Todos nacemos para ser felices, de eso no cabe ninguna duda. Pero el tema es que a medida que vamos creciendo y desarrollándonos mental y espiritualmente, como personas, muchas veces el camino para alcanzar la felicidad se complica sustancialmente.
Y no es que sea algo que nosotros vayamos generando a conciencia, es decir de una forma programada, todo esto de entorpecer el real deslice hacia la felicidad. Muchas veces, la mayoría de las veces, uno aspira realmente desde el fondo de sus entrañas alcanzar esa meta tan deseada y sin embargo, aunque no sea un propósito que se logre de una vez y para siempre sino algo constante y de cada momento, parece imposible e irrealizable.
Y siempre, el ser humano, encuentra caminos paralelos para desviarse de ese sendero, y siempre también, afortunadamente, podrá retomarlo y encontrar nuevos caminos, también paralelos, para re-encausar el viaje a ese destino soñado.
Y quizás sea que es imposible tener una vida 100% feliz, ¿quién sabe?, y quizás también sea cierto que esos momentos de infelicidad, opuestos a todo lo imaginable de la meta deseada, vienen a representar una puesta en valor de lo que desde siempre estamos deseando alcanzar, eternamente.
Por eso no debemos desanimarnos y, muy por el contrario, debemos seguir caminando (si es necesario corriendo) hacia ese lugar que nos espera en más de una oportunidad a lo largo de toda nuestra vida, ya que siempre detrás de cada esfuerzo y constancia que nosotros pongamos de nuestra parte el camino, el Universo, nos estará premiando y abrazando con esa dicha tan esperada.
Lo demás sólo será que nos permitamos disfrutarlo, porque tampoco vale la pena estar indefinidamente detrás de algo que nunca podamos apreciar o aprovechar, cuando está frente a nosotros, por el simple hecho de postergarlo para generar una nueva escalada hacia otra nueva meta de felicidad por el solo hecho de estar siempre tras su búsqueda. ¡Para nada!, se busca y cuando se alcanza se debe disfrutar. El tiempo sólo dirá, y determinará, cuando hay que encontrarse tras una nueva meta que, por supuesto, volverá a estar llevándonos hacia el mismo lugar, ese de la tan ansiada satisfacción de la felicidad.
Y no es que sea algo que nosotros vayamos generando a conciencia, es decir de una forma programada, todo esto de entorpecer el real deslice hacia la felicidad. Muchas veces, la mayoría de las veces, uno aspira realmente desde el fondo de sus entrañas alcanzar esa meta tan deseada y sin embargo, aunque no sea un propósito que se logre de una vez y para siempre sino algo constante y de cada momento, parece imposible e irrealizable.
Y siempre, el ser humano, encuentra caminos paralelos para desviarse de ese sendero, y siempre también, afortunadamente, podrá retomarlo y encontrar nuevos caminos, también paralelos, para re-encausar el viaje a ese destino soñado.
Y quizás sea que es imposible tener una vida 100% feliz, ¿quién sabe?, y quizás también sea cierto que esos momentos de infelicidad, opuestos a todo lo imaginable de la meta deseada, vienen a representar una puesta en valor de lo que desde siempre estamos deseando alcanzar, eternamente.
Por eso no debemos desanimarnos y, muy por el contrario, debemos seguir caminando (si es necesario corriendo) hacia ese lugar que nos espera en más de una oportunidad a lo largo de toda nuestra vida, ya que siempre detrás de cada esfuerzo y constancia que nosotros pongamos de nuestra parte el camino, el Universo, nos estará premiando y abrazando con esa dicha tan esperada.
Lo demás sólo será que nos permitamos disfrutarlo, porque tampoco vale la pena estar indefinidamente detrás de algo que nunca podamos apreciar o aprovechar, cuando está frente a nosotros, por el simple hecho de postergarlo para generar una nueva escalada hacia otra nueva meta de felicidad por el solo hecho de estar siempre tras su búsqueda. ¡Para nada!, se busca y cuando se alcanza se debe disfrutar. El tiempo sólo dirá, y determinará, cuando hay que encontrarse tras una nueva meta que, por supuesto, volverá a estar llevándonos hacia el mismo lugar, ese de la tan ansiada satisfacción de la felicidad.
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