lunes, 26 de noviembre de 2012

Corro a contarles. ¡YA!

Estoy leyendo un libro, un gran libro. Uno de esos que al comenzarlos a leer te hacen (o no) dar cuenta que no estabas -sin saberlo hasta ese momento- tan alejado del modelo que proponen incorporar en la vida de quien los lee, previa decisión y aceptación de cada uno, por supuesto.
Como decía, a medida que me voy introduciendo en su relato, voy descubriendo que muchas de las cosas que propone el autor en este libro, afortunadamente ya las venía haciendo, sin caer en la cuenta quizás, y en gran medida regían mi vida desde mucho antes de tomar conocimiento concreto de ellas a través de la lectura del mismo.
El tema que aborda y profundiza es el de ser feliz. Nada más. ¡Y nada menos! Esto, como idea central, esencial y principal que es generadora a su vez de otros temas no menos importantes que surgen a partir de este primer gran suceso cotidiano que debe tener lugar en nuestro ser, a cada momento, constantemente, siempre.
Ser feliz, sin requerir de nada del afuera para lograrlo y dependiendo sólo de nosotros mismos, a través de nuestra consciencia libre (llegaremos a ella con la ayuda que se encuentra en los diferentes capítulos del libro) y de nuestro ser luminoso, gozoso y colmado de Amor; viviendo en el tiempo presente sin estar atados al pasado ni al futuro.
Sin estar atados al pasado ni al futuro, y vuelvo sobre esta idea para fundamentarla ya que la no atadura a estos dos momentos (podríamos llamarlos así) tiene su razón de ser porque uno ya ha sucedido y como tal no existe, y el otro aún no ha llegado a nosotros y, por lo tanto, no tiene sentido prestarle atención a algo que tampoco existe y no sabemos si existirá en algún momento.
Básicamente, a través de la lectura de este libro, voy descifrando que la idea de vivir en el presente no me era tan extraña o ajena a como está planteada aquí, y que si bien no la tenía conceptualizada hasta ahora que la descubro en sus páginas, siempre he apostado por algo muy similar a lo que he encontrado en este escrito.
Resumiendo. Por lo leído hasta aquí, lo único importante y valedero es vivir siempre en el ahora, el tiempo presente. Tiempo eterno e inagotable que transitamos continuamente y que, por otro lado, es el único que existe, el único tiempo real.

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