Leía hace un par de semanas atrás en un periódico de los que todavía vale la pena leer, a un filósofo, escritor y ensayista de primer nivel, que hacía una alusión a que nada de "año nuevo, vida nueva", o palabras más o menos esa idea, es certero, real o coherente; y es cierto. Y, no queriendo parafrasear ni imitar en absoluto al eminente orador leído, puedo expresar lo que provoca en mí, además de risa, esa frase tan trillada, banal e inútilmente esperanzadora utilizada muy comúnmente en ese momento del año.
Que alguien me diga si a partir del siguiente segundo del reloj que marcó las 00:00 horas del día uno del mes de enero de cada nuevo año su vida ha cambiado o realmente ha sentido que una nueva existencia se hacía presente dentro de su ser.
Es mentira, nada de esa idea puede ser tenida en cuenta ni considerada ya que solo es una oración, luminosa en su sentido más fuerte y muy positiva en todo caso, pero nada más, porque su "efecto envolvente y contagioso" termina cuando se la ha terminado de pronunciar no extendiéndose más allá de ese breve instante de su pronunciación.
Por eso, cuando invoquemos, vaya a saber porqué ese mantra básico y urbano que ha pasado a través de los años de boca en boca llamando al cambio mágico por una cuestión meramente calendaria, tengamos en cuenta que sería mejor omitir tan triste y falto de atractivo slogan, porque ya se sabe que a las palabras se las lleva el viento, y comenzar el año perdiendo de gusto algo tan importante como las palabras no tiene sentido ni en el nuevo año ni en ningún momento del almanaque.
Que alguien me diga si a partir del siguiente segundo del reloj que marcó las 00:00 horas del día uno del mes de enero de cada nuevo año su vida ha cambiado o realmente ha sentido que una nueva existencia se hacía presente dentro de su ser.
Es mentira, nada de esa idea puede ser tenida en cuenta ni considerada ya que solo es una oración, luminosa en su sentido más fuerte y muy positiva en todo caso, pero nada más, porque su "efecto envolvente y contagioso" termina cuando se la ha terminado de pronunciar no extendiéndose más allá de ese breve instante de su pronunciación.
Por eso, cuando invoquemos, vaya a saber porqué ese mantra básico y urbano que ha pasado a través de los años de boca en boca llamando al cambio mágico por una cuestión meramente calendaria, tengamos en cuenta que sería mejor omitir tan triste y falto de atractivo slogan, porque ya se sabe que a las palabras se las lleva el viento, y comenzar el año perdiendo de gusto algo tan importante como las palabras no tiene sentido ni en el nuevo año ni en ningún momento del almanaque.
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