jueves, 14 de marzo de 2013

Cada persona es un mundo.

Somos todos tan diferentes, unos y unas de otros y otras, que es en esa diferencia que debemos celebrar o lamentar, a veces, la disparidad de pareceres que nos une o aleja.
Y como yo soy diferente de aquél, de aquella y de vos (tu), es por carácter transitivo que otro tanto pasa de la otra parte con respecto a mí.
Y en esas diferencias a veces se dan actitudes que ni uno mismo puede comprender, como por ejemplo tratar de entender porque alguien es tan adepto a alguna cosa que por otro lado a otro le es tan insignificante y carente de importancia. Pero bueno, es todo parte de esas diferencias que se dan, y no hay otra explicación, claro está.
Otro tema con respecto a la consabida diferencia entre las personas es aquella que nos hace acercar o alejar de determinada gente, según sea que nos sintamos más identificados o no con sus formas de ser, estar, pensar y desenvolverse en la vida; siendo en este aspecto bienvenida cada diferencia que permita al ser humano congregarse o dispersarse por motu propio a gusto y piacere.
Ya se dijo, "¡viva la diferencia!", e interpreto esta celebración como un triunfo de lo personal, lo particular y todo aquello que dista de lo colectivo, justamente por sobre lo masivo donde en cierta forma todo se confunde y aglutina muchas veces; porque es en esa individualidad, donde c/u, siendo en esencia una única persona(lidad) puede luego, reconociendo sus diferencias (y semejanzas) con los demás, identificarse y formar parte de un colectivo que en ese caso sí lo integre y lo confluya con otras diferencias que hagan que éstas no sean tan marcadas como para no justificar juntarse. Porque siempre, aun en los grupos que profesen la misma idea o el mismo ideal, y levanten la misma bandera o el mismo estandarte, existirán diferencias, ya que en definitiva de eso se trata esta vida; de aceptarse y aceptarnos conviviendo armoniosamente, y hasta donde y con quien se pueda, con nuestras diferencias.

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