bagaje de historias, y porque no fábulas personales, que seguramente necesitaba contar o hablar con alguien.
Ahora, vaya a saber porque entendió que lo podía hacer conmigo, ¿no? Bueno, no sé; eso quizás sería tema de otra entrada.

jueves, 10 de octubre de 2013

En la mente y/o en el corazón.

Tengo en mi mente (creo que es ahí) un lugar donde guardo todas las cosas feas que siento por determinados hechos que han sucedido en mi vida y que, para ser más preciso, se traduce en todo lo feo que se me genera por ciertas personas que, a mi entender, actúan de una manera no adecuada frente a determinados sucesos de la vida.
Entre ellas están las actitudes desagradecidas que pueden partir de cualquier persona y que con esa sola actitud asumida hace que ya me quede quien sea protagonista de una actitud de este tipo relegada en estima, aunque quizás nunca se lo haga saber; porque en definitiva, después de todo, seguramente que, al obrar así, poco le importa saberlo.
También tengo en ese lugar las acciones desleales tales como el chisme y ese tipo de procederes que asumen, afortunadamente para mí, pocas personas de las que conozco, o al menos que hasta ahí llega ni conocimiento sobre ellas.
No puedo evitar direccionar también automáticamente a este lugar del cual hago referencia a la gente ordinaria que se precia de andar transitando los caminos de la vanguardia; ya que además de ser pobres entes, encima, quieren parecer aquello que no son y que nadie se los cree. Y hablo de gente ordinaria no por acceso (o no) a la educación, o por mayores o menores ingresos económicos, o por su ubicación en la (snob) clase social, sino porque hace gala de su ordinariez creyéndose que pasa por graciosa o simplemente original con cada muestra de su precaria humanidad.
Y las personas, y sus consecuentes actos que seguramente también se alojarán en este lugar que recibe todo aquello que me resulta feo y negativo para mi vida y mi forma de verla y abordarla son las agresivas, las mentirosas y las desvergonzadas al momento de (no) respetar a toda otra persona que no necesariamente piense y elija las mismas cosas que ella; principalmente cuando hagan uso de su falta de respeto hacia los demás injustificadamente, aunque nunca debería haber una razón para caer en la agresión, la mentira y la falta de respeto, valga la redundancia, hacia el otro.
Por eso las personas que sin yo planearlo se me ubican en ese lugar de mi ser, ubicado -para mi- en el cerebro, creo que en definitiva también pasan a ocupar ese lugar en el corazón (si es que existe también ahí un lugar así o suponiendo que quizás sea únicamente ahí, en el corazón, donde se experimentan, sienten y suceden estas categorías) ya que en cierto punto de nuestra vida es imposible separar uno del otro y en la mayoría de los casos todo lo que sucede y pasa por un lado, indefectiblemente sucederá y pasará por el otro también, y viceversa.
Es así que ahí las tengo, acumuladas, esperando que solas se vayan de mi vida, sin forzar su anulación (de ser así se quedan por más tiempo y cuesta más alejarlas), y por tal motivo es que a veces también vuelven a emerger ante similares hechos o repetidas apariciones, pero nada más que eso. Tengo la suerte de olvidar ligeramente lo pasado (lo intento) y en una nueva interacción con quien en otro tiempo no actuó bien no traer a colación eso a la memoria y sólo si se volviera a caer en un desatino como el anterior sentir nuevamente esa desazón que se genera ante la reiterada desilusión.
Por eso siempre puedo enmendar fácilmente cualquier controversia pasada, porque triste sería aferrarse a éstas para esperar una venganza o retribución pagando con la misma moneda. Y salvo que nunca aparezca el pedido de disculpas, el reconocimiento de haber estado mal o el mero hecho de reconocer de alguna manera que se ha actuado equivocadamente y hacerse el o la desentendido/a eternamente, yo sabré sanear dicho episodio del pasado para dar por cerrado ese mal recuerdo.

martes, 8 de octubre de 2013

No acepto.

Si quienes critican mi elección vegana me piden, a la vez, respeto por su punto de vista (haciendo clara mención a que yo también debo aceptar al otro como espero que lo hagan conmigo), pues bien; diré que NO.
NO, porque yo no voy a aceptar ni a entender la postura de quienes para poder alimentarse y vivir, en varios aspectos de su vida, recurren al dolor infligido sobre otros seres vivos que también temen, sufren y padecen dolores corporales y emocionales igual que nosotros, los seres humanos.
NO, porque jamás podrá equipararse un pedido de respeto o aceptación entre tan opuestos y significativos estilos de afrontar y llevar adelante la vida.
NO, porque no puedo, aunque quisiera NO puedo. Otra cosa es no combatir esa postura desde la interpelación necia o agresiva, ya que cada uno elige libremente lo mejor que le va a su vida y a la de quienes lo rodean (los animales también nos rodean) pero hasta ahí llego.
NO combato, más tampoco acepto ni entiendo.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Cansancio en la propia fortaleza.

