jueves, 25 de abril de 2013

¡GRACIAS POR PERMITIRNOS VOLAR CONTIGO!


Tuve la suerte de haber sido uno de los tantos seguidores de los programas de radio que condujo Fernando Peña.
Tuve también la increíble dicha de conocerlas a ellas y de estar atento ante la aparición de cada una de sus criaturas, esperando oír sus historias y todo lo que éstas tenían para contarle a la audiencia radial de la que yo formé parte.
Me considero un integrante de ese grupo de los seguidores de la primera hora de Fernando ya que puedo decir que lo he seguido en sus programas y por las diferentes ubicaciones del dial radial, y siempre sin importar la ubicación y la complicación de sintonizar la señal allí estuve pasándolo bien y escuchándolo, a su lado, siempre -figurativamente, claro-.
¡Cuánto arte y cuánto talento junto en una misma persona! Tanto, que creo que lo mantuvo en una adolescencia continua en la que a pesar de todo lo que tenía (y mostraba casi obscenamente como a él le gustaba hacerlo) adolecía continuamente -valga la redundancia- de todo, y entonces a por ello iba tanto en su vida personal como profesional, todo el tiempo.
Un artista con todas las letras. Un verdadero artista. Tan talentoso como provocador, de eso no hay dudas, y tan tímido y sensible como parco y agresivo con los que no conocía; en esa doble cara que se le podía ver constantemente cuando pidiendo a gritos que se lo estimara y valorase alejaba a quienes quisieran acercársele o mirarlo con buenos ojos.
Un niño con una naturaleza rebelde y un hombre con una naturaleza creativa innata convivían en él, que cada día renovaba su impronta y que hacía de sus presentaciones artísticas en radio, teatro y televisión, o de las puramente públicas cuando concedía entrevistas o daba notas a movileros de tevé o de otros medios de comunicación (radio, prensa escrita, etc.), un momento de animoso entretenimiento o directamente de total desparpajo y transgresión, como los que sólo él sabía crear y a los que llevaba a su audiencia a gusto y piacere suyo, por supuesto.
Peña, tan recubierto por capas que tapaban su verdadera esencia y a la vez tan auténtico en todos sus movimientos. Y auténtico de verdad, ya sea desde sus uñas pintadas o sus tatuajes, hasta en su desfachatez de mostrar su pene (palabra que él detestaría usar en lugar de decir pija, verga o poronga directamente) ante una cámara en pleno móvil dado en vivo a un programa que se emitía por televisión y que era seguido por muchísimos televidentes por ese entonces .
Así era Fernando Peña. Así fue todo en su vida. Sin grises ni medias tintas. Todo a full. Todo con total entrega, ya que esa era la manera en la que él concebía su existencia y en la que se movía según fueran sucediéndose y pasándole las cosas.
Por eso, ¡cómo olvidarlo! ¡Cómo hacer de cuenta que, si bien ya no está más físicamente entre nosotros, no estuvo y significó tanto para mucha gente dentro de la que me incluyo! Imposible.
¡Cómo olvidar entonces a la dulce, melosa y tan caribeña ex-azafata cubana Milagros Dolores Guadalupe López López, Milagritos; que con sus anécdotas de vuelo en la Pan American World Airways (más conocida como Pan Am) o sus presentaciones de piezas musicales, hacía las delicias de sus "escuchadores" (Peña prefería llamar así su audiencia y no oyentes, ya que el oyente es un ser pasivo y en cambio el escuchador participa en forma activa opinando y dejando mensajes personales y originales) tanto en los programas de Fernando en los que solía hacerse presente cada tanto como en el suyo propio en radio del Plata llamado La Vereda Tropical; un delicado y musical programa que se podía escuchar por las noches, cada sábado!
¡Cómo olvidar también a la sufrida, pero no por eso menos chispeante y divertida, Cristina Patricia Megahertz, o directamente La Mega, que tantas sonrisas nos arrancó con sus llamados de la Psychology Now Today y las ocurrencias que tenía al realizar esa famosa encuesta, como por ejemplo la tan repetida pregunta: "¿Chorizo o morcilla?" que de la nada aparecía en medio del cuestionario! Jaja! ¡Qué recuerdos! Qué risa, por favor.
¡Cómo no acordarse de Mario Modesto Sabino ahora, si era un abuelo (dicho ésto con todo respeto Don Mario) que con su vasta experiencia al volante de un taxi nos sumergía cada tanto en sus historias, matizadas de encanto y melancolía sobre una Buenos Aires de otra época que muchos de nosotros ni habíamos alcanzado a conocer!
