sábado, 14 de julio de 2012

Miseria + Engaño = Doble Miseria.

Hace un par de meses estaba sentado en un plaza de la ciudad de Buenos Aires, donde vivo, mientras hacía tiempo esperando a mi perro, que estaba jugando o haciendo algo propio de los perros cuando están en una plaza, y se me ocurrió fijar mi atención en una persona (del sexo masculino que aparentaba unos 30 años aproximadamente) que estaba en una esquina muy transitada -por coches más que por peatones- pidiendo monedas a los conductores de los vehículos cuando estos debían detenerse por haber cortado el semáforo para dar paso a los transeúntes.
El tema es que a esta persona le faltaba un brazo y si bien esto no fue lo que me llamó la atención sí lo hizo cuando después de un tiempo de estar mirándolo para ver si la gente lo ayudaba colaborando con monedas, me di cuenta de que hacía algunos movimientos extraños, como si estuviese escondiendo algo.
Yo seguí sentado, vigilando mi perro y mirando también intercaladamente a esta persona, y cuando estaba por irme (de la plaza) porque mi perro demostraba cansancio y ganas de volver a casa, no pude con mi genio y me acerqué hasta donde estaba este muchacho para preguntarle si obtenía ayuda de los conductores, cómo terminaba el día a nivel de lo recaudado y para sacarme una duda que se me había presentado de tanto verlo moverse y estar parado en esa esquina.
Lo que me contó de su vida (siempre quieren hablar porque además de dinero para comer, algún vicio y demás motivos, necesitan compañía y alguien con quien hablar) no viene al caso, más lo que sí es relevante del acercamiento que tuve con este hombre tullido es que resultó ser un pibe de un poco más de 20 años que llegó a confesarme que no le faltaba el brazo y que lo metía debajo del buzo (un buzo grande, que le quedaba muy holgado) porque lo tenía "con calambres" y no sé cuantas cosas más que terminó adjudicándole a su brazo escondido para justificar ese engaño.
Muchos podrán decir: "Y bueno, pobre tipo, hace lo que puede para llamar la atención y conseguir unas monedas"; pero yo me quedo con lo esencial del engaño a quienes en su buena fe lo ayudan o tal vez pasan y al verlo se lamentan y se compadecen de su situación doblemente desdichada de mendigo y manco cuando en realidad no es así.
Nunca el engaño, y más con una cosa tan fea y cruel como la usada por esta persona, merece la aprobación y la vista gorda de nadie, por más extrema y desafortunada que sea la situación de quien lo lleva adelante.
Obvio que no le dije nada de esto al pibe, ya que después de todo quien era yo para aleccionarlo a él, o a cualquier otra persona en su condición o en alguna otra situación por más diferente que sea, por supuesto. Sólo lo comento aquí -después de varios meses de sucedido- ya que consideré oportuno reflejar el tema del engaño, la mentira y lo falso que usado en pos de obtener algo puede, quizás, dar algún resultado extra pero que en realidad traiciona a quien confunde y atrapa en la mentira, además de hacer caer en una doble miseria, amén de la económica por la que atravesaba el protagonista de esta historia, a quien lo lleva adelante. Resultado final de todo esto: un hecho lamentable de miseria y engaño.

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