jueves, 21 de junio de 2012

La compasión debe tocarnos el corazón de una buena vez por todas.

Siempre que quiero predisponerme para escribir una entrada, a no ser que ésta brote de mi interior en forma automática, debo posponer el tema a tratar ya que ante la impotencia y el dolor que siento al refrescar mi conocimiento sobre el poco valor y la indiferencia que le damos los seres humanos, o mejor dicho le dan los seres humanos (ya que de ninguna manera puedo incluirme yo dentro de este grupo de personas) al tema del dolor y el sufrimiento de seres de otra especie diferente a la nuestra, creo que no debo darme ni un respiro dejando de insistir en el hecho de propagar un mensaje que sea en pos de mejorar la vida de ellos, los animales.
Cada vez me toca más de cerca el darme cuenta de que hay mucho sufrimiento ahí afuera, más cerca o lejos de nosotros, pero ahí en esos lugares llamados mataderos donde el miedo está instalado en los indefensos y pequeños seres del reino animal que, al igual que nos pasaría a nosotros de estar en su lugar, temen ante el hecho de no saber bien que les va a suceder pero presintiendo que serán lastimados y que tarde o temprano eso que les espera, que no es bueno, se hará realidad, sucederá.
Por todo esto es que sigo empeñándome en no bajar la guardia tratando de llevar un mensaje de paz y de convivencia entre todos los seres de este planeta a quienes lean este tipo de entradas en mi blog, y para que todos los seres humanos entiendan que los animales nos necesitan, son vidas que aman a sus semejantes y nunca les harían ni les desearían el mal, y no esperan que necesitemos de ellos de la forma en la que el hombre los necesita. En esta cruzada por salvarles la vida, los animales nos necesitan mucho más de lo que nosotros necesitamos de ellos.
Es tiempo de ser compasivo, de dejar de mirar el propio ombligo de las comodidades y placeres personales a costa de cualquier cosa, incluido el sufrimiento y desgarrado dolor de otros seres para conseguirlo. Es tiempo de dejarse emocionar por una mirada animal que transmite tanto como la de otro ser humano. Es momento de permitirse la curiosidad por saber que es lo que pasa realmente con esos seres que terminan siendo nuestro alimento, nuestra diversión y los probadores vivientes de nuestros productos de belleza. Y es hora de dejar de ser tan egoísta y mirar hacia nuestro alrededor para volverse un ser bueno o al menos más bueno, piadoso y sensible.
Ellos, los animales, nos agradecerán cada minuto extra de una vida que, al día de hoy, es tan reducida y denigrante que en el mayor de los caso la muerte les llega (además de todo) para dar fin a tanto dolor, tormento y sufrimiento.
Yo no quiero pasar por esta vida siendo cómplice del sacrificio y la masacre diaria de millones de vidas inocentes que se exterminan bajo una mirada condescendiente que lo toma como algo natural y necesario para la subsistencia de la sociedad humana, cuando en realidad los humanos no necesitan de estas muertes para obtener alimentos, vestimentas y disfrutar de diferentes tipos de productos; y lo que sí realmente necesitan es recapacitar sobre el lugar que le dan a quienes los acompañan en este mundo y han relegado a un nivel de inferioridad y servidumbre a todo nivel para satisfacer sus propios instintos, placeres y caprichos.

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