miércoles, 10 de mayo de 2017

Solo se trata de no agrandar cosas sin importancia.

Muchas veces uno se encuentra afligiéndose, o al menos sintiéndose abatido, por alguna cosa que no merece la menor importancia, teniendo en cuenta lo que realmente reviste su foco de atención además de lo que viene a significar para la propia vida, una vida que siempre debería aspirar en todo momento a dar a cada cosa su verdadera trascendencia.
Por eso hay que tratar de hacer foco en las cosas, o mejor dicho, en los seres verdaderamente importantes que se tiene alrededor y que hacen que la vida no deba reparar en tales cometidos que llevan a sentirse mal para de esta manera, por tal motivo, seguramente lograr, volver a sentirse bien, sonreír y saber que lo demás siempre tiene solución o al menos siempre se puede intentar darle una.
Y se debe sacar de cada experiencia traumática (en definitiva sentirse mal, aunque sea de gusto, es traumático siempre que se tenga en cuenta que uno deja de estar y sentirse bien por algún motivo externo y eso lleva ─se lo quiera o no─ al trauma momentáneo o pasajero pero trauma al fin) algo que sirva para afrontar la próxima. Y aunque en la siguiente desventura de este tipo uno quizás se vuelva a sentir mal a priori, como un mecanismo inconsciente de reflexión ante lo que sucede, hay que saber que enseguida volverán las imágenes y opciones encontradas en la superación de la desazón anterior y entonces todo volverá a estar bien nuevamente.

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