sábado, 4 de marzo de 2017

Vuelta al ruedo, ¿y al acostumbramiento?

Volviendo al ruedo ─al blog─ luego de un tiempo (un par de meses; desde el año pasado, más precisamente) de no andar por aquí; lo que me lleva a pensar en que todo es cuestión, en cierto grado, del acostumbramiento que vaya operándose en cada uno con respecto a "ciertas rutinas" que se llevan adelante, muchas veces ─quizás─, sin darse real cuenta de porqué nos vemos inmersos "en ellas".
En fin, que vuelve a arrancar paulatina y abruptamente ─contradicción válida según los casos─ el año ordinario de "durante el año", en el cual cada uno retoma a sus tareas habituales y de esta forma pasa a moverse imperceptiblemente de una manera que a la sazón lo llevará a la automatización de sus actos y a ese acostumbramiento del que hablaba al inicio y el cual, por más que queramos zafar para no caer presas de él, termina absorbiéndonos y ─valga la redundancia─ haciéndonos su presa.
Por eso estoy nuevamente aquí, escribiendo y expresándome, lo que no quiere decir que antes ─en ese tiempo en el que me ausenté del blog y de sus "acostumbradas" publicaciones diarias, semanales o de algún otro tipo de intensidad temporal— no hube experimentado algo digno de plasmar en una entrada (de blog) o no hube sentido ganas de expresar algo; sino que como, seguramente, al estar viviendo el momento extraordinario del año, hablando del mes de las vacaciones en la playa en el cual todo cambia su rutina con respecto al resto de los meses y por eso lo de "extraordinario", tuve otras prioridades en mi "nuevo acostumbramiento" y fue así que éste, el de volcar temas aquí, se vio relegado por pertenecer a otro tiempo del año, que es efectivamente éste en el cual estoy volviendo, como dije al comienzo, al ruedo con él.
Dicho esto, a modo de aclaración pertinente para reanudar el camino de la letras bloggeras, y sin más, arranco de lleno el año de "De todo como en Botica"; siempre sensible, siempre despiadado, siempre auténtico, siempre dispuesto a expresarme, para mí, para todo aquel que ose interesarse en pasar por aquí; o para nadie quizás (o porque sí) ya que sale naturalmente de mí ser escribir, y no lo reprimo, y me lo permito, y lo hago como salga en este espacio.
Y para inaugurar este año ─llamando de alguna forma a esta primera entrada─, en esta oportunidad, voy a seguir ahondando en el tema del acostumbramiento ya que es un vicio muy peligroso que, si se lo deja actuar y avanzar, amenaza, o puede hacerlo en un alto grado, con romper estructuras mucho más importantes que las que puede estar apañando o pueden estar encuadrándose dentro de él.
Dentro del acostumbramiento "maldito" (no vamos a tener piedad con este hábito), mientras se lo padece, se lo vive, las cosas se dan naturalmente y todo fluye dentro de parámetros aceptables; ya que esa es una de las capacidades admirables que produce este síntoma colectivo donde nada se ve claramente sino hasta que se está lejos del momento donde todos estaban acostumbrados a algo o inclinados al uso y práctica frecuente de una cosa u acto.
Por eso es a la distancia cuando mejor se puede descifrar la mentira que encierra en sí mismo este motor que hace que nada se subleve ni se revele contra nada ni contra nadie porque ese aroma engañoso de "lo acostumbrado a vivir" viene a ser como una clara nota de incienso que, imperceptiblemente, va adormitando los ánimos y las reacciones en pos de no romper el esquema tan "tolerable" del mismo acostumbramiento.
Es claramente predecible que todo esto lo podemos saber cuando ya ha pasado mucha agua bajo el puente y tenemos la oportunidad de revivir, aunque en contextos muy diferentes, y sin buscarlo por supuesto, parte de ese acostumbramiento que se operaba en otro contexto de tiempo y espacio y chocamos entonces contra la cruda realidad que representa el hecho de que se haya esfumado ese acostumbramiento para dar lugar a la verdad en su máxima expresión, haciendo que todo lo que otrora se toleraba, se fingía, o simplemente se manipulaba, ahora de rienda suelta a su verdadero ímpetu y a su más cabal intención de acción y reacción.
Puede sonar algo complicado, quizás, a la mera lectura de la idea, pero quienes han experimentado tales venturoso y afortunados desacostumbramientos porque su vida los ha bendecido permitiéndoselo, y luego se ven sometidos por esas vueltas del destino nuevamente a un contexto donde sí se contemplaba ─que aunque contexto diferente, al volver a convocar a los mismos actores no deja de ser el mismo─ lo deben comprender al dedillo; porque si se vuelve a sentir exactamente lo mismo de hace más de una o dos décadas atrás ─aunque sea por otro canal─ y ahora con la despiadada falta de tino que representa el paso de una o dos décadas en las que como puede apreciarse nada ha cambiado salvo la libertad de poder ahora sí, ya sin ese acostumbramiento, hacer lo que se venga en ganas y no apenas lo que se podía, te das cuenta que es ahora también cuando las cosas toman su verdadera significación y hablan por sí solas, aunque en ese viejo tiempo del acostumbramiento in situ también lo supieras y te dieras cuenta de ello.
¿Y cuál es la resultante de toda esta farsa; la resultante, a nivel emocional y vivencial?, a eso me refiero, claro; y no para quienes muestran su peor rostro ─que no deja de ser loable ya que es el auténtico y de esta manera se están salvando de cualquier tipo de acusación de falsedad o actuación premeditada─ sino para quienes vuelven a caer en la cuenta del vicio que significaba estar acostumbrados a eso que ahora ya no importa y por tal motivo se vulnera y se degrada.
¿Que cuál es entonces? Realmente, si bien son muchos los elementos que integran el abanico que resulta de volver a revivir algo así, todo puede resumirse, sin ninguna duda, al único estado, tan mentado y absoluto en diferentes momentos de la vida de todos los seres humanos, y por lo que podemos saber también de seres animales ─aunque no sea el tema que me compete en este momento─ que es el dolor. Porque todos los momentos y sensaciones que puedan atravesarse siempre van a llevar a este triste capítulo que abarca tanto las frustraciones, los enojos, los desencantos, las desesperanzas y todo aquello que pueda sentirse ante cimbronazos de este tipo producidos por hechos como el que les comparto.
Y sí, como estarán imaginando, volví a chocarme con esta pared yo también en algún momento cercano a éste de la escritura y a experimentar esta cruda realidad. Por eso comparto y desentraño este accidente, para tratar de razonarlo y entenderlo mejor yo y, quizás, ayudar a alguien que pueda estar atravesando por algo similar y, ¡justa casualidad!, ande por aquí leyendo.
Y la idea final no debe ser que ese dolor es inevitable. Es esperable, en todo caso, y nada más. De allí en adelante habrá que superar lo que deba ser superado y aceptar aquello que se muestra tal cual es, y seguir, y mirar para otro lado si es necesario, porque lo que se ha torcido desde un comienzo ─si nos ponemos a pensarlo fríamente─ era esperable que siguiera torcido con el pasar de los años.
Buena vida para todos, para ellos, y para nosotros; y sigamos caminando que esto no puede significar otra cosa más que una pequeña piedrita que hay que saltar o, en todo caso, patear para seguir caminando.

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