lunes, 18 de marzo de 2013

Reclamos (inseparables de las quejas).

Todos los reclamos responden a una previa disconformidad sobre algo que no fue como se lo esperaba o debía ser.
Son asociados a las quejas generalmente, es cierto, pero muchas veces a diferencia de éstas que suelen ser más abstractas e injustificadas (más caseras), los reclamos se producen ante algo concreto que necesita de una contraparte para ser solucionado, o al menos dar curso al comienzo de la solución (más formal).
Por otro lado los reclamos son válidos siempre que corresponda hacer una queja (aquí aparece la asociación de uno y otro término, casi inseparable) porque aquello que se pone sobre el tapete no ha respondido a lo que prometía. Más a veces los reclamos también pueden ser injustificados (hay que ser realistas y reconocerlo) aunque los de este tipo se den generalmente en el entorno personal y de los afectos, transformándose aquí sí en quejas puras y absolutas (sumamente negativas y evitables bajo todo punto de vista como lo reflejo en una entrada de este blog de hace más de un año atrás titulada ¡¡BASTA DE QUEJARSE!!) y no en el ámbito al cual me refiero expresamente en esta entrada, que es el de aquellos que se dan en ámbitos de usuarios disconformes, clientes mal atendidos, o ejemplos parecidos a esta idea.
Están, aparecen de tanto en tanto, y son bienvenidos cuando sirven para mejorar la experiencia de quien está encausado en alguno de ellos, aunque seguramente, por otro lado no lo serán tanto, en lo que respecta a la parte receptora de los mismos, por supuesto.
Reclamos o, dicho de otra manera, puentes para arreglar aquello que no está del todo bien. Están, estuvieron, y seguirán estando, siempre, porque el mundo es mundo y lo seguirá siendo, siempre.

No hay comentarios: