domingo, 21 de octubre de 2012

La iglesia y la religión.

Tuve una infancia y adolescencia marcada por el catolicismo. Fui a un colegio católico (de monjas) todo el primario y el secundario; y en paralelo a eso formé parte de un grupo juvenil parroquial con el que me acerqué más profundamente a la iglesia (católica) a través de reuniones y retiros espirituales; además de misas y todo ese tipo de cosas tan propias de esta institución.
Hoy a la distancia, puedo decir que todo tipo de grupos, asociaciones, o como se los quiera llamar, que en definitiva (trasladando sus ideologías fuera de los límites delineados de su círculo íntimo de fieles o seguidores) dividan y sirvan para fomentar la agresión y lastimar "en pos de..." a otros, directamente NO SIRVEN, NO SE JUSTIFICAN y NO VIENEN A SUMAR como canal de encuentro, de unión ni de algo positivo, para nada ni nadie.
Todos tenemos (podemos tener) nuestro Dios, Ser, Entidad Superior, etc., que nos proteja e ilumine; pero de ahí a encerrarlo dentro de una estructura -social- que a la vez se precie de rivalizar contra todo lo que no es como ella dictamina y proclama hay un trecho enorme en el cual se contamina e institucionaliza eso mismo que se promueve y adora a través de ella como símbolo de pureza, despojado de todo valor material, social y humano; y que por tal motivo pierde autoridad moral y credibilidad social.
Si hay creencia, que sea personal y no se burocratice con la organización del hombre que muchas veces sólo arruina lo que en su estado puro ayuda y sirve en la intimidad de cada uno.
Dejemos el tema de la creencia, entonces, para lo personal y para que quien quiera creer, si así lo siente y desea, crea.
Dejémonos de joder.

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