La gran mayoría de las personas asocian a la lluvia con días tristes, desgastantes, donde el desánimo y la falta de energía aparecen instantáneamente al caer las primeras gotas. Parecería entonces que solo al aire libre se podría llegar a alcanzar la tan mentada satisfacción personal, entonces.
Pero definitivamente la asociación que más tiene lugar en días de lluvia, y ni hablar si a esto le agregamos durante la estación de otoño o de invierno, es la de la tristeza. -"¡Qué día choto!" es tan común escucharlo de la boca de muchas personas cuando el clima se presenta frío y lluvioso que ya hasta culturalmente parecería que nos vamos autoconvenciendo de que realmente es así si desde niños es lo que nos referencian este tipo de días.
Y no es así; y no hay que ser un erudito en la materia (ahora digo yo: ¿qué materia? ¿clima? ¿emociones? ¿forma de ser? ¿percepción?) para darse cuenta de que el reflejo que le otorguemos a tal condición climática extendida dentro de una determinada época del año solo será parte de lo que llevamos dentro de nuestro Ser cada uno de nosotros y nada más que eso.
Ya intenté dilucidar el tema en "No es el clima o lugar lo que define nuestra forma de ser." pero, como se puede apreciar desde el título mismo, al revés que esta ocasión; aunque de todos modos que el clima haga a la forma de ser de alguien o que la forma de ser se concrete por el clima, poco tiene de cierto con la realidad.
Una cosa muy distinta es que los días grises, para darle un nombre que acerque la idea al punto donde quiero llegar ahora, nos pongan melancólicos cuando sin proponérnoslo suframos en estos días la ausencia de un ser querido que ya no podemos tener a nuestro lado. Aquí la situación cambia y es entendible que quizás al ver caer la lluvia desde un cielo plomizo uno tienda a aflojar esa fortaleza que (aunque no lo entienda bien porqué) puede mantener más en alta durante los días de pleno sol. Pero el hecho es que cuando tenemos todo para ser felices, es decir a los seres que amamos junto a nosotros, una vida que salvo algún que otro traspié o sobresalto como el de cualquier vida humana no nos da mayores dolores de cabeza, y cuando en general estamos siendo plenos en nuestro presente entonces ¿por qué aflojar nuestras fuerzas y tirarnos al sufrimiento o a la mala sangre a conciencia que solo nos pondrá, a cada segundo que lo transitemos, más sufrientes y apagados?
Por eso, días de lluvia, días de sol, estaciones cálidas y calurosas (primavera y verano, respectivamente), o estaciones fresca y heladas (otoño e invierno, en igual concordancia) deben significar lo mismo para quien es un Ser que sólo privilegia y contempla, para vivir y ser, a su interior y nada más que eso; siendo desde su interior desde donde se desprenderán los verdaderos y auténticos días y sus respectivas tonalidades.
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