¿Y de Palito? ¡Qué decir y cómo olvidarse de Rubén Ramón Sixto Alegre, el famoso y camorrero Palito, si fue un pibe de los bajos barrios de José León Suárez que en una primera impresión podía resultar agresivo y maleducado pero luego terminaba comprando a todo el mundo por su dulzura e inocencia, revestida de a ratos por un poco de la típica acidez y rebelión característica de un pibito que traía consigo un bagaje importante de historia personal!
¡Y qué decir en este momento si todo lo que nos remite a Roberto María Flores es sinónimo de ternura y mariconería bonita! Fue un verdadero gusto conocerlo y escucharlo cada tanto en los programas, y más cuando cantaba o cometía el desliz de mandar al frente a algún puto tapado, aunque no hubiese estado tan tapado de todas maneras. Un indiscreto. Un atrevido. Un maracuya. Un divino. Todo en él era osado e inocentón a la vez. Un dulce Robeeto Flooore. Un dulce. "Poooto, poto, poto, poto, poooto". Un cantito que aún hoy suena en mi cabeza. Lindo.
Y no puedo pasar por alto al mexicanito más cabrío y cabrón que tuvo la radio, llamado Ricardo Alfredo Ñuñoa Cruz, más conocido por su apodo, Dick Alfredo, que fue el tipo que siempre había querido ser locutor y que quizás por exceso de palabrotas en su vocabulario y algo de desparpajo en su impronta llegó hasta donde llegó en su vida, conociendo a Peña y pudiendo laburar de lo que le gustaba junto a Él.
¡Cómo no traer hasta nosotros ya mismo entonces  a María Elena Rinaldi para recordar de esta manera sus alocuciones sobre la forma de hacer tales o cuales cosas, que generalmente eran más propias de los varones que de las mujeres, haciendo a través de estos consejos gala de todo lo que tuviera que ver con el mundo masculino y varonil de las chicas como ella! ¡Qué grossa María Elena, qué grossa!
Y no quiero dejar de hacer un comentario más sobre la última criatura a recordar en estas líneas, de las tantas personas que aparecieron a lo largo de la vida artística de Fer Peña, ya que ¡qué decir del más cheto, del más sofisticado, del para nada cache, mucho menos pardo, y tan patricio por cierto, Martín Revoira Lynch III ("¿Queashés maaan? ¿Tooo bien bolooo'?) que como nadie pudo dejar al desnudo ese tipo de personas que por "Sher taaan de Shan Ishidro" creían (creen) que son superiores a otras que corrieron con distinta suerte en su origen familiar y geográfico; y que sólo él pudo pintar en real esencia, aún perteneciendo a ese tipo de gente, burlándose a la vez de ellos; solapadamente claro, pero de forma descarada de toda esa superficialidad barata!
Por esto, ¿cómo no recordarlo a él, mentor y creador de todos estos personajes que traigo a la memoria, producto de extrañarlos al recordarlos y evocarlos?
A él, que supo ir delineando cada una de sus 21 criaturas para hacerlas tan únicas y diferentes entre sí como variadas en su forma de ser, de expresarse y de pensar. A él, que pudo como nadie hacerlas interactuar al mismo tiempo, casi pisándose y superponiéndose al hablar a todas ellas, logrando que quienes las escuchábamos del otro lado de la radio ni pensáramos por un instante en que podían ser otra cosa más que personas que allí estaban entablando una conversación, una pelea o simplemente compartiendo un programa de radio.
Yo sé que él seguirá siempre en los que lo quisimos y disfrutamos, como siguen todos los que fueron valorados por su público  Pero es cierto que con el paso del tiempo el recuerdo que queda en el corazón básicamente, se va haciendo cada vez más débil porque no se anda todo el tiempo pensando en alguien que ya no está y más cuando no es una persona directamente cercana sino un artista que se supo admirar.
Por eso hoy, sin ser la fecha de su nacimiento o de su muerte, lo recuerdo y refuerzo para mí en primer lugar, y para todos los que gusten de traerlo a la memoria y recordarlo, un poco de todo lo que fue y significó en su arte para muchos; y comparto esta entrada despidiéndome con una canción interpretada por la dulce Mega, que considero que habla por ella y por Fernando también, en toda la extensión de su letra.

¡GRACIAS FERNANDO PEÑA! ¡GRACIAS PUTO LINDO!
¡GRACIAS POR TODO TU ARTE!
¡Y GRACIAS POR PERMITIRNOS VOLAR CONTIGO!


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