Me he dado cuenta que cuando más guardo sentimientos encontrados en mi interior sin permitirme expresarlos a diestra y siniestra es cuando más cansado me siento, físicamente hablando, y creo que se debe a que internamente hago un arduo trabajo de auto-contención para no dar curso a eso que experimento y que si no lo verbalizo es porque creo que además de saber que no es lo más oportuno hacer, sé que de hacerlo significaría -quizás- un desgaste físico y emocional aún mayor.
El hecho es que seguramente a muchos también les pasa que, de sentirse fortalecidos frente a la contundencia de la determinación de seguir un curso ante determinadas posibilidades, se sientan a la vez debilitados en otro aspecto y esa debilidad se haga evidente por sobre la fortaleza ya citada que quizás no sea otra cosa que cierta debilidad que se transforma en fortaleza al poder ser manejada, postergada y quitada de nuestra intención de reacción, para actuar lo más loable o pacíficamente posible.
Por eso, el cansancio que se siente en lo físico, se experimenta de manera real, y se manifiesta en determinados momentos hasta en dolores y contracciones corporales, puede ser tranquilamente un resabio de otra cosa que poco tiene que ver con el real aplomo que expresa nuestro cuerpo.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Los paseadores de perros.

Cada persona que convive con un perro y que por falta de tiempo, de momentos en casa, o simplemente para distensión y sociabilidad de su amigo animal lo manda con un paseador debe saber que la persona elegida es de absoluta confianza y confiabilidad al momento de "entregarle" su amigo, en teoría al inicio del vínculo a alguien extraño.
Cada uno está tranquilo y sabe (piensa en realidad) que quien sale con su can es una persona que nunca lo va a maltratar y que, así como lo trata y se comporta con él cuando se lo entregan y al momento de devolverlo (es decir cuando además de estar con el animal también interactúa con su dueño (mal llamado "dueño" ya que ninguna vida es propiedad de nadie más que de quien la posee y en todo caso ellos no son posesión nuestra sino que sólo acompañan nuestros días) así debe tratarlo en el resto del paseo cuando sólo están el paseador y los perros; y nadie más.
A Boro lo paseó mucho tiempo una mujer que me recomendó una señora que no conocía, del barrio, pero que de ir preguntando en su momento a quienes veía con perros por el paseador que salía con ellos dí determinada vez y fue ahí que decidí sumar a Toto (un Toto pequeño, inquieto y juguetón) a la jauría de la paseadora "María".
Ella era muy amable, de unos 45 años, toda su vida se había dedicado a eso de pasear perros, y se notaba que los quería y que Boro la quería ya que al momento de sonar el portero eléctrico, las mañanas que ella lo pasaba a buscar (de lunes a viernes), Él se exaltaba y daba sobradas muestras de alegría queriendo bajar al instante a encontrarse con María. La reacción de un perro que sale cada mañana con su paseador cuando suena el timbre que marca la (posible) llegada de éste es fundamental para poder percibir si el can se alegra, se retrotrae, se esconde, o lo que sea, en claro síntoma de si desea o no repetir la experiencia que lleva a cabo diariamente. Y si hay algo que tienen los animales en contundencia. Si les gusta y quieren algo a alguien, lo demuestran efusivamente así como también evitan todo aquello que les de miedo o directamente no les resulte placentero.
Y así, tantos otros al igual que yo, nos fiamos intuitivamente al principio, y por convencimiento después, de que nuestro paseador es el indicado, el mejor, el único que podría ser depositario de nuestra confianza y así seguimos. Muchas veces no queda tiempo para ver, pensar e investigar como son tratados ciertamente nuestros compañeros una vez que los vemos alejarse en manos, repito, de un extraño.
El tema es que Boro no pasea más con María desde hace más de dos largos años ya, porque ella se volvió a su ciudad natal luego de décadas de estar viviendo en Buenos Aires, motivo que me evitó dar un quiebre brusco a la relación establecida con ella luego de casi un año de sacar a Toto ya que una vez, por esas cosas de la vida y como quien no quiere la cosa la vi en la calle cuando estaba yendo para casa y ella claramente estaba dirigiéndose a casa también a llevarme a Boro y entonces luego, cuando efectivamente llegó al edificio con Él, yo le comenté que la había visto (un comentario que sólo quedaba en eso ya que como la había visto, había seguido camino, y nada más); y ella, asumiendo eso que llaman "cola de paja" replicó enseguida que si yo la había visto gritarle y zamarrearlo (a Boro) era porque Él justo se había comido unas flores de un cantero. (¿?)
Flores no comió Boro. Nunca. Pero no importa. Este episodio que se desencadenó de la nada y por un comentario (el mío), que no daba para más que lo que enunciaba, derivó en una falta de confianza de mi parte hacia ella ya que, de suponer, vaya a saber si el "zamarreo" era moneda común o si no incluía otros menesteres. Vaya a saber. Pero en ese momento no dije nada, como tampoco lo hice después, ni nunca; ya que a los días ella me contó esto de que se volvía a vivir a su Pinamar natal y entonces, y como además Boro no mostraba signos de no querer salir con ella, dejé que se continuaran los paseos hasta que ella los dio por finalizados.
Es así, sepámoslo. Por más tiempo que llevemos con un mismo paseador, jamás sabremos la intimidad de cada paseo y por tal motivo lo que realmente hacen los perritos durante el mismo. Puede que estén atados todo el tiempo, que los matraten verbalmente (gritos, destrato, etc.), que los agredan físicamente (he visto a varias de estas personas agredir a perros de su paseo, vaya a saber porque pero agredirlos, y contundentemente) o por el contrario que los cuiden, los traten bien y especialmente los paseen como si fueran ellos mismos, los paseadores, parte de su familia.
Todo va un poco en ser observador, un poco en no desentenderse totalmente del tema una vez que se encuentra a una persona que se ocupe de sacar a pasear a nuestros amigos y un poco en suerte, porque no, ya que a veces es cuestión de dar justo en la tecla, en la adecuada o en la incorrecta, claro. No queda otra.


miércoles, 4 de septiembre de 2013

Yo padecí bullying cuando aún no se lo identificaba con un nombre.

