martes, 11 de junio de 2019

El tiempo dirá...

Fotografía de "Motor Económico". La Web de Raúl Dellatorre.
Hace tiempo, y por razones que no viene al caso explicar ahora porque tampoco son muy claras, al menos para mí, y pudiendo resumirlas a todas en que inesperadamente me alejé de mi blog porque no es algo a lo que me condicione y a lo que me ciña para hacer una presentación diaria, como decía, hace tiempo que me he ausentado de mi blog, pero hoy siento la necesidad de regresar para compartir un pesar, podría atreverme a decir «generalizado», que atravesamos los argentinos y las argentinas luego de más de tres años de gobierno de un presidente que claramente se ha empeñado en gobernar para favorecer a los que más tienen en detrimento, por supuesto, de nosotros, el pueblo, el grueso de la patria.
Y es tal la amargura que acoge estas líneas que he pensado que quizás compartirlas pueda ayudar a menguar el dolor que me origina ver como gran parte de nuestro país se está cayendo a pedazos y, para ser más específico y quizás más crudo aún, como la mayor parte de sus habitantes, dentro de los que me incluyo, hemos visto vulnerados, desde un tiempo —la asunción al gobierno del actual presidente— a esta parte, todos nuestros derechos a vivir dignamente.
Poniéndome un poco místico y filosófico quizás, podría hacerme una pregunta que trasciende lo meramente político y va más allá de todo tema, abarcando de alguna manera la vida en su compleja contemplación y valoración, diciendo —preguntando— «¿Será cierto que todo en la vida vuelve?» De ser así, aunque suene a frase trillada y repetida, no quisiera estar en sus zapatos —en los zapatos de quienes rigen políticamente el destino y los caminos de la República Argentina desde diciembre de 2015 hasta la actualidad, junio de 2019—.
Y me enfoco en esa pregunta para paliar también de alguna manera la desazón ante tanto odio y ensañamiento con un pueblo que nada les ha hecho salvo —quizás— querer, desear y, porqué no, adorar, otra idea política y otro tipo de gobernantes; como también pasa con la mayoría de nosotros que no sólo con estar disconformes con este gobierno y no seguir ni apoyar sus medidas nos conformamos sino que deseamos volver a tener un país como el que disfrutamos y vivimos antes de que llegara al poder este devastador gobierno.
Es una calamidad absoluta lo que nos está sucediendo pero peor que eso aún es lo que se opera ineludiblemente en todas las sociedades luego de un tiempo de comenzar a vivir un mal que va in crescendo y que nunca se detiene, y es el hecho de que de alguna u otra manera nos acostumbrarnos a lo que sucede dejando de sorprendernos ante cada nueva embestida que vulnere aún más nuestros derechos básicos a una vida digna y respetada, protegida y valorada por quienes nos gobiernen.
En eso estamos, o mejor dicho en eso están ellos, quienes nos gobiernan, para apabullarnos con medidas que van directamente en contra de nuestro bienestar para de esta manera, ante tanto mal junto, reunido y repetido, anestesiarnos y adormecernos para poder seguir haciendo de las suyas y disponiendo 'a diestra y siniestra' de todo lo que es nuestro y no de los gobernantes de turno, con el claro objetivo póstumo de llegar al final de su mandato habiendo despojado íntegramente a la patria que gobernaban de todo bien y enriqueciéndose de esta manera de una forma obscena frente a nuestras propias narices.
Nada positivo podía salir de este compartir de pesares en los que nos ha hundido el gobierno actual cuando de exponer las desventuras que nuestro país y cada uno de nosotros, sus habitantes, estamos viviendo desde el 10 de diciembre de 2015 a la fecha se trata; aunque podría, por respeto y consideración a quienes leen esta entrada de blog, darle un giro a la misma en esta parte final del relato para abrazar nuevamente la esperanza que gobernantes que quedarán feliz y afortunadamente en la historia —esa que únicamente reside en el corazón del pueblo, como ocurrirá con Néstor y Cristina— han devuelto a un pueblo que se encontraba destruido y desolado a causa de malos manejos de gestiones de gobiernos anteriores, reafirmando que cuando tenemos tan próxima la fecha para poder modificar este presente nefasto tenemos también un motivo poderoso y contundente para albergar la certidumbre de un futuro alentador y por supuesto esperanzador.
Prefiero quedarme con eso, con este final de un futuro muy próximo alentador y acogedor esencialmente, porque nuestro presente está muy triste, muy hostil y muy adverso.
Que el universo nos ilumine para que prevalezca el bien de todo el pueblo en lugar del de una minoría ya privilegiada desde siempre, pero no dejando librado a la mística del milagro que el universo sólo obre por sí mismo algo que definitivamente está en nuestras manos; algo que en última instancia depende de cada argentino y argentina recuperar para, de esta forma, poder volver a tener dignidad como patria, como sociedad y como personas individuales que sólo necesitamos que nos allanen el camino en lugar de que levanten muros que nos separen y nos detengan.
El tiempo dirá, y ojalá diga algo lindo…

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