Vieron, el año pasado para esta fecha surgió el tema del fin del mundo anunciado por los Mayas y en ese entonces, a casi 1 año del 21/12/2012, toda la prensa nacional y mundial se levantó en andas con la info apocalíptica de lo que ese anuncio comunicaba.
Luego, se habló de un final de época -como se la venía viviendo y experimentando hasta el momento- y hasta de un cambio de conciencia y de valoración que se operaría o comenzaría a operarse a partir de ese día bisagra; es decir, se trocó lo catastrófico del mensaje que en un principio suponía no menos de que el mundo en el que vivíamos diariamente se acabaría bajo lenguas de fuego o diluvios continentales, por una idea más trascendental y espiritual, o mental -si se quiere- que en definitiva más tenía que ver con los Mayas y toda su civilización y legado. Pero en fin, con el tiempo y el paso de los meses se fueron diluyendo todas las posturas y modalidades de finales que se abordaban para caer en el olvido.
Ahora, a días de la llegada del día en cuestión ya nadie habla y es un tema que parece haberse dejado en la postergación y el desuso, completos y definitivos.
Yo lo recordé hoy, y hoy lo comento. Ni sé si el día señalado volveré a tocar el tema, quizás sí, pero no lo sé; ya que creo que el cambio de época, de forma de mentalidad o de lo que sea, no debe ajustarse a una fecha o predicción determinada (sin desmerecer este tipo de avisos legados por otras civilizaciones u hombres ya desaparecidos) sino a cada persona y a su propia e individual vida, manejada y regida por el ser interior que todos tenemos, para ahí sí, y recién luego, manifestarse en lo colectivo de los pueblos y sociedades universales.
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