viernes, 12 de agosto de 2011

6-7-8 y Kirchnerismo.

Yo miro 6-7-8. Sí. Como tantos argentinos que antes o después entendimos que no era tal como nos lo querían mostrar gran parte de los medios de comunicación aduciendo que es un programa que sólo hace gala de las cosas buenas del gobierno nacional y que sólo exhibe lo negativo, enfocándose hacia los sectores de la oposición.
Yo no soy un kirchnerista de la 1ª hora, debo reconocerlo, y fue con el tiempo y muchas cosas que se pusieron en juego en mi visión personal hacia el país y la política (y las cosas que se desprendían de ella a medida que pasaban los años con la gestión de Néstor primero y con la de Cristina después), que modifiqué mi postura poco a poco hasta llegar a la adhesión absoluta que profeso actualmente. Hoy soy kirchnerista con plena convicción de todo lo que ello implica, y muy orgulloso de serlo.
Pero no fue por esto que comencé a mirar el programa de la Televisión Pública ya que una cosa vino casi a la par de la otra y no podría definir cuál en primer lugar. Todo fue más bien paulatino y un determinado día entendí que había modificado mi postura cuando comencé a ver a este programa con una mirada menos severa que la que yo sólo me imponía, sin darme cuenta y quizás influenciado por los medios de comunicación de la oposición que tanto combatían y combaten a este programa.
Fue ahí que comencé a asimilar de diferente manera todo lo que significaba el conjunto de imágenes audiovisuales del ciclo televisivo cuando pasaban frente a mí en la pantalla del televisior. Pude descubrir la importancia de este programa que tuvo la particularidad de ser una hendidura que se coló en los medios de comunicación y en muchas provincias, monopolizadas por una única empresa que sólo les transmitía informaciones adecuadas a sus propios intereses y les impedía ver y escuchar diferentes campanas y tratamientos de un mismo tema o acontecimiento, privándolos de esta manera de la posibilidad de elegir por uno u otro tipo de información, y que con la llegada de 6-7-8 dejaron de ser los absolutos constructores de la noticia “a su medida” para pasar a tener enfrente a un medio que comenzó a mostrar la realidad argentina y mundial desde otro punto de vista más certero haciendo interpretaciones y debates en el piso con una mirada muy diferente a la sesgada y ficticia que aportaban y aportan los medios hegemónicos.
Otro tanto me ocurrió interiormente con respecto al kirchnerismo que, poco a poco y pudiendo despojarme de todo el prejuicio incorporado y acrecentado por canales similares a los que me influenciaban para no aceptar en otros tiempos el programa 6-7-8 y que operaban en mí; porque yo lo permitía, repito, sobre la visión que yo tenía de este movimiento político que crecía cada vez más, me permitieron descontracturarme con respecto a mis prejuicios, enfrentarlos y darme cuenta de que yo estaba compartiendo muchas cosas de esas que trataba de no reconocer y negar por el único hecho de no reconocer algo bueno en aquello que tan vapuleado fue desde siempre desde esos medios de comunicación.a los que hago referencia cuando hablo de la hegemonía que hay en gran parte del país con respecto a empresas de noticias que hacen lo que quieren con la información denostando y faltándole el respeto a las personas a las que informan y a la profesión de periodistas que vapulean con estas deformaciones informativas.
Todo un conjunto de cosas me hicieron entender entonces, que mi postura estaba equivocada con respecto a como veía al colectivo del Gobierno Nacional, a los hechos que ocurrían en Argentina y al programa que que se ve a través de la pantalla del viejo Canal 7, hoy la Televisión Pública Digital.
Celebro entonces mi capacidad de poder frenar a tiempo en muchas ocasiones para ver si estoy en el camino y postura correctos, no para los demás, claro; sino para mí mismo y para lo que yo quiero de mi vida como persona que elije, piensa y apoya diferentes causas, estilos e ideas a lo largo de su vida.
Y muy grande es la audiencia de este ciclo que se emite de domingo a viernes de 21 a 22:30 horas por la Televisión Pública; y están los que lo miran desde el primer momento de su aparición en el aire, los que como yo lo miran porque se sumaron a su audiencia luego de su inicio, y los que no lo miran ni lo mirarán jamás aunque no por eso dejan de prestarle atención, ya que siempre se mira y tiene entre ojo y ojo aquello que se quiere criticar, combatir y denostar como sucede con este programa que es interpelado por una vasta cantidad de detractores que, salvando las distancias, lo hacen igual que detractan todo lo que viene de parte del Gobierno Nacional.
En fin… está bien que así sea. El disenso es bueno, siempre y cuando esté bien enfocado y en su justa medida. El disenso educado podríamos llamarle. De hecho de eso se trata la pluralidad de ideas, gustos y opciones que tenemos los seres humanos por naturaleza en nuestra vida y que se ve potenciada y magníficamente aplicada cuando vivimos en democracia.
Concluyo este comentario invitando a todos aquellos que crean que nada bueno u objetivo pueda salir de 6-7-8 a mirarlo, al menos una vez y sin ninguna carga negativa anticipada, ya que si logran despojarse (como lo hice yo) de ese preconcepto (formulado vaya a saber en que base errónea) entenderán que nada es lo que parece, al menos después de una primera mirada objetiva.


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