miércoles, 24 de abril de 2013

Ese sahumerio, en ese instante, fue mi buena estrella.

Llegar a un banco de plaza y encontrarse con un sahumerio encendido apoyado sobre él, consumiéndose y perfumando el banco y su entorno, es algo poco común; de buena estrella, diría, y que me sucedió hace varios días atrás cuando caminaba con mi perro por el parque en su paseo vespertino y al ir a sentarme un rato mientras éste jugaba y corría por allí.
Digo que es de buena estrella ya que quien lo dejó ahí, seguramente supuso que era muy posible que alguien lo encontrara y (extendiéndome en la suposición, ahora personal) disfrutara de él.
Bueno, yo disfruté de este hallazgo; tanto como hasta que se apagó al poco tiempo de haber llegado yo a ese lugar, producto de tocar su parte encendida con la madera del banco, y dándome cuenta tiempo después de que esto había pasado al mirarlo nuevamente quizás por dejar de percibir el olor que despedía.
Como no fumo y no ando con fuego a mano, ya sea encendedor o cerillas, no pude volver a prenderle para que siguiera su curso de inundar el lugar cercano con su aroma. Y en determinado momento debí continuar mi camino (paseo) junto a mi perro, algo que no hice sin antes llevarme una imagen de este descubrimiento que había tomado ni bien lo vi y que me dejó sorprendido en primer lugar y congratulado después por imaginar que alguien lo había dejado ahí para que quien viniera y lo encontrase fuera feliz con el hallazgo.
Imaginado entonces, me creé esta idea, y como lo que viví fue un poco fuera de lo común, imaginar en torno a ello un plan que diera forma a tal historia no fue para nada difícil.
Pues bien, ateniéndome a la significación que le dí a mi descubrimiento, yo así lo hice. Al verlo allí, como esperándome, fui feliz con ese instante y ese descubrimiento; y luego llegado el momento, me alejé llevándome esta historia para mi en esa oportunidad, y para todos ustedes ahora.

No hay comentarios: