Pensaba que cada día que pasa, alguien, en algún momento, y en algún lugar, debe recordar en forma particular o colectiva a quienes, en el arrojo de querer construir una patria más grande y justa para todos y todas, fueron arrancados del lecho de sus casas, sus hogares, sus familias y sus vidas.
Yo, particularmente, en varios momentos de mi vida voy recordándolos y es en ese recuerdo que llega a mí tras un dejo de tristeza que enseguida se confunde con esperanza y orgullo, donde prevalece la justicia que aparece en la actualidad, juzgando y sometiendo a los represores y torturadores de la dictadura cívico-militar que arrasó sobre todas estas vidas que luchaban por cambiar el mundo, cambiando su realidad más próxima; la de un país oprimido y sometido al régimen más inmundo que pudiera regir los caminos políticos y civiles de una nación: la dictadura.
Vidas arrasadas en su momento, sí, la de muchachos y muchachas que hoy no están pero que, reconociendo lo expresado por Hebe de Bonafini sobre que los desaparecidos no están ni muertos ni son un montón de huesos sino que viven en todo lo que nos dejaron con su lucha (palabras más o menos que dan esta idea expresada) hago alusión al porque de esa esperanza y ese orgullo que se mezclan en mi recuerdo de algo que en definitiva fue muy trágico, triste y doloroso.
Por eso los recuerdo, sí; ¡y vaya si los recuerdo! Y no voy a dejar de hacerlo, ya que una vivencia particular, la mía en este caso, forma parte de otra vivencia colectiva, que es la de parte de los integrantes de una sociedad que, unidos en pensamiento y expresión, fortalecen un recuerdo que nunca debe borrarse de la mente de quienes consideramos que todo lo pasado viene a dejarnos una enseñanza y un legado que debe ser sostenido y fortalecido a través de cada uno de nosotros.
Es por todo esto que es muy valioso que a partir de lo micro de un pensamiento y recuerdo personal, se conserve y refuerce en lo macro (muchas personas conectadas por hacer, pensar y sentir lo mismo) la idea que desde hace más de una década venimos sosteniendo y revalorizando acerca de que la memoria de un pueblo, y el hecho de contemplar el pasado, no indican retroceso, estancamiento, ni incentivo a "vivir de recuerdos" sino, y por el contrario, a tener presente determinadas cosas y personas para celebrar el momento actual, no dejar impune lo inhumanamente acontecido en el pasado, y construir alegremente aquel futuro soñado y añorado por aquellos jóvenes desaparecidos: el de la justicia y la igualdad social para todos y todas.
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