martes, 11 de junio de 2013

La fuente de agua.

Siempre me gustaron las fuentes con sus diseños y la gracia que representan -para mi- las diferentes, valga la redundancia, presentaciones en donde los chorros de agua salen, suben, bajan y se mueven continuamente en ellas de las más disimiles maneras que uno pueda imaginar.
Siempre, o al menos desde hace varios años y principalmente desde que surgieron los smartphones y desde antes con los celulares más avanzados para la época que pude tener, fotografiaba cada fuente que encontraba en mi camino.
Sigo haciéndolo, claro, muy a menudo; principalmente cuando veo una que nunca vi y que por lo tanto retrato para tenerla en mi archivo fotográfico.
Ésta que ven aquí es una de las pocas que más veces he fotografiado porque está a dos cuadras de casa y siempre que paso por allí (cuando no voy con premura) me detengo a observarla ya que en su sencillez de diseño y belleza particular me atrae y me llama a pararme frente a ella a disfrutar de la imagen y el delicioso sonido del agua cayendo que brinda a quienes como yo se detienen a mirarla y disfrutarla.

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