Y sí, no hay que ser una persona sarcásticamente tocada por alguna fístula (a modo de atrofia) del destino para sentirse un sapo de otro pozo en algún momento, lugar o contexto. Pero de ahí a sentirlo siempre y a poder darse cuenta de ello por expresa voluntad de otras personas, llegando a padecer de alguna forma tales agravios, hay una enorme diferencia. 
A mi de grande (actualmente) no me pasa casi nunca, salvo alguna excepción muy concreta contada con los dedos de una mano y por algún motivo, razón o circunstancia que hace que quizás no me sienta bien en algún sitio; cosa que se soluciona dando por terminada tal experiencia y listo. Es por eso que ahora, a esta altura de mi vida, reconozco que en mi niñez y adolescencia, en ese tiempo tan alejado a éste actual, fue moneda corriente en mi vida eso de sentirme así.
Comenzando por la época del colegio primario, en esos grados superiores donde ya se comienzan a observar las diferencias entre grupos de alumnos y sus formas de ser y la implacable impronta de algunos compañeros de curso; y ni hablar del tiempo del secundario luego, donde las clases de educación física solo de varones por ejemplo se volvían momentos en los que no lo pasaba nada bien; fue para mi ésta, la etapa de mi vida en la que más incómodamente viví, definitivamente.
Siempre todo asociado a mi condición sexual, por supuesto; por ese entonces no asumida o bien entendida por mi pero quizás sí visible y burlada por otros del resto de la clase. (Paradójico que entre los hostigadores e instigadores de la burla hubo alguno que se asumió de la misma condición SEXUAL que yo; pero en fin, cosas de la vida.)
Tres ejemplos bastan para entender a que me refiero con el maltrato que recibía y que no es evidente para los demás pero sí lo es, y lastima, para quien lo sufre en carne propia.
1) empujones, risas, burlas, y explícitas muestras de amaneradas y mariconas actitudes que ponían en práctica algunos chicos cuando me hablaban o hablaban de mi muy cerca mío para que yo escuchara lo que decían y opinaban (de mi);
2) faltas de respeto absolutas como por ejemplo que estando en la biblioteca del colegio en horario extra escolar buscando información para un trabajo de alguna materia tener que soportar el hecho de ver que algún alumno escupiera dentro de mi mochila y no poder hacer nada ya que en la introversión a la que me abrazaba, como le sucede a cualquier adolescente que es agredido/a con este tipo de cosas habitualmente, no me estaba permitido, por vergüenza, temor a otra burla, o dolor a reconocer públicamente lo que sucedía, expresarme o buscar una ayuda o un amparo;
3) sentir una velada pero manifiesta exclusión al momento de tener que armar grupos de trabajo en el aula o simples partidos de fútbol o algún otro deporte en clases de educación física.
En fin, todos ejemplos de lo mismo; de separación, de desplazamiento y de no inclusión en actividades y momentos diarios donde en general se sentían (se sienten) incluidos todos los alumnos de un curso o colegio; y sumado a esto, además de la desatención, aparecía el hecho de la agresión, verbal y psicológica. Completo.   
El tema es que de ahí en adelante siempre sentía que para mi no era normal caerle "naturalmente agradable" a la gente y a los grupos de gente. Vaya a saber porque el ser humano (la mente humana) se aferra a conceptos y experiencias traumáticas pasadas y repetidas, no pudiendo permitirse luego desprenderse fácilmente de esos magullones psicológicos y espirituales.
También en el club, o en algunos partidos de fútbol del barrio, o en cosas tan básicas y simples como salidas a la plaza de mi ciudad alguna tarde del fin de semana, o en la asistencia a los cumpleaños de mis compañeros de la escuela yo era presa de burlas que no pasaban de eso pero que al ser constantes y recurrentes en todo lugar (en la mayoría de ellos) a mi me resultaban tediosas de sobrellevar y muy opresivas; además de hacerme sentir desahuciado y turbado, volviéndome absolutamente disminuido en el potencial real de mi interacción con los demás y arruinando el paseo o evento en el cual estuviera participando, obviamente. Siempre recuerdo que antes de ir a los cumpleaños, ya en casa, yo me sentía nervioso, siempre, con ganas de no ir pero a la vez deseando poder hacerlo y pasarlo bien; y que cuando estaba terminando alguna de estas celebraciones y esperaba que mis padres me pasaran a buscar por el lugar, si no había sucedido nada relevante en cuanto a burlas y cargadas, yo me sentía feliz; y creo que esa felicidad era más porque volvía a mi casa donde nadie podría ya desacreditarme que por no haberlo pasado mal, ya que de estar en esa expectativa constante, de todos modos, lo pasaba mal.
