miércoles, 13 de junio de 2012

El axioma que faltaba.

Hay personas que se manejan en su vida de una manera un tanto irreverente, teniendo en cuenta que ante las posturas o formas de moverse frente a determinados asuntos que no son similares -por no decir iguales- a las que ellas adoptan, aunque estas posturas que adopten puedan ser erróneas o simplemente no tienen porque ser adoptadas por el resto de las personas, se onojan, ofenden y comportan inapropiadamente sin más justificativo (ninguno) que cambiar, así de un momento a otro y drásticamente, de estado anímico.
Me parece que he encontrado "el", o al menos uno de los más importantes axiomas que faltaría estar rigiendo la vida de este tipo de personas, como seguramente rige la de gran parte de las personas de la humanidad; de aquellas que intentan convivir armónica y pacíficamente con su núcleo familiar, social y en definitiva con el resto del Planeta.
Opino que lo que no ha venido a calar en ellas es la consigna suprema de toda persona que quiera moverse bien por los distintos caminos que transita, es decir los diferentes ámbitos donde se encuentra y por los que pasa compartiendo, explorando y teniendo presencia en los distintos momentos de su vida.
¿Y qué es esto que no ha llegado a afincarse en estas personas? El siguiente axioma: "No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti".
Premisa tan simple y compleja a la vez, y cargada de significaciones, que de no existir en alguien, poco se (le) podrá pedir a esta persona en el trato dispensado hacia otras que la rodeen.
Por eso, dichosos de quienes han entendido que compartir es un hecho y momento que se genera a partir de un intercambio mutuo en donde ambas partes (o todas la que intervengan) esperan recibir siempre lo mejor de la otra, comenzando por dar lo mejor de sí mismas para que ese ida y vuelta que se manifiesta se plasme en una buena experiencia para todos los que intervienen en ella.

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