jueves, 4 de julio de 2013

¿La mente en blanco? No, imposible.

Muchas veces me encuentro frente a la pantalla de mi BlackBerry o de mi computadora (los dos canales que utilizo para escribir en mis blogs) queriendo comenzar a desarrollar una entrada y mi mente está como la misma entrada en cuestión: en blanco.
Es en ese (este) momento en el que pienso y pienso y me doy cuenta de que cuanto más lo hago más me voy embotando en este estado del que no puede salir nada, y bueno.
Freno entonces, como voy haciendo a medida que escribo estas líneas a través de mi smartphone un lunes 1 de julio en un horario cercano a las 7 de la tarde estando en el parque mientras acompaño a mi perro y espero que éste juegue y ande por allí, y comienzo a entender que nunca se tiene la mente en blanco, jamás; simplemente porque no se puede ya que es imposible no estar transitando por algún pensamiento, partiendo de la base que mientras se llega a la conclusión de que se está sin ninguna idea en la cabeza ya se está generando al menos un pensamiento y una idea a partir de la noción acerca de la cual se expresa que uno cree sentirse carente.
Por eso si bien comencé afirmando lo que luego -enseguida nomas-  postulé que es imposible que suceda, mantengo la segunda idea ya que así (como lo expresado en primer lugar) creí estar al inicio de esta entrada y como la misma, y por las características pertinentes a lo que apuntaba, iba desarrollándose a medida que era relatada, todo surgía y se revelaba en mi entendimiento a medida que transcurría su creación; reafirmando de esta manera, una vez más, que no podía estar con la mente en blanco bajo ningún punto de vista.
En fin, lleno de ideas. ¿La mente en blanco? No, imposible.

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