Es así que el tiempo de escuela (primario y principalmente secundario), en el que fui también dichoso y feliz gracias a la amistad y al acercamiento de otr@s compañer@s, fue para mi el más traumático; pudiendo volver a revivir y sentir ahora, en una retrospección que se produce en mí, producto de abordar tales recuerdos, las sensaciones de vergüenza, nerviosismo, angustia, desesperación, soledad, sudor frío, querer literalmente que "me trague la tierra", etc., que tanto me asolaron por aquel entonces. Sí, al escribir esta entrada tan personal experimento, de manera diferente pero en esencia básicamente igual, eso que sentía en la etapa narrada.
Fue así que a la inversa del colegio primario, donde la hostilidad no apareció en el comienzo de los primeros grados (1°, 2°, 3° y 4º) quizás porque todavía se era muy pequeño ahí para que aflore la crueldad en niñ@s de estos niveles y sí fue decantándose hacia los últimos (5°, 6° y 7°), en el secundario tuvo su máximo auge en los 3 primeros años, para ir apaciguándose (quizás por acostumbramiento, interacción forzada pero interacción al fin, o algún otro motivo) hacia el transcurso de los dos años finales.
Afortunadamente al término del colegio secundario, y con el ingreso a la universidad, nuevas amistades universitarias, algunas sesiones de terapia llegadas mucho tiempo después, y el rumbo de mi vida que siguió otro camino alejado de ese lugar físico y emocional donde me sentí "no libre" de expresarme naturalmente, ese tiempo de relegación personal autoinfligido comenzó a modificarse por el traslado a otra ciudad para seguir mis estudios, y de a poco, sin darme cuenta, me fui sanando y desprendiendo de todo ese hostigamiento al que había sido sometido y que sólo conocíamos quienes lo llevaban adelante y yo, ya que muchas veces quienes rodean estos crueles episodios (ahora llamados bullying) ni se dan cuenta de que suceden; y cuando participan, escuetamente y por fracciones de segundos, interpretan entre risas y/o bromas que son sólo eso, una broma y nada más.
Seguramente todo lo compartido haya tenido que ver con que la vida de un niño o una niña, y posterior adolescente gay, a finales de los 80 e inicio de los 90 no fue fácil para ningun@, pero yo creo que para cada un@ que vive su propio destierro y calvario personal con respecto al resto de los niños y las niñas, su caso es el peor de todos. Obvio que los hay peores, y sabemos de algunos que han terminado mal, aún a costas de cobrarse las vidas que de tanto padecer ataques y afrentas decidieron dar un término absoluto a tales agresiones. Más todos sufren de padecer tales males sociales y el sufrimiento se sobrelleva en cierto punto de igual manera: sufriendo.
Por eso cuando se celebra el crecimiento, producto de este tiempo de igualdad y aceptación de que no hay más diferencia que la que el propio ser humano dictamina y condena, no hay que olvidar que en otro tiempo sí la hubo y se la marcaba de manera contundente haciendo que quienes quedaban (quedábamos como fue mi caso) del lado "incorrecto" lo pasaran muy feo, ya que además de cargar con su "sentirse vulnerad@s y a contramano del mundo" debían afrontar terribles e injustos agravios por ser considerad@s rar@s.
De esta manera, todos, por el simple hecho de ser personas (demás está decir que es altruista el hecho de apoyar) debemos valorar y defender siempre, y ante cualquier intento de disminución, retroceso, o segmentación, la causa de la igualdad desde todos los niveles de la sociedad, para que algún día se cierre definitivamente el arcón que guarda todo lo que ha quedado en desuso entre la gente, y con ese cierre se extinga la última, pacata, inhumana y vulgar conciencia que discrimina entre una u otra persona por su gusto y elección sexual.
¡Bienvenida la diversidad! ¡Bienvenida la diferencia!
¡BIENVENIDO EL RESPETO!

