lunes, 10 de diciembre de 2012

Cada día es hoy.

Yo publiqué hace un par de semanas, el 1 de noviembre para ser más precisos, una entrada llamada En la espera donde de una forma u otra comentaba que la vida consistía -para mí- básicamente en eso, esperar, ya que siempre estábamos (esto decía) a la espera de algo, ya sea una respuesta, alcanzar una meta u otra cosa, motivo o persona; y no podíamos salirnos de esa forma de llevar adelante muestra existencia.
Eso expresaba, dicho ahora en pocas palabras; pero lo bueno de esta vida, y de cada uno de nosotros, es que podemos cambiar -en cualquier aspecto de aquello que hace a nuestra misma vida- y así es que afortunadamente he entrado en la onda de esa modificación; aunque si bien, haciendo una revisión, no creo que haya estado tampoco muy lejos de este nuevo punto de vista que ahora contemplo y que viene a renovar ese aspecto que me hacía verme dentro de una espera continua dentro en un tiempo que oscilaba (hasta que pude ver lo real) entre el pasado y el futuro de lo que yo creí y sostuve de alguna manera para mi día a día.
Así es que, si bien me falta mucho por avanzar y poder naturalizar en mi ser esta forma de vivir basada en el ahora, que por ser presente puro es imperecedero y eterno, ya no puedo volver a ver como antes 'la vida de todos los días' ni asociarla a una espera constante, puesto que me he dado cuenta de que somos mucho más que pasado y futuro -que no existen- porque precisamente somos PRESENTE, "ahora mismo", ese mejor y más grande momento que nos hace ser felices en nuestro SER, produciendo el momento más gozoso que no pasará nunca por ser el que seguimos viviendo imperecederamente, sin meta a alcanzar, sin objetivos por cumplir y sin intención premeditada en nada. Natural y libre. Hermoso, no?

No hay comentarios: