lunes, 5 de marzo de 2018

ONVI.


Siempre he tenido este lugar, mi blog De todo como en Botica, como un sitio para compartir con los demás, para expresar y transmitir todo aquello que, según los diferentes momentos que atraviese, considerase los más oportunos para reflexionar ─la mayor parte de las veces sobre puntos y aspectos importantes de la vida─.
Y si bien es cierto que esto de compartir es muy loable y le hace muy bien, esporádicamente quizás, a quienes reciben lo compartido, también es muy cierto que quienes comparten se llevan una porción muy grande de ese gozo “de compartir algo"; y en mi caso particular es esta razón de compartir por la que desemboco cada tanto aquí, ya que me hace bien volcar lo que pasa en mi interior, desarrollando y expulsando, en cierta forma también, de mí todo eso que seguramente necesito expresar, sí, pero que es más seguro que necesito sacar fuera de mi mente y de mi alma.
«Andan por las calles lo poetas» dice en una oración de uno de los versos de la canción “Biromes y Servilletas”, del uruguayo Leo Maslíah, y si bien todos somos un poco poetas por un lado, aunque yo no me considere apto para aplicar ese sustantivo a mi persona, por una cuestión meramente de humildad, respeto a lo que dicho término encierra y realidad por el otro, reconozco que también yo, muchas veces, suelo ir por la calle, y lo que es más pertinente aún, escribiendo este tipo de entradas para mi blog, por ejemplo.
¿Que por qué voy escribiendo por la calle? ¿Y que cómo lo hago? Muy simple, mientras camino con mi perro ─Boro, mi hermoso labrador de 10 años, que además de ser mi hijo del corazón es mi bálsamo de serenidad y amor─ y con mi smartphone. Esto ocurre generalmente por las noches, en esos momentos del día cuando sin ningún tipo de premeditación surge de mi ser eso que yo llamaría la limpieza o purga interior que me permite, en un desahogo inconsciente, desprenderme de algún bagaje oscuro que ha logrado tocarme y acoplarse sobre mis hombros por diferentes motivos e interacciones que tuvieron lugar durante el día, siendo sin lugar a dudas éste el mejor momento por ser un tiempo de tranquilidad y de sosiego que transcurro diariamente con una postura absolutamente despojada ante todo y desprotegida─, muy vulnerable quizás, por estar con el ser que más amo en este Universo y haciendo lo que mejor me sienta ─hablando, claramente, de esa caminata, antes de irnos a dormir, como un ritual recurrente para cerrar el día─. Por eso escribo.
Tal es así que es muy importante entonces para mí tanto el hecho de compartir temas que puedan ayudar ─a reflexionar al menos─ a quienes me lean, como hacer catarsis yo y "dejarme liviano" cuando las tormentas de la vida han asolado mis tierras (personales) no dejándome otra opción que  la de vivirlas, hacerles frente mientras durasen y finalmente reponerme de los efectos que han tenido sobre mí, muchas veces devastadores, para luego seguir adelante y con suerte, es decir con inspiración genuina y valedera ─esa que aflora del centro de mi ser─, poder intentar quitar toda esa "suciedad" de mí plasmando todo aquello que me vino de repente como escape ante algunos dolores propios.
No más rollo por ahora. Basta de tan intenso proemio, que para seguir adelante por el día de hoy, con esto, ya ha sido suficiente; teniendo en cuenta que éste bastará para que si alguien siente algo parecido a lo que yo intento explicar, como fundamento principal de todo este trabajo mío aquí, o se expresa también de una forma similar a la expuesta por mí, pueda saber que siempre hay una salida, aunque pequeña e insignificante quizás, que ayude a comenzar a edificar desde nuestro interior esas paredes que nos derriba alguna tormenta o algún contundente Onvi (objeto no volador identificado).

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