viernes, 13 de abril de 2012

La OPOsición.

Siempre está esa oposición a lo que uno hace, que supone una negativa o en los mejores casos un freno que se nos impone para replantear y rever si nuestra postura es realmente la correcta o no. 
Pero con respecto a la oposición política, esa que otrora se expresara en su máxima plenitud con el saludo de Ricardo Balbín al Gral. Perón en su velatorio y su: "Este viejo adversario despide a un amigo", ya no queda nada. Es más, por estos días (tiempos) la oposición ni siquiera es política sino desde los grandes medios monopólicos de (des)información.  
Todo es trabas continuas, desalientos colectivos, enjuiciamientos constantes a todo lo que no se tolera por el solo hecho de provenir de la idea contraria a la que manejan y apuestan todas sus fichas. 
Constantemente el leit motiv que los alienta a seguir es poner palos en la rueda que desde el año 2003 comenzó a girar, primero despacio y con mucho esfuerzo producto del terreno anegadizo que acababa de tomar y que ahora lo hace con mayor empuje y fuerza, debido al buen desempeño y movimiento paulatino y positivo que ha ido generándose en los últimos períodos presidenciales (desde 2003 a la fecha) y que dieron encause al camino errado que se transitaba política, social y humanamente desde hacía años.
Para este grupo cívico-político-empresarial "todo" fue, es y será nefasto y negativo mientras que (al margen de que ese "todo" sea un verdadero éxito, crecimiento y avance en cualquier ámbito) venga de la parte que vapulean, desestiman y atacan a pesar de ser esa parte (política) la más votada, elegida y reconfirmada por el pueblo argentino; ese mismo pueblo que en gran medida repudia, descree y desconfía de esa oposición que tanto enfrenta puntualmente al poder nacional. 
Es así. Según la época ha sido diferente el grado de enfrentamiento u oposición que se ha dado entre uno y otro (lado) pero el nivel descarriado, sanguinario, frenético y desleal de este siglo XXI, en Argentina, y proveniente de los medios de comunicación (algunos, los monopolios ya bien conocidos por todos) es de fundamentos paupérrimos, ficticios, deplorables y vergonzosos.

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