miércoles, 10 de agosto de 2011

Ir a VOTAR.



Parece que los ciudadanos que tenemos domicilio en la ciudad de Buenos Aires estamos de votación en votación últimamente.
Primero fue la elección a Jefe de Gobierno el 10 de julio, después el pertinente balotaje que nos llevó a volver a votar el día 31 del mismo mes, ahora este próximo domingo 14 de agosto son las elecciones primarias y posterior a esto vendrá la final y más importante elección del 23 de octubre para elegir Presidente de la Nación de la República Argentina. Ah, y después de esta elección presidencial, el nuevo balotaje que puede llegar a tener lugar, quizás, ulterior a este sufragio.

A veces pasan períodos de tiempo (años) sin movimiento electoral y después llegan otros que se caracterizan por ser abundantes en fechas de comicios ya sean locales, provinciales y/o nacionales.
Este 2011 nos tiene a los habitantes de Buenos Aires, desde el primer mes del segundo semestre del año, votando con cierta regularidad. Como se sabe los porteños, o habitantes oriundos de otras ciudades con domicilio actual en Capital Federal, estaremos votando en un periodo de 6 meses unas 4 ó 5 veces dependiendo de si hay o no balotaje finalmente en la elección de octubre.

Con renovadas esperanzas vamos a votar en cada oportunidad deseando que el rumbo de lo que está en juego permanezca o se modifique, según nuestro favoritismo político y elección de candidatos. Siempre es lo mismo. Votamos y en cada voto se deposita todo el fervor, apoyo y deseo de ganar de cada persona que concurre a los comicios con mayores o menores ganas pero que al encontrarse en el cuarto oscuro y tener que optar por una u otra boleta deja atrás cualquier desazón que pueda haber llevado hasta el lugar y siente que con ese voto está ayudando a transformar el futuro. Todos lo sentimos de una forma u otra al elegir y depositar nuestro voto en la urna.

Son tiempos de reflexión y de expectativa para los ciudadanos, tiempos de escuchar y de decidir; de evaluar y de pensar en lo que realmente queremos para nuestra vida en sociedad y para nuestro país, excediendo un poco nuestra propia vida (círculo familiar y social más íntimo) y pensando también en la mayoría de los argentinos que dependen de un voto que signifique igualdad, justicia social y desarrollo nacional y particular para formar parte de una Argentina inclusiva que contemple a todos por igual.

Estamos atravesando un tiempo de esos que nos hacen sentir libres de elegir lo que nos guste sin ningún condicionamiento (es lo ideal), sólo movidos por nuestros intereses y el deseo de lograr a través de una elección democrática y constitucional conseguir beneficios para todo el pueblo argentino.
Beneficios que pueden considerarse que ya se han comenzado a obtener y deben seguir manteniéndose y profundizándose con el modelo vigente ó que por el contrario hay que cambiar e intentar conquistar con otros modelos políticos.

Esto es así desde siempre y para eso se realizan las elecciones cada varios años. Para corroborar y reconfirmar en el lugar a quien esté haciendo bien las cosas según lo expresado en el resultado final del sufragio y merezca continuar profundizando el modelo, ó para refutar el rumbo que se lleva y cambiar, para de esta manera tratar de conseguir mejores resultados.

Es simple y podemos estar o no de acuerdo con una conducción local, provincial o nacional; pero el fin supremo de una elección va más allá de las personas y los partidos políticos ya que nos reconfortan y empapan de una realidad que es extremadamente positiva y nunca debemos perder de vista: VIVIMOS EN DEMOCRACIA Y SOMOS NOSOTROS, EL PUEBLO, QUIENES DECIDIMOS POR MAYORÍA DE VOTOS QUIENES QUEREMOS QUE NOS GOBIERNEN.

Celebro esto en cada elección, independientemente de los resultados.

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