Cada cosa que pensamos, hacemos, decimos, mostramos a través de nuestro desempeño en la vida y hasta que dejamos de hacer, revela parte de nuestro Ser interior, ese que es el auténtico, que nos representa sin concesiones, y que siempre se muestra de una u otra manera.
Nunca podemos taparlo o ignorarlo, aunque sí confundirlo y camuflarlo bajo diferentes formas de ser que impostemos y que no sean las auténticas; aunque tarde o temprano, como se puede suponer, se caigan -dichos disfraces- y se muestre nuestro verdadero ser.
Porque después de todo ¿podría vivirse toda una vida siendo alguien que realmente no se es? Es decir, ¿podríamos estar todo el tiempo fingiendo algo que no somos para sólo encontrarnos con nuestro verdadero Ser cuando estamos a solas, con nosotros mismos?
Opino que no se podría llevar adelante durante mucho tiempo una postura de vida tal, porque sería demasiado sofocante, seguramente.
Opino que no se podría llevar adelante durante mucho tiempo una postura de vida tal, porque sería demasiado sofocante, seguramente.
Es así que somos el reflejo de nuestra vida interior y todo aquello que seamos realmente, se manifiesta y se asoma por los lugares y situaciones menos pensadas.
Está bueno que así sea, ya que sí somos agua y queremos ser fuego me parece que tenemos un problema con respecto al hecho de asumir nuestra verdadera esencia. Somos lo que somos y está en nosotros mejorar y cambiar parte de todo lo que no nos guste en cada uno, pero de ahí a ser otra cosa que no somos ni podremos ser jamás queriendo mostrar algo que es falso, hay una diferencia.
No deberíamos dudar de poder manifestarnos plenamente con nuestros deseos, aspiraciones, elecciones y posturas adoptadas frente a determinados temas de la vida, porque eso es lo que nos hace libres; espiritual y físicamente.
No importa aquello "que sea" una persona, u otra, siempre que "eso" que sea y la represente resida en lo auténtico y la pinte de cuerpo y alma en cada momento de su vida.
Ya pasamos la era de la apariencia, por suerte, y estamos en los tiempos de la valoración personal; esa valoración que comienza desde nuestro interior y se exterioriza pura y sin manchas hacia los demás, tal y como se precia allí dentro, en nuestro interior.
Por eso, siendo nuestra vida y todo lo que de ella se desprende el reflejo de lo que realmente somos, no vale la pena fingir y gastar tiempo en armar ficticias imágenes personales ya que tarde o temprano terminarán por caerse y quedaremos al desnudo frente a nuestra propia y genuina esencia y algo que no es menor, frente a los demás.
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