Muchas veces he llegado a pensar que la gente tiene la capacidad de olvidar algunas cosas por sobre otras.
En el caso de la gente muy buena ─demasiado buena─ tienen la virtud de olvidar todo lo malo para dejar prevalecer sólo lo positivo y, aunque realmente no olviden eso que dicen olvidar, van felices y tranquilos, y livianos, por la vida de acuerdo a la postura adoptada con respecto a sus selectivos recuerdos.
En el caso de gente específicamente jodida olvidan siempre todo lo malo que tenga que ver con ellos para recordar y sacar a relucir sólo lo bueno y lo que los hace quedar ─sentir─ bien.
Cada caso es personal y cada uno responderá de la forma que pueda ─como le salga─ con respecto a este tema de los recuerdos y su manejo a discreción personal para usar esta capacidad, de olvidar o de mantener vivo, en beneficio personal ya sea despreocupándose y pasándola mejor por haber olvidado o incentivando determinada sensación interna por mantener presente determinadas cosas.
Como lo personal generalmente no suele interesar en temas tan amplios y generales como éste yo solo diré que me encuadro dentro de alguna de estas posturas anteriormente descritas. ─Seguramente en alguna yo me encuentre, aunque no sepa muy bien todavía en cual de ellas, pudiendo hacer uso (o no) de los recuerdos a gusto y piacere.─
Somos el conjunto de todas las cosas que vivimos, experimentamos, atesoramos u olvidamos, por este motivo todo forma parte de todo y todo es parte de la vida, de la nuestra, y de la de todo el resto de las personas. C'est fini.
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