miércoles, 7 de agosto de 2013

Las hay de todo tipo.

Algunas imágenes plasmadas generalmente en fotografías, de tan comunes cuando son tomadas con algún accesorio extra como puede ser la luz solar iluminando de manera particular o algo así, se vuelven cuadros que dejan de serlo para convertirse justamente en eso, particulares.
Yo veo en muchas de las fotografías que suelo tomar con mi BlackBerry cuando ando por la calle, cuando no con mi cámara personal que sin llegar a ser profesional es una cámara y por lo tanto captura mejores imágenes que mi smartphone, que tienen algo que las hace salir de lo ordinario de una foto común para terminar siendo una diferente ilustración fotográfica.
Ya lo he comentado y he hecho alusiones fotográficas a dicho tema en entradas anteriores pero resulta que al encontrarme frente a alguna foto de este tipo, vuelve a surgir en mi la necesidad de no dejarla pasar y llevarla conmigo en el medio de captación que tenga más a mano, para compartirla luego, por supuesto con tod@s ustedes.

miércoles, 31 de julio de 2013

No sólo no la levantó sino que se cagó en los que sí lo hacemos.

Otra vez la gente mala. Porque no hay otra forma de definir determinados tipos de actitudes en algunas personas.
Caso recurrente en este último tiempo en mis redes sociales y en alguna entrada de blog publicada hace apenas unos días el que vivo nuevamente en la plaza y ahora comparto acá.
Un hombre joven, con mameluco de médico o practicante (para el caso es lo mismo), con un labrador que hace sus heces, en cantidades proporcionales a un perro de ese tamaño, no levanta las mismas. Entonces yo, otra vez (lo seguiré haciendo cada vez que tenga oportunidad) me acerco y le ofrezco un bolsa para que recoja eso que le corresponde no dejar en el piso.
A todo esto me dice que no, que como él ve que hay mierda en el piso, alegando que nadie la junta (y acá exageró ya que si bien son muchos los desubicados que no recogen las deposiciones de sus animales también están los que como tantos otros y yo sí lo hacemos) piensa dejarla ahí ya que de hecho siempre lo hace de esta manera. Acto seguido, no esperando yo, por mi parte, tal respuesta de este mamerto, y con claros signos de estar absolutamente sorprendido ante tal desfachatez humana, le pregunto sin salir de mi asombro si en efecto no iba a aceptar finalmente mi bolsa, y el susodicho me responde que no, y se aleja, con cola de paja, me di cuenta, pero para el caso que importa si lo importunó mi aparición; más teniendo en cuenta que siguió en su tesitura de cagarse, literalmente, en mi y en todos los que sí hacemos lo que debemos con respecto a este tema.
Por eso, otra vez lo comento, lo comparto y le dedico una entrada de mi blog ya que nunca dejaré de admirarme negativamente, por supuesto (como sinónimo de horrorizarme), ante tanta desidia, falta de respeto, idiotez, e hijaputez humana.

domingo, 28 de julio de 2013

A veces, un poquito más afortunado aún.

De vez en cuando, cada tanto, yo me siento un poquito más afortunado que de costumbre, y al contemplar en vivo y en directo -a mediados de semana quizás y en un horario pico del día- una imagen como ésta, valoro lo pequeño y lo grandioso de la vida, expresado en fotografías como ésta que ven ahora y que va más allá del papel o del archivo JPG pudiendo llegar a abrazar y reconfortar el espíritu, mi espíritu al menos.
Sí, lo aseguro.
Y podré estar pecando de naif quizás, o directamente de bobo (boludo), pero no importa; yo disfruto, valoro y aprovecho todas estas cosas también y nadie me quita lo experimentado.
Lo recomiendo amigos, lo recomiendo.

jueves, 25 de julio de 2013

"¿Quiere una bolsa para juntar lo que hizo su perro?"

Muchas veces la gente humilde es también la más impertinente. Y lo digo porque esta forma de ser, arrogante, suele asociarse generalmente sólo a la gente de mayor poder adquisitivo pero, ya ven, está en todos los seres humanos.
La otra tarde veo en el parque, mientras estaba paseando con Boro, mi perro, que una mujer, (ese día como otras veces, ya que la tengo vista en ese lugar), no recogía las heces de su perro, y entonces en lugar de decirle algo al estilo reprimenda (no me correspondía a mi adoptar esa actitud) me acerco para darle una bolsa (de las mías) y decirle: "Señora, ¿quiere una bolsa para juntar lo que hizo su perro?"
Acto seguido la mujer se ofendió y comenzó a decirme, en tono claramente perturbado, que no le dijera "eso" sólo a ella, y que viera y le dijese a todos los que estaban en la plaza que juntaran la caca de su perro. (¡Qué delirio! ¿Cómo podía saber ella si yo le decía o no le decía "eso" a los demás o solamente lo hacía, por caso excepcional, con ella? En fin, dejémoslo ahí ya que ese estilo de conjeturas y tejes de alguna gente es para otro tema.)
Entonces, continúo, yo le aclaré que siempre hacía lo mismo con todos los que no recogían las deposiciones de sus animales, y que eso que acababa de hacer con ella era con la mejor intención producto de haberla visto en anteriores ocasiones hacer lo mismo que hacía en ese momento; pero de todos modos ella siguió repitiendo lo mismo, como quien no tiene bases ni fundamentos para su enojo, amén de carecer de armas para entablar un diálogo, claramente.
Por eso lo de que muchas veces la gente humilde (social y culturalmente), como se notaba en el caso de esta señora, suele ser también la más impertinente, y la de mayor verborragia, a la hora de expresar algo que no acepta.
Acto seguido, le entregué la bolsita, que por supuesto -afortunadamente- aceptó, y me retiré saludándola amablemente (al menos intentando serlo).
Entre otras cosas yo tomo esta actitud de ofrecer "a quien sea" una bolsa, a modo de combatir la haraganería o pereza de levantar las deposiciones de los animales que se pasean, ya que creo que es ésta la mejor forma de manejarse para que el fin pretendido (que se asuma la responsabilidad de levantar la caca de los animales) prenda más fácilmente sobre quien recibe la bolsita que si se lo hace reprendiendo por una actitud que aunque definitivamente está mal -y no hay discusión en este tema- quizás bien podría originar que se le diga a uno que quien se cree que es para meterse a decirle a alguien que hacer o no hacer. Además, la verdad, para que va a andar uno haciéndose el "maestro ciruela" sobre personas que en algunos casos seguramente poco les interese escuchar, aprehender y cambiar su actitud frente a hechos que impliquen una mejor convivencia entre todos los integrantes de una sociedad, cualquiera sea esta.
Por eso el ejemplo, a mi entender, es la mejor herramienta para que se modifiquen las cosas a corto o a largo plazo en los diferentes aspectos de la vida.
Es así. Como siempre sucede, hay de todo en la viña.

martes, 23 de julio de 2013

Quizás en eso consista la pequeña superación diaria.

