lunes, 3 de junio de 2013

Y una cosa llevó a la otra.

Lo publico ahora, pasadas varias semanas de que me sucedió, para poder leerlo también ahora desde otro lugar y tratando de sacar una nueva lectura de ésto.
El lunes 29 de abril, es decir hace bastantes días atrás, amanecí normalmente y después de transcurrido gran parte del día, cerca de la tarde y en el momento que salgo con mi perro para que éste tome su paseo largo del día (horario cercano -antes o después- a las 17 horas) me encontré en uno de esos días que si se lo miraba desde un lugar desfavorable las cosas salían mal y si se lo intentaba abordar con una mirada más compasiva y misericordiosa las cosas podían salir mejores, o aún peor.
Ya ese día me desperté pensando en ir al gimnasio pero lo fui postergando hasta que finalmente desistí de hacerlo. No sé, pero evidencio que cuando esto pasa, es decir cuando tengo planeado ir al gim y no lo hago (a diferencia de cuando ya tengo decidido no ir tal día) inconscientemente ésto me molesta internamente (en mi inconstancia, quizás) y me deja dañado en algún punto que hace que no deje fluir completamente mi energía, como lo hago normalmente, predisponiéndome a ver y vivir todo de otra manera, con otra mirada.
No sé si me explico o si soy claro; pero continúo.
Entonces, al salir de casa con Boro, mi perro, en una esquina que tenía la vereda en su bajada de rampa recién hecha (fresca de recién terminada) veo que un nene de no más de 10 años se para con sus dos pies sobre el cemento dejando su huella hundida allí (dos pozos literalmente) a propósito. Entonces -y acá viene eso de que yo estaba como diferente en mi esencia interior ese día- y sin pensarlo le dije que "cómo iba a hacer eso", y que "estaba mal lo que había hecho"; ante lo cual saltó la mujer adulto que iba con el niño diciéndome que era el amiguito quien lo había empujado (iban la mujer, el chico en cuestión y otros dos nenes) lo que me hizo caer en la cuenta de que el nene estaba con el resto de este grupo, además de quedar en evidencia que esta mujer era la madre del pisador ya que por eso enloquecía y se arrebataba al defender a su hijo culpando al amigo por lo acontecido.
El tema es que yo sólo le dije lo que comento porque lo vi pararse por motu propio y no caer producto de un empujón (eso fue lo que vi yo, al menos) y nada más, y porque creí que no era para risas, como expresaba la cara del nene parado sobre el cemento fresco y porque como digo, estaba en un día que no me hallaba en mi verdadero yo, por decirlo de alguna forma.
Bueno, un mal momento que me generé por meterme a defender no se qué; si el barrio, si la vereda, si el trabajo de quien terminaba de hacer esa tarea, si la costumbre de inculcar a los niños respetar lo que no es de su incumbencia dañar, o algo que quizás sea nada. No sé. Lo cierto es que en otro momento hubiera seguido de largo, quizás (casi seguro), y ese día en el cual sentía todo cargado de una aureola diferente -extraña por cierto- no, ese día arremetí por y para nada.
Después llego a la plaza y mientras caminaba hacia el medio del parque para que mi perro corra y juegue con otros perros me encuentro con un hombre grande (entrado en años, varios) que hacía ejercicios y estaba terminando su rutina ya que al momento de que mi perro pasa a su lado este señor comienza a caminar hacia un banco y (según lo que yo pude apreciar) le tira una patada al animal.
Me dije: "-No, basta; ya tuve demasiado con la mujer de la vereda para volver sobre mis pasos y decirle algo a este hombre" por lo que (me pareció) acababa de ver. Pero en segundos me encontré acercándome al gimnasta geronte para decirle que ese animal era "mi" perro y que creía haber visto que él le había tirado una patada; a lo que el hombre me contestó que no, y que mi perro no iba a ser tan tonto como para dejarse patear por alguien (?). Seguí camino luego de esto y ahí erminó todo. Boro, mi perro seguía en la suya inspeccionando el lugar.
Otra vez. No sé, pero me encontré en un cruce de palabras con minutos de diferencia entre el primero y éste. Otra vez, repito, me encontraba en una situación en la que no acostumbro generar ni atravesar. No, si definitivamente ese lunes no era un día con toda las luces sobre mi. Seguro.
Y así fue que debí, una vez llegado al parque, comenzar a tranquilizar mi espíritu y mi día en sí, y por eso me quedé en el pasto, porque además no encontraba un fuckin' banco para sentarme como plus a todo lo anterior, tratando de serenarme porque no me encontraba precisamente en ese estado; escribiendo en mi blog a través de mi smartphone o básicamente esperando sentirme bien emocionalmente ya que después de mucho tiempo de no sentir algo así en mi interior (expresado como una angustia en el pecho) volvía a sentir algo parecido ese día.
Y fue así que una cosa llevó a la otra y yo ese día me sentí bastante feo. Mal.
Pero teniendo en cuenta que siempre apunto y consigo -con mayores o menores logros- ser y sentirme íntegro, ese día fue solo un envión para transformar las horas que siguieron, ya sea desde mi relajación en el parque, además de mis juegos con el perro incluidos, para tratar de expulsar toda carga negativa que pudiera tener por tal o cual motivo, y para no quedarme en el conformista hecho de esperar al día siguiente para sentirme bien; y para dejar atrás toda esa idea de un día que quería que terminara para dejarlo en el pasado, y esa onda. No al otro día, sino YA debía ser el trueque de lo feo por lo lindo. En ese preciso y mismo momento.
Y así fue, afortunadamente; y  mi día trocó nuevamente y yo pude seguir adelante con mi vida y con mi perro.
Me pasó. A veces nos pasa. Por eso lo comenté para que -si les pasa algo similar a este tipo de hechos encadenados que no son precisamente agradables- no se sientan los únicos con estas experiencias; y para que podamos entender que no es necesario que suceda algo fantástico para re-encausar positivamente nuestro día cuando no lo vemos muy "bien enfocado", sino solo frenar, rever y seguir más tranquilos y esperanzados a conciencia.
Son cosas que pasan, y a todos nos pasan; con mayor, menor y hasta casi nula regularidad según cada persona y su forma de andar por la vida. Cada uno sabrá.

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