domingo, 13 de marzo de 2016

A esperarlas o generarlas.

¡Qué sería de la vida de la gente si no tuviera pequeñas o grandes motivaciones por delante! Las motivaciones, sean del estilo que sean, vienen a despertarnos nuevamente luego del letargo de la carencia, a reactivar esa electricidad que nos hace sentir más vivos que cuando andamos por la vida sin ningún otro propósito que vivir.
Es hermoso encontrarse esperando algo, deseando que llegue una determinada fecha en el calendario, esperando un momento exacto en el año o poniendo quizás todas las expectativas en un acontecimiento preciso porque eso también nos hace estar más enérgicos y curiosos, además de sentirnos con muchas pilas para transcurrir el tiempo presente hasta ese punto concreto anhelado por el motivo o la circunstancia que sea.
No estoy descubriendo la pólvora, lo sé, pero estoy poniendo en valor ─nuevamente─ algo que, quizás en la rutina diaria y en la velocidad del día a día en la que vivimos, perdemos de vista y nos resulta difícil focalizar ante tanto "ruido".
Por eso, breguemos por motivaciones, o como deseemos llamarles, que nos van a hacer sentir más vivos que cuando nuestra vida no las encuentra.
Vivamos atentos para darles la bienvenida y si no aparecen seamos nosotros quienes podamos generarlas para que, una vez instaladas en nuestro horizonte, nos motiven a esperarlas y modificarnos absolutamente para cuando lleguen. De eso también se trata todo esto, nuestra vida.

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