viernes, 5 de julio de 2013

Antes que anochezca.

La vida de Reinaldo Arenas estuvo sumida en la pobreza durante el tiempo de su niñez, la opresión en su adolescencia y la angustia en su adultez. Él nunca vivió, a pesar de que experimentó fugaces momentos de liberación, en un estado de libertad y relajación pleno. Todo lo que tuvo que ver con su vida estuvo siempre ligado a la desatención en su niñez y a la persecución en su adultez.
Toda una infancia encuadrada en la desatención que rodea a la pobreza extrema, esa que hace que la gente haga prevalecer otro tipo de cosas antes que aquellas que tienden a fomentar el trato, la atención y los vínculos (así se mantenga una relación familiar que pueda asemejarse a la del estar presente), es la resultante de una desidia que por otras necesidades vitales como la de no morir de hambre van trasladando hacia otro lugar de menor importancia el trato cotidiano, fue lo que plasmó en sus relatos este autor que de adulto, y ya antes entrando en su adolescencia específicamente, pasó a experimentar el tormento de la persecución constante por querer seguir manteniendo esa libertad que la pobreza le confirió en sus primeros años de vida expresándose ahora, en esta nueva etapa, en forma libre y desestructurada a través de la escritura, con respecto a reglas vigentes desde un estado nacional que venía a reemplazar a una dictadura, la de Batista, y que él veía como otra peor, la de Castro. Básicamente este fue su pesar y sufrimiento constante, frente al cual Arenas trató de seguir adelante, siempre, mientras que fuera necesario hacerlo, claro.
Tiempo aciago, por lo tanto, el que transcurrió desde el momento de su nacimiento en Aguas Claras, Cuba, en 1.943 hasta el de su muerte en Nueva York, EE.UU., en 1.990; donde las desventuras, matizadas quizás con la euforia transformada momentáneamente en alegría y disfrute compulsivo en esa característica innata tan propia del pueblo cubano, lo confinaron a llevar una vida en la que tuvo que vivir errante -física y espiritualmente- para nunca sentir que podía descansar y llegar a su lugar.
Reinaldo Arenas tuvo en claro que era un desterrado y que como tal jamás encontraría la paz y el bienestar necesarios para vivir porque él, inconscientemente y a pesar de no querer regresar a Cuba luego de poder salir después de tantos intentos frustrados, sabía que ése era su lugar, donde estaban sus recuerdos, sus olores y todo lo que únicamente podía darle la tranquilidad que su alma necesitaba, y como bien lo deja en claro a lo largo de su vida y de su obra, era esta isla a la vez un lugar del que había que salir en lugar de regresar, aunque en realidad esa otra idea siguiese siempre vigente en él, que esperaba que alguna vez su Cuba pudiera ser libre, algo por lo que tanto hacía en definitiva a través de su vida y su obra, naturalmente.
Antes que anochezca fue el libro final editado luego de su muerte en el que a modo de autobiografía narra el tiempo transcurrido desde que tuvo noción de su existencia hasta que no puedo más y decidió poner fin a la misma.
Libro pintoresco y revelador en los momentos en los que el relato nos lleva por diferentes costumbres y hechos concretos de la Cuba de mediados de siglo pasado, desconocidos o no tenidos en cuenta por quienes pertenecemos a una sociedad un poco diferente a la cubana, tan distanciada en general de las sociedades occidentales tipo; pero también desgarrador en el abordaje de la desesperación provocada por un régimen al cual se apoya en primer lugar (como fue el caso de Reinaldo con respecto al inicio de la revolución comandada por Castro a la que adhirió y acompañó en sus primeros tiempos) para luego, y por rechazo del propio gobierno, sentirse excluido, eliminado, y perseguido, al punto de no poder vivir tranquilamente nunca más, hasta el fin de sus días, aún estando en el exilio.
Pero como no es la finalidad de esta entrada relatar el libro Antes Que Anochezca sino que, a partir de esta obra que resume su vida y su peripecia de búsqueda de libertad en este mundo se dé relevancia y homenajee a un hombre que a pesar de todo vivió incorruptible ante aquello que lo oprimía, es que hay que valorar y resaltar el hecho de que descubrió desde temprana edad que sólo sería a través de mantener sus ideales y convicciones a través de la pluma que seguiría en el camino hacia la plenitud de la libertad, y que no cediendo ante presiones y torturas recibidas, con fundamentos descarados y adosados por antojo para poder inculparle algún delito y arremeter contra él, se mantendría en ese camino de autenticidad y respeto hacia los demás cubanos y hacia el resto del mundo que pensara como él, y fundamentalmente hacia él mismo; algo que consiguió sin lugar a dudas y que el ejemplo de su vida y su lucha literaria lo corroboran.
Conviene desprenderse de cualquier pre-concepto antes de comenzar a leer su obra y fundamentalmente este libro, su trabajo póstumo, ya que es fácil prejuzgar ideas y hechos narrados estando situados a muchos kilómetros de distancia y de tiempo con respecto a la época descrita y los sucesos acaecidos y compartidos por Reinaldo Arenas desde una absoluta honestidad, para poder apreciar en su totalidad la autenticidad y la libertad que brotan a partir de cada línea de este relato en el que muchas veces sólo se encuentra un pedido desesperado de ayuda y, justamente de eso que prevalece en toda su obra, de libertad.

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