Yo he tomado la vida como un camino que se debe transitar haciendo sólo lo que se desea internamente ─también a pesar de los demás─ siendo auténtico a cada momento.
Soy una especie de ser que va sin saber muy bien hacia dónde porque asumo la vida como un presente absoluto que nuca puede arrebatarse ante la idea de algo que no existe, aunque produzca efectos concretos en el ánimo y en la estabilidad personal, como es el pasado o el futuro. Nunca pude depender de estos tiempos, jamás lo he hecho.
Desde pequeño, sin saberlo seguramente ─no podría haber estado digitando una forma de ser con respecto a algo que no ocupaba mis días, sencillamente porque carecía de la acumulación de experiencias que decantaran en la forma de ser que finalmente se plasma cuando se ha vivido algo de vida, valga tanta redundancia, en la vida─, y en la adultez producto de haberme ido formando a conciencia (también a los golpes) para adoptar esta filosofía de vida.
Nunca pude imaginarme como un hipócrita que pensara y dijera algo y luego ─con su vida─ hiciera otra cosa muchas veces totalmente opuesta a todo lo expresado. No entraba en mi cabeza bajo ningún punto de vista (esto sí es algo que recuerdo muy bien) ser dominado por algún tipo de consigna que fuera en contra de mi libertad mental, espiritual y física, sea del estilo que fuera. Jamás. Eso siempre lo tuve bien en claro.
Y como de niño, y también de joven, hubo momentos en los que forzosamente me encontré incluido dentro de una troupe de seres que iban encaminados hacia una misma meta ─creaciones socioculturales que deben ser llevadas a cabo indefectiblemente para "aspirar" a poder continuar aspirando en siguientes etapas─ asumí en primera instancia, al no tener más alternativa que seguir el mandato "normal" y paternal/maternal de ir al colegio por ejemplo, que ahí estaba yo ubicado porque mi decisión personal no había llegado a ese momento en el que pudiera imponerse y hacerse valer. Y luego, de joven, al ingresar a estudios superiores, sin tener claramente la idea de que estaba pasando en mí al escudarme en la elección de continuar absorbido por esas normas que me llevaban al común de más elecciones tomadas por otras personas, continué aferrándome a estas decisiones para poder comenzar a zafarme de esta rueda en la que estaba metido, rueda que no soportaba y de la que si no era a través de esta previsible continuidad de la vida ─irme a vivir solo para estudiar en la universidad lejos de mi ciudad natal─, al menos en ese momento, no veía la manera de comenzar a hacerlo.
Después, la vida me llevó por diferentes caminos, tan variados unos de otros, que a una temprana edad me sentí completamente seguro de lo que deseaba para mi vida. Y saber lo que se desea en esta vida me parece que es de las empresas más difíciles para ser llevadas adelante; si bien es cierto que están quienes tienen ese toque de saberlo desde siempre, sin dudar ni tener que someterse a cuestionamientos o a tiempos previos hasta encontrar (si es que hay algo que encontrar) lo que desean ser; que por un lado les simplifica mucho las cosas y les allana el camino para seguir satisfechos, pero por otro también ─visto desde el lugar de quien valora haber dejado correr abundante agua bajo el puente─ les coarta de alguna forma la posibilidad de haber descubierto o quizás de haberse encontrado sin pensarlo frente a lo que ─por eso mismo que no se vivió por haber arrancado desde el llano con su idea de saber que se quería─ hubiera definido de otra manera su opción de vida, respaldada en el metier propio de andar sin buscar ─respondiendo a presiones o mandatos establecidos─ y de repente encontrarse frente a eso que se fue formando con la libertad de no responder a nadie más que a uno mismo.
Pero estamos también quienes no sabemos nada hasta que nos pasan las cosas, y luego sí, con el crecimiento obtenido por lo acontecido delimitamos un poco más ─inconscientemente, en primera instancia─ nuestro paso por este mundo.
Es simple resumir todo lo dicho anteriormente con respecto a la forma de vida que me quise generar, y además es obvio. Siempre busqué la felicidad, y no esa felicidad que se encuentra "al final del camino", la de esa "realización personal" que de tan onírica hasta me da pereza escribirla, sino de la que me redituara la vida feliz a cada instante. Esa felicidad que consigo solo hoy, en cada cosa que vivo y disfruto sinceramente, y que por ser solo para mí, es decir: mi felicidad, hace que este momento de mi vida, "felizmente", sea inmejorable.
Nunca quisiera tratar de esperar a que algo me dé felicidad ─me la provea─ luego, en un momento posterior a este presente que vivo y que por tal es el que merece ser feliz. La felicidad es ahora. Debe ser ahora. ¡Ya!
Sí, lo sé, puede sonar un poco alejado de la vida real donde tantas cosas suelen llevar a la mayoría de las personas por caminos que nunca imaginaron que iban a transitar y que odian transitar; pero es que alejar mi vida del común de la vida que te entrena ─y termina matando─ para que lo dejes todo en pos de algo que te hace pertenecer al resto de los mortales es algo que nunca me atrajo desde ningún punto de vista. No me interesa nada de lo que pueda acercarme a lo material para desear tener cada vez más, por ejemplo.
Lo material es necesario, lamentablemente, cuando se está en un contexto en el que como mínimo se debe pagar cuentas de la vivienda donde se mora, o alimentos básicos para quienes dependen de uno y para uno mismo.
Por este tema yo solo respondo a mi perro, Boro, que es quien depende exclusivamente de mí para poder comer, crecer y vivir con salud. Después de este punto, todo lo demás no importa y nadie más depende de mí.
Vivo porque nadie me preguntó si quería venir a este mundo, y aquí me encontré; lo que no quiere decir que no lo disfrute ya que como he expresado desde el comienzo sólo vivo ─ya que me hicieron "vivir" trayéndome al mundo por un momento de placer ajeno y no propio, mío─ todos mis momentos, y los de mi perro agrego ahora, empeñándome en disfrutar, crecer en emociones, cuidarnos y querernos, y ser feliz.
Es así como experimento y camino este tramo de ser y existir. "Cada maestrito con su librito", reza el refrán; y yo tengo bien protegido el mío porque es lo más valioso que poseo, "Mi Librito", mi vida, mi finalidad ─solo mía y de nadie más─ en este mundo.
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