Siempre después de la tormenta sale el sol, también en lo que hace a los contratiempos que sufrimos ─como personas que somos─ y que nos encontramos a lo largo de nuestra vida. Es cierto. Y a veces ese sol tarda un poco más o un poco menos en aparecer nuevamente pero siempre sale. Y ese "salir" no significa otra cosa más que comenzar a sentirnos bien y experimentar sensaciones buenas en el cuerpo que, quizás, antes se encontraba un poco apagado o consternado.
Es respirar más relajadamente otra vez, luego que todos los suspiros y bocanadas de aire inspiradas y exhaladas hayan trabajado por motu proprio quitando de nuestro organismo eso que no necesitábamos y que muy posiblemente habíamos acumulado o recibido por vivir malos ratos y padecer algún tipo de nerviosismo, angustia u opresión.
Porque bien sabido es que el cuerpo solito se encarga de encaminarse a un mejor estado, auto protegiéndose y brindando la mejor curación para estos casos de malestares del alma; y si se lo ayuda y se dispone de las armas que pueden acelerar y optimizar esta recuperación —básicamente ganas y convicción de querer lograrlo— el resultado positivo ya es un hecho.
Hoy específicamente, y varios días después de haberme sentido abatido, puedo decir con todas las letras que me siento mejor, que me encuentro bien; y caminando junto a mi perro por la calle antes de ir a dormir, mientras escribo esta entrada de blog que publicaré seguramente al llegar a casa para transmitir y compartir la esperanza de que siempre se puede superar algo que nos duele y que hacerlo es sumamente gratificante e importante para estar bien y cuidarnos, corroboro que cuando se está limpio de conciencia y sereno en la vida ─física y espiritual─, aunque haya vaivenes o subas y bajas, como en cualquier camino que se trata de transitar de la mejor manera posible, todo puede llegar a ser más fácil aunque de entrada parezca que va a costar y duela bastante ese tiempo previo al de comenzar a sanarse.
Por último quiero decir, a modo de recomendación, que la ayuda silenciosa, y esencialmente de amor concreto y presencial, que he encontrado en mi perro —el ya mencionado compañero que camina junto a mí por la ciudad mientras escribo estas líneas— es de los mejores bálsamos para estar siempre fortalecido y en eje en las cuestiones de valorizarme y creer en mí mismo, además de ser esencialmente una compañía inmejorable que gana en comparación a cualquier otro tipo de compañías, en mi opinión, claro está. Así que tengan esto en cuenta. Los animales en general, los perros en mi caso, son lo mejor que le puede pasar al ser humano en esta vida tan estresante y "posmoderna" que vamos viviendo cada día.
Así que desearía que estas ideas vertidas sirvan para colaborar ayudando a fortalecer la noción de que no hay que desanimarse ante un pesar, por bravo que éste sea, porque todo pasará; sabiendo que podremos estar mejor que cuando ─por el motivo, persona o circunstancia que fueran─ nos hayamos quedado en un estado que necesita ser superado para poder continuar bien; ni más ni menos que como es debido.
Es respirar más relajadamente otra vez, luego que todos los suspiros y bocanadas de aire inspiradas y exhaladas hayan trabajado por motu proprio quitando de nuestro organismo eso que no necesitábamos y que muy posiblemente habíamos acumulado o recibido por vivir malos ratos y padecer algún tipo de nerviosismo, angustia u opresión.
Porque bien sabido es que el cuerpo solito se encarga de encaminarse a un mejor estado, auto protegiéndose y brindando la mejor curación para estos casos de malestares del alma; y si se lo ayuda y se dispone de las armas que pueden acelerar y optimizar esta recuperación —básicamente ganas y convicción de querer lograrlo— el resultado positivo ya es un hecho.
Hoy específicamente, y varios días después de haberme sentido abatido, puedo decir con todas las letras que me siento mejor, que me encuentro bien; y caminando junto a mi perro por la calle antes de ir a dormir, mientras escribo esta entrada de blog que publicaré seguramente al llegar a casa para transmitir y compartir la esperanza de que siempre se puede superar algo que nos duele y que hacerlo es sumamente gratificante e importante para estar bien y cuidarnos, corroboro que cuando se está limpio de conciencia y sereno en la vida ─física y espiritual─, aunque haya vaivenes o subas y bajas, como en cualquier camino que se trata de transitar de la mejor manera posible, todo puede llegar a ser más fácil aunque de entrada parezca que va a costar y duela bastante ese tiempo previo al de comenzar a sanarse.
Por último quiero decir, a modo de recomendación, que la ayuda silenciosa, y esencialmente de amor concreto y presencial, que he encontrado en mi perro —el ya mencionado compañero que camina junto a mí por la ciudad mientras escribo estas líneas— es de los mejores bálsamos para estar siempre fortalecido y en eje en las cuestiones de valorizarme y creer en mí mismo, además de ser esencialmente una compañía inmejorable que gana en comparación a cualquier otro tipo de compañías, en mi opinión, claro está. Así que tengan esto en cuenta. Los animales en general, los perros en mi caso, son lo mejor que le puede pasar al ser humano en esta vida tan estresante y "posmoderna" que vamos viviendo cada día.
Así que desearía que estas ideas vertidas sirvan para colaborar ayudando a fortalecer la noción de que no hay que desanimarse ante un pesar, por bravo que éste sea, porque todo pasará; sabiendo que podremos estar mejor que cuando ─por el motivo, persona o circunstancia que fueran─ nos hayamos quedado en un estado que necesita ser superado para poder continuar bien; ni más ni menos que como es debido.
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