martes, 27 de noviembre de 2012

Frente al mar.

Estar frente al mar es una imagen tan evocadora de libertad, paz y liberación; que resulta absolutamente necesaria en mí llevarla a cabo cada tanto -como se pueda- para ser pleno, sereno y reflexivo, además de inundar mi ser de amor.
Amor, sí. Eso es lo que en definitiva produce en mí estar en ese lugar y en ese momento particular del presente que transito y en el cual permanezco; disfrutando y celebrando la vida y lo hermoso de ser partícipe de ella, en este caso, frente al mar. Porque todo lo vivido, una vez que se capta y elabora, pasa por un tamiz -que todos tenemos- en donde se va fijando en nuestra conciencia, libre y permanente, todo lo bueno que ha provocado en uno, y finalmente, ¿en qué otra cosa puede transformarse luego, algo bueno y liberador que ha proporcionado el gran impulso generador de felicidad, sino es en Amor?
Agradezco a la claridad que proporcionan los años, las diversas lecturas (libros), y los momentos inmensos y profundos como el de estar frente a algo, valga la redundancia, tan inmenso y profundo como el mar, que van en medro de una actitud que contribuye a facilitar el hecho grandioso e inigualable de ser feliz.

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