viernes, 21 de diciembre de 2012

Confiar.

Si hablo de confiar inevitablemente asocio la idea a dos o más seres vivos, ya que si bien se puede confiar en sí mismo la idea de la confianza está ligada al hecho de depositar algo, llámese esperanza, fuerza, intención, deseo, etc., en otro ser que a su vez deberá corresponder a tal confianza depositada en él por la otra parte para que todo siga el curso que se espera en este contexto.
Pues bien, yo quiero salirme de esta idea que asocia, casi automática e inconscientemente, la confianza a dos partes y acercarme a la idea de que, en una primera instancia y como principal hecho, la confianza debe ser y estar depositada en "el sí mismo" de cada uno de nosotros.
Lo demás, eso que en definitiva nos hace estar esperando en alguien, descansando en otro ser (por no poder hacerlo en nosotros), necesitando de la otra parte, y así en general, evadiendo a nuestro "sí mismo" para privilegiar y dar protagonismo a "ese otro" que asumirá la estelaridad de "eso" que sólo a nosotros debería correspondernos asumir, es lo que tenemos que tratar de individualizar en lo particular y a conciencia, para luego poder hacerlo en lo general y naturalmente con respecto de todas las actitudes que tenemos y que nos llevan a confiar puerilmente, en la mayoría de los casos, en los demás, en lugar de hacerlo en nosotros mismos y así poder volver -si es que en algún momento dejamos de hacerlo- a confiar en cada uno de nosotros. ¿Se entiende?
Es por eso que revalorizo la idea de hacer foco en nuestra vida para que, dependiendo pura y exclusivamente de nosotros y confiando únicamente en nosotros como algo esencial, seamos más plenos, seguros y felices.

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