domingo, 12 de mayo de 2013

El hambre.

Si significa lo mismo para todos los que en algún momento lo sentimos porque se nos hizo tarde para comer o se nos pasó el día sin probar bocado por ejemplo; ¿por qué se lo vive de tan diferente manera según las personas y motivos por el cual éste aparece?
Es abismal la diferencia que se da en cada "sentir hambre" y por este mismo motivo es que me encontré escribiendo esta entrada, sintiendo hambre por supuesto, y dándome cuenta de lo que voy a compartirles a continuación.
"Cuando hay hambre no hay pan duro", reza el dicho popular que alude a que cuando lo sentimos en nuestras tripas poca selección podemos aspirar a hacer si frente a nosotros tenemos, por ejemplo, un pedazo de pan (que no esté tan duro al menos) o algún otro tipo de comida.
Por eso, cuando realmente falta ese pan de todos los días, metafórica y realmente hablando, en una persona, hablamos de un hambre real, de ese que duele en la panza, del que no escatima en arrasar con la integridad de una población o grupo de seres vivos de la especie que sea y que si se hace presente deja secuelas que pueden marcar a quienes lo padecen, de por vida.
Por eso, y teniendo en cuenta el tema de las secuelas que puede traer consigo el hambre, si no es necesario pasar por él y es evitable el padecerlo, no se entiende que personas que seguramente podrían tener su heladera llena y un abanico de opciones alimenticias de lo más variado para elegir en cada comida, se sometan a este flagelo que racionalmente no se desea bajo ningún punto de vista que aparezca; como es el caso de quienes en el afán desmedido de estar flacos/as dejan de comer -literalmente- dando paso muchas veces también a la consabida secuela que el hambre (pero el hambre real, el que no se puede manejar) acarrea con su paso.
Entonces, ¿es necesario pasar hambre por una mera cuestión snobística cuando hay tanta gente en el mundo que lo debe padecer indefectiblemente en su vida y daría cualquier cosa para no padecerlo?
Otro tema son los ayunos. Ayunos que como no es difícil de suponer acarrean hambre también, por supuesto. ¿Y en pos de qué? ¿De mortificar el cuerpo para salvar el alma padeciendo de privaciones a título de una idea y/o costumbre religiosa?
No gente, el ser humano, al igual que los animales que no caen en ninguna de estas tonterías de generarse el hambre adrede para tal o cual fin, no viene a este mundo a sufrir ni a mortificar su vida para algo que no será apreciado ni disfrutado en ésta.
El hambre si aparece -¡qué no aparezca nunca, por favor!- debe ser paliado y erradicado con medidas que apunten a que no sea una situación permanente en ningún ser vivo. Nunca debe ser generado, ni deseado, ni buscado; no se puede ser tan imbécil ni irrespetuoso con quienes, como ya hemos dicho, lo padecen sin desearlo y aún a costa de su propia vida en muchísimos casos.
El hambre, presente desde el comienzo de los tiempos como un castigo divino, o generado por los poderosos a los reos que tenían prisioneros, o como un motivo de devastación de pueblos enteros y encarnado bajo tantos otros males más de la humanidad. Y siempre como algo malo, negativo, nefasto y que arrasa con lo bueno que encuentre a su paso.
Por eso creo que no es aceptable por respeto hacia uno mismo y hacia los demás, sea por el motivo que sea (exceptuando medidas médicas que requieran de horas de abstinencia de alimentos), someter al propio cuerpo y a los que tengamos a nuestro cargo, a ninguna situación de desidia como es la del hambre, ya sea que se dé en una precaria casita de una villa miseria o en la más lujosa mansión del más refinado barrio de cualquier ciudad del mundo.

No hay comentarios: