jueves, 16 de mayo de 2013

¿Merece su último almuerzo por televisión?


Estaba pensando en todo lo que significó en otro tiempo para la televisión y para los argentinos en general Mirtha Legrand, y me preguntaba si merece su último almuerzo en tevé a modo de despedida final debido a que el término del que fue su último ciclo televisivo (allá por febrero de 2011 desde la ciudad de Mar del Plata) no fue con la pompa y circunstancia que seguramente ella hubiera querido. Es más, podría decirse que producto de la época de veraneo y otras yerbas, pasó desapercibido.
Con el tiempo la dama de los almuerzos se ha mostrado en su totalidad y a través de preguntas desubicadas, pensamientos desafortunados expresados en voz alta, opiniones vertidas en su programa de tevé y otros sucesos que han tenido lugar alrededor de su persona ha quedado al descubierto, por si hubieran quedado dudas, que su postura cívico-política, anque militar, es de una derecha algo recalcitrante aunque ella no lo reconozca.
Pero de todos modos no hay nada malo en todo esto que acabo de comentar ya que cada uno tiene el derecho y la libertad, afortunadamente, de pensar y permanecer dentro de los cánones que desea sin esto representar un perjuicio para los demás, claro.
El tema es que ella sola ha sabido ir corriéndose de la popularidad que la abrazó en décadas pasadas y por tal motivo tanto fue tirándose de la piola que parece ser que esa piola se cortó.
Y digo que se cortó ya que actualmente Chiquita Legrand no reviste importancia alguna para el medio televisivo y podríamos decir que es muy posible que no la vuelva a revestir en lo poco (o mucho) que le quede de su extensa y prolongada vida.
Fue exquisitamente refinada, selectiva en los invitados que llegaban a su mesa (hasta la última década donde se vio todo tipo de personajes bizarros y decadentes sentarse frente a sus menúes), informada al límite con cuanto invitado estuviera participando de su programa y tantas otras cosas más que sin dudas ha sido un valor agregado que tuvieron sus almuerzos; pero también ha sido muy dura y desagradable con algunos invitados, con sus intercambios de palabras y opiniones ofensivas hacia ellos o hacia determinadas clases o agrupaciones de personas, así como también con palabras vertidas sobre sucesos y tristes hechos nacionales al desconfiar de la veracidad o de lo que se estaba llorando, aduciendo siempre que ella hablaba por lo que la gente común pensaba y/o decía.
Y todo se paga acá, en esta vida; nada queda así porque sí, nada.
Y le llegó el turno a la actriz devenida en conductora, y ya nada es ni será igual a su vida televisiva de los '90, por ejemplo. Y como todo debe llegar a su fin, tampoco es un desquicio que así sea y quizás llegó el momento de darse cuenta de que la onda de los almuerzos por televisión ya ha pasado a ser historia definitivamente.
Pero de todos modos cabe hacerse la pregunta de si merece su último almuerzo por televisión ya que nadie puede ser juez, más allá de sus opiniones, para dictaminar su expulsión de la tevé como queda la impresión que ha pasado con ella (con respecto a su fuerte que eran los almuerzos y haciendo omisión a su incursión en el programa de ficción La Dueña que no vino a sumar nada en su carrera).
No es simple esta cuestión ya que una vida dedicada a los almuerzos no debería tener un final tan opaco y deslucido, opino. Aunque también es cierto que desde los medios se puede hacer mucho daño y a veces ese daño se vuelve en contra; no de maneras contundentes ni determinantes pero sí como en este caso, de a poco y de forma realmente visible y definitiva.
El tiempo dirá si vuelve o no vuelve, con la salvedad de que en la premura del tiempo en este caso sí que se juega un papel importante ya que bien sabemos que la Señora tiene muchos años... de experiencia.

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