Estando en la ciudad de Mar del Plata el último fin de semana largo del feriado del 20 de junio, día de la bandera, en uno de esos momentos en los que andamos caminando la ciudad y recorriendo los sitios que aunque ya visitados nunca nos saben iguales en su recorrido, vi a un señor de edad mayor, que iba haciendo ejercicios y todo tipo de esfuerzos, que se notaba a las claras que eran algo fuertes y exigentes para alguien de su edad; pero que en este hombre no representaban de mayores bríos.
Lo vi, me asombró positivamente ver esa imagen, y luego seguí con lo mío y lo de quienes estaban junto a mi realizando ese placentero paseo de caminata, propio de las visitas invernales a esta ciudad.
El tema es que en determinado momento, estando yo a esa altura del paseo sentado en los bordes de los pilares que dan al mar, previo terreno de rocas que hay entre éste y la acera, veo al mismo señor que antes había visto por la calle, ahora caminando por las rocas que en forma irregular y empinada delimitan, como dije, el mar con la superficie continental.
Por este motivo lo fotografié al instante teniendo en mente en algún momento plasmar, aquí en mi blog, esta experiencia que yo sentía que vivía de ver algo tan loable.
Y me asombré de tan intrépida empresa llevada a cabo por este hombre y después de tanto asombrarme y comentar la hazaña que el protagonista de esta entrada realizaba cerré este espectáculo visual con la siguiente reflexión: Quizás en eso consista la pequeña superación diaria, esa que no es una gran hazaña única o esporádica (como yo la veía y entendía) sino aquella que de constante y repetitiva se convierte en la gran hazaña y en el óptimo logro que hacen que alguien sólo se vea grande para los demás (para mí en este caso) pero no para quien la lleva adelante.

miércoles, 17 de julio de 2013

¡¡¡¡¡Cuánto nos necesitan!!!!!

Ellos nos necesitan desde todo lugar y actitud. Ayudándolos a ser libres, a que se les ame realmente sin distinción entre una u otra especie, a que su vida se valorice al mismo nivel que la humana, y a que sean respetados en toda la extensión de sus vidas.
Nosotros, con nuestras acciones, pequeñas o grandes según la posibilidad de cada uno, podemos y debemos formar parte del hermoso colectivo humano que trata de que todo esto sea un hecho y no sólo una intención vana que se queda en eso, en la intención.
Por eso, con respecto a circos con animales, es fácil, no asistan a sus funciones y vean la forma de ayudar a terminar con esta triste costumbre antinatural de agredir, maltratar y lastimar a un ser inocente y bueno, para entretener a otro egoísta y despiadado que es quien asiste a este triste espectáculo.
Es simple. NO VAYAS AL CIRCO CON ANIMALES. De alguna forma, ellos te lo estarán agradeciendo. No lo dudes.



lunes, 8 de julio de 2013

Cada persona, un misterio.

Cada uno/a es como es, eso queda claro, de ahí también eso de que cada persona es un mundo; pero cuando hay cosas evidentes que no podrían esperarse de otra manera, sea quien sea que las protagonice, y por el contrario se dan de otra manera, da para pensar en que algo no marcha bien.
Tal es el caso de cuando se presuponen cosas que pueden darse por hechas en forma anticipada sin temor a equivocarse, ya sea porque no hay manera de evitarlas o porque así han sido estipuladas, y luego sucede que no se dan de la forma anunciada y sobreviene el desconcierto general que en el mayor de los casos deja un cierto descontento, quizás innecesario o injustificado, pero que aparece solo, sin que se lo busque o desee.
Es así, personas del mundo real, cada persona es un mundo; ese propio mundo y universo que representa un auténtico misterio para el resto de los mortales, definitivamente.
Y en ese mundo individual, infranqueable y desconocido, es donde no debemos depositar otras expectativas más que aquellas que sean necesarias según el caso y el contexto; porque como se sabe, y ante el misterio del otro -como ser autárquico aunque hasta cierto punto en muchas ocasiones, y único e irrepetible- muchas veces puede sobrevenir en nosotros la desorientación y la confusión.

viernes, 5 de julio de 2013

Antes que anochezca.

La vida de Reinaldo Arenas estuvo sumida en la pobreza durante el tiempo de su niñez, la opresión en su adolescencia y la angustia en su adultez. Él nunca vivió, a pesar de que experimentó fugaces momentos de liberación, en un estado de libertad y relajación pleno. Todo lo que tuvo que ver con su vida estuvo siempre ligado a la desatención en su niñez y a la persecución en su adultez.
Toda una infancia encuadrada en la desatención que rodea a la pobreza extrema, esa que hace que la gente haga prevalecer otro tipo de cosas antes que aquellas que tienden a fomentar el trato, la atención y los vínculos (así se mantenga una relación familiar que pueda asemejarse a la del estar presente), es la resultante de una desidia que por otras necesidades vitales como la de no morir de hambre van trasladando hacia otro lugar de menor importancia el trato cotidiano, fue lo que plasmó en sus relatos este autor que de adulto, y ya antes entrando en su adolescencia específicamente, pasó a experimentar el tormento de la persecución constante por querer seguir manteniendo esa libertad que la pobreza le confirió en sus primeros años de vida expresándose ahora, en esta nueva etapa, en forma libre y desestructurada a través de la escritura, con respecto a reglas vigentes desde un estado nacional que venía a reemplazar a una dictadura, la de Batista, y que él veía como otra peor, la de Castro. Básicamente este fue su pesar y sufrimiento constante, frente al cual Arenas trató de seguir adelante, siempre, mientras que fuera necesario hacerlo, claro.
Tiempo aciago, por lo tanto, el que transcurrió desde el momento de su nacimiento en Aguas Claras, Cuba, en 1.943 hasta el de su muerte en Nueva York, EE.UU., en 1.990; donde las desventuras, matizadas quizás con la euforia transformada momentáneamente en alegría y disfrute compulsivo en esa característica innata tan propia del pueblo cubano, lo confinaron a llevar una vida en la que tuvo que vivir errante -física y espiritualmente- para nunca sentir que podía descansar y llegar a su lugar.
Reinaldo Arenas tuvo en claro que era un desterrado y que como tal jamás encontraría la paz y el bienestar necesarios para vivir porque él, inconscientemente y a pesar de no querer regresar a Cuba luego de poder salir después de tantos intentos frustrados, sabía que ése era su lugar, donde estaban sus recuerdos, sus olores y todo lo que únicamente podía darle la tranquilidad que su alma necesitaba, y como bien lo deja en claro a lo largo de su vida y de su obra, era esta isla a la vez un lugar del que había que salir en lugar de regresar, aunque en realidad esa otra idea siguiese siempre vigente en él, que esperaba que alguna vez su Cuba pudiera ser libre, algo por lo que tanto hacía en definitiva a través de su vida y su obra, naturalmente.
Antes que anochezca fue el libro final editado luego de su muerte en el que a modo de autobiografía narra el tiempo transcurrido desde que tuvo noción de su existencia hasta que no puedo más y decidió poner fin a la misma.
Libro pintoresco y revelador en los momentos en los que el relato nos lleva por diferentes costumbres y hechos concretos de la Cuba de mediados de siglo pasado, desconocidos o no tenidos en cuenta por quienes pertenecemos a una sociedad un poco diferente a la cubana, tan distanciada en general de las sociedades occidentales tipo; pero también desgarrador en el abordaje de la desesperación provocada por un régimen al cual se apoya en primer lugar (como fue el caso de Reinaldo con respecto al inicio de la revolución comandada por Castro a la que adhirió y acompañó en sus primeros tiempos) para luego, y por rechazo del propio gobierno, sentirse excluido, eliminado, y perseguido, al punto de no poder vivir tranquilamente nunca más, hasta el fin de sus días, aún estando en el exilio.
Pero como no es la finalidad de esta entrada relatar el libro Antes Que Anochezca sino que, a partir de esta obra que resume su vida y su peripecia de búsqueda de libertad en este mundo se dé relevancia y homenajee a un hombre que a pesar de todo vivió incorruptible ante aquello que lo oprimía, es que hay que valorar y resaltar el hecho de que descubrió desde temprana edad que sólo sería a través de mantener sus ideales y convicciones a través de la pluma que seguiría en el camino hacia la plenitud de la libertad, y que no cediendo ante presiones y torturas recibidas, con fundamentos descarados y adosados por antojo para poder inculparle algún delito y arremeter contra él, se mantendría en ese camino de autenticidad y respeto hacia los demás cubanos y hacia el resto del mundo que pensara como él, y fundamentalmente hacia él mismo; algo que consiguió sin lugar a dudas y que el ejemplo de su vida y su lucha literaria lo corroboran.
Conviene desprenderse de cualquier pre-concepto antes de comenzar a leer su obra y fundamentalmente este libro, su trabajo póstumo, ya que es fácil prejuzgar ideas y hechos narrados estando situados a muchos kilómetros de distancia y de tiempo con respecto a la época descrita y los sucesos acaecidos y compartidos por Reinaldo Arenas desde una absoluta honestidad, para poder apreciar en su totalidad la autenticidad y la libertad que brotan a partir de cada línea de este relato en el que muchas veces sólo se encuentra un pedido desesperado de ayuda y, justamente de eso que prevalece en toda su obra, de libertad.

jueves, 4 de julio de 2013

¿La mente en blanco? No, imposible.

Muchas veces me encuentro frente a la pantalla de mi BlackBerry o de mi computadora (los dos canales que utilizo para escribir en mis blogs) queriendo comenzar a desarrollar una entrada y mi mente está como la misma entrada en cuestión: en blanco.
Es en ese (este) momento en el que pienso y pienso y me doy cuenta de que cuanto más lo hago más me voy embotando en este estado del que no puede salir nada, y bueno.
Freno entonces, como voy haciendo a medida que escribo estas líneas a través de mi smartphone un lunes 1 de julio en un horario cercano a las 7 de la tarde estando en el parque mientras acompaño a mi perro y espero que éste juegue y ande por allí, y comienzo a entender que nunca se tiene la mente en blanco, jamás; simplemente porque no se puede ya que es imposible no estar transitando por algún pensamiento, partiendo de la base que mientras se llega a la conclusión de que se está sin ninguna idea en la cabeza ya se está generando al menos un pensamiento y una idea a partir de la noción acerca de la cual se expresa que uno cree sentirse carente.
Por eso si bien comencé afirmando lo que luego -enseguida nomas-  postulé que es imposible que suceda, mantengo la segunda idea ya que así (como lo expresado en primer lugar) creí estar al inicio de esta entrada y como la misma, y por las características pertinentes a lo que apuntaba, iba desarrollándose a medida que era relatada, todo surgía y se revelaba en mi entendimiento a medida que transcurría su creación; reafirmando de esta manera, una vez más, que no podía estar con la mente en blanco bajo ningún punto de vista.
En fin, lleno de ideas. ¿La mente en blanco? No, imposible.

martes, 2 de julio de 2013

La magia de estar ahí.

Estar frente al mar y poder apreciar la inmensidad y la auténtica majestuosidad de su belleza es una de las cosas que más suelen disfrutar quienes tienen la suerte de poder visitarlo cada tanto, y ni hablemos de los que viven a metros de él.
Es una grandeza absoluta el hecho contemplar el espectáculo -no encuentro otra palabra para definirlo- que ofrece este escenario natural a quienes pueden darse el gusto de estar en ese lugar de privilegio que tiene que ver con situarse "ahí", justo ahí, percibiendo el sonido, el brillo y el aroma que parten de ese enorme y cuantioso cuenco de agua salada que atrae a quien alguna vez en su vida tiene la gracia de poder conocerlo personalmente; no dejando ya nunca más de fascinar a su espectador.
Yo adoro el mar. Lo amo y estar frente a él significa para mi uno de los placeres más grandes que pueda sentir en todo mi ser, comparable al de escuchar y vibrar al compás de una buena melodía, sea cual fuere su estilo musical, que seduce  mi espíritu ante tan agradable experiencia.
Yo fui testigo de la imagen compartida en esta oportunidad. Yo estuve ahí, frente a ese reflejo plateado y salado que hipnotizó mi atracción al toparme con él apreciando esa fotografía única y mágica, aún desde minutos antes de capturarla con mi cámara de fotos.
Y soy una persona afortunada, lo sé, ya que varias veces a año puedo encontrarme frente a esa imagen, frente a ese mar, y cada día estoy aprendiendo a valorar este tipo de cosas que no se pueden medir ni comparar con nada de lo material que en algunas oportunidades viene a copar nuestras vidas impidiéndonos valorar estas pequeñas-grandes cosas que tenemos ahí, muchas veces, al alcance de nuestra mano.

lunes, 1 de julio de 2013

En cualquier lugar.

En cualquier ciudad del mundo hay una plaza que nos aleja de los altos y fríos rascacielos que surcan el horizonte de nuestro lugar de residencia, siempre y cuando uno se encuentre en alguna de las grandes urbes que existen alrededor del globo terráqueo, claro; ya que si nos encontramos en el campo o en un pueblo de apenas casas bajas y no mucho más, otro es el panorama y no se necesita del beneficio que se busca y que otorga este tipo de instalación urbana natural que oficia de pulmón de estos conglomerados metropolitanos.
Es así que siempre habrá un pedacito de suelo con pasto y algunos árboles que estén esperando ser respirados, aprovechados y disfrutados por sus visitantes de turno. Relevancia alentadora, ¿no les parece?

domingo, 30 de junio de 2013

miércoles, 26 de junio de 2013

Ahí está la clave.

Estando inmerso en la ciudad, alejado por cierto de los mega lugares naturales como pueden ser los bosques, el campo y la playa, para citar algunos de estos escenarios que ofrece la naturaleza, podemos encontrar también diferentes momentos y lugares en plena ciudad que nos permitan desconectar visual, sonora y olfativamente de todo lo que las calles y las avenidas de cualquier urbe del mundo ofrecen a quienes se mueven por ella.
Es así que las plazas y los parques representan un espacio ideal para llevar a cabo este "desconectar" de todo aquello que suele representar una metrópolis en lo que a movimiento, escenografía, y tensión y stress se refiere.
Por eso, teniendo a mano (seguramente cuadras más, cuadras menos) uno de estos lugares no podemos no permitirnos de vez en cuando al menos sumergirnos mental y físicamente en ellos, alejándonos del ruido urbano que aunque quizás sigamos escuchando a pesar de estar allí será sólo una cortina lejana que no nos impida disfrutar del verdadero sitio en el que nos encontremos con sus auténticos sonidos, olores y colores.
Siempre se puede ver y encontrar todo en todo. La clave está en querer hacerlo y saber buscarlo. Ahí está la clave y ¡claro que se puede!

martes, 25 de junio de 2013

lunes, 24 de junio de 2013

Nada tentador.

Nada
es tentador
para salir a la calle
y dejar el calor
del hogar
cuando hace frío
y a través de la cámara
de seguridad del edificio
sólo se ve
la noche,
la oscuridad,
y el frío.
Sí,
el frío.
Porque el frío
también
traspasa la imagen
y se deja ver.
Como esperándonos,
allí afuera,
implacable.

domingo, 23 de junio de 2013

Graffitti urbano.

Una leyenda a modo de graffitti urbano pintada en la pared. La veo cada tanto, repetida por ahí, principalmente en mi barrio cuando saco a pasear a mi perro, y cada vez que la leo me dispara la mente hacia diferentes lugares abordando su mensaje siempre de una manera única, nunca igual a la anterior.
No sé muy bien si hará referencia a algo específico aunque de todos modos lo que deja tras su mensaje es claro y no da lugar a mucha ambigüedad.
Por eso mismo y porque siendo tan concreto lo que expresa me transmite tan distintos pensamientos cada vez que la enfrento es que la comparto con ustedes para que los lleve -como sucede conmigo- hacia algún lugar de reflexión con lo que dice.

sábado, 22 de junio de 2013

Noche otoñal que anticipaba el crudo invierno que se avecinaba.


Imagen de una de esas frías noches otoñales de algún momento de un día de la semana pasada donde se podía ver, a modo de preludio, una muestra de lo que sería este invierno que recién acabamos